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Una vez conseguido el objetivo real de la temporada para el Valencia, que era evitar el descenso, muchos se ilusionaron con Europa por el efecto ... Corberán. El equipo sumaba puntos sin parar e iba ascendiendo posiciones. Pero el técnico, tras chequear la plantilla, vio que tenía poco más que el once inicial que cada semana lucía en el tapete. Esta incidencia provocó que el Valencia se agotara en las últimas jornadas. Tres derrotas y un empate final. No sólo se evaporó volver a Europa, también ha menguado el dinero que ofrece LaLiga por los derechos de televisión, ya el porcentaje se fija en función de la posición final. Y el conjunto de Mestalla ha acabado donde siempre, en la habitual zona Meriton, en tierra de nadie, sin aspiraciones. Duodécimo. Otra vez.
¿Cómo funciona este reparto económico? La ley, según un Real Decreto aprobado en el Congreso, establece que un 50% del reparto de los derechos televisivos se distribuye a partes iguales. La otra mitad se divide en dos: una es la implantación social (un tercio por la recaudación en abonos y taquilla media de las últimas cinco temporadas, y los otros dos tercios por su participación en la generación de recursos por la comercialización de las retransmisiones televisivas), y la otra (un 25 % del total) depende de la clasificación final de cada equipo.
En la campaña anterior los clubes se repartieron 1.361 millones por derechos de televisión. El 25% de ese global es 340,25 millones, que son los que se reparten según la posición en la Liga. ¿Y cuánto se lleva el Valencia por ser duodécimo? Es un 2,25%, que dejará en la caja de caudales blanquinegra 7,65 millones de euros. Una mejora final, que le hubiera dejado décimo, hubiera supuesto casi dos millones más. El Villarreal, por ejemplo, que acabará quinto, recibirá 30 millones. El campeón, el Barça, ingresará 58 millones. Este dinero no se cobra al instante, se hace en cinco temporadas y de la siguiente manera: 35%, 20%, 15%, 15% y 15%.
Números y números que son los que todavía desconoce Corberán. El técnico ha desvelado que no tiene ni idea de cuánto va a destinar Meriton para mejorar la plantilla de la próxima temporada. Son muchos los futbolistas que se van y deben cubrirse esas posiciones. Desaparecerán los cedidos (Mamardashvili, Barrenechea, Iván Jaime y Sadiq) y otros saldrán porque no convencen al entrenador. Pero el proceder del Valencia es tan anacrónico que hay que pedir permiso cada vez a Singapur, lo que ralentiza todo y hace que muchos jugadores apalabrados acaben yéndose a otros clubes. La espera desespera. Y todo se complica más con las renovaciones en marcha, que son varias (Diego López, Tárrega o Foulquier). Todos ellos son del agrado de Corberán, pero ya con el francés los problemas crecen. El futbolista, según algunas fuentes, ya se ha despedido de los compañeros al creer que finalmente la entidad no aceptará sus pretensiones para seguir como blanquinegro. Será un golpe duro para el entrenador y veremos si agota su paciencia.
El Valencia y su afición no merecen más travesías por el desierto. Necesitan una apuesta decidida para crear un grupo competitivo, con fondo de armario, para aspirar a algo. Pero realmente nadie confía que Meriton cambio su modo de actuar, esté Layhoon en la presidencia o el hijo del hijo del pescador, que por cierto no ha vuelto por Valencia desde que le ungieron en el cargo.
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