Manolo Valdés cederá 30 piezas para su museo en Valencia de forma desinteresada

Regina Valdés Montalva, hija del escultor, ha adelantado en el discurso que ha hecho en el Salón de Cristal del Ayuntamiento que las obras se cambiarán a lo largo del tiempo para que la experiencia pueda ser «dinámica y diferente» cada vez que se visite. El Ayuntamiento será el encargado de acondicionar el lugar, un espacio de más de mil metros cuadrados de superficie, acorde a la monumentalidad de muchas de las obras, algunas incluso llegarán a medir más de nueve metros.

Regina Valdés vuelve a su ciudad natal y afirma que realmente «nunca se ha ido». Se siente «muy española», a pesar de vivir en Nueva York desde hace años. Sus hijos solo han tenido la oportunidad de visitar la ciudad de las raíces de su familia una vez, por lo que «el centro de su abuelo será una oportunidad para visitarla» promete la abogada. «Mi padre siente una gran responsabilidad hacia el público y quiere hacerlo lo más rápido posible», explica la descendiente del creador. También ha transmitido la emoción que siente su progenitor por el proyecto, y ha asegurado su voluntad de viajar hasta Valencia para organizar e impulsar el recinto que recibe su nombre.

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Gracias a las «prisas» de Valdés, se prevé que la exposición esté lista para finales de 2026 o principios de 2027. En octubre se firmará la licitación de unas obras que empezaron a negociarse desde el punto de vista artístico y técnico desde hace más de cinco meses.

María José Catalá ha expresado su agradecimiento por el amor y entusiasmo que está poniendo la familia en este proyecto. La alcaldesa apunta el Espai Valdés como parte de la estrategia cultural que quiere centrar en el barrio de Ruzafa. Lo ve como una forma de reafirmar la «identidad» valenciana y hacerle un hueco en el ámbito internacional. «Un parque dentro de un parque: un espacio donde el arte y la naturaleza dialogan y las esculturas salpican el espacio», así describe la alcaldesa el museo. El proyecto que se prevé desarrollar contempla un espacio «donde las obras no sólo se contemplan, sino que se encuentran y se cruzan en el camino, desdibujando los límites entre interior y exterior», en palabras de María José.