Turistas en la plaza de la Reina durante una ola de calor del pasado verano. J. L. BORT

Valencia se asoma a 300 días de calor al año y jornadas de 50 grados

Un estudio de la UPV advierte que la ciudad podría sufrir veranos casi permanentes por culpa de las altas emisiones de gases y el cambio climático a finales de siglo

Pablo Alcaraz

Valencia

Sábado, 15 de noviembre 2025, 11:39

Las olas de calor dejarán de ser episodios excepcionales para convertirse en una constante del clima mediterráneo. Las cada vez más altas temperaturas registradas en Valencia tienen visos de culminar en un nuevo fenómeno climatológico que pondrá en jaque el día a día de los valencianos: la ciudad se verá sumida en un verano casi permanente a finales de siglo como consecuencia del cambio climático. Así lo avala un estudio desarrollado por un equipo del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) y del Departamento de Urbanismo de la Universitat Politècnica de València (UPV), que analiza la evolución histórica y futura de estos eventos ocurridos en el Cap i Casal entre 1979 y 2100, para alertar de que a finales de esta centuria habrá 300 días de cálidos cada año y jornadas con valores superiores a los 50 grados en el escenario más extremo.

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Tal y como recoge este estudio, publicado en la revista Urban Climate, la frecuencia de olas de calor ha aumentado de manera notable en las últimas décadas -con dos nuevos episodios por década desde la década de los ochenta- y su duración media ha pasado de menos de diez a casi 25 días. Pero lo más preocupante es lo que podría ocurrir a finales de siglo: si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, Valencia podría enfrentarse a una «temporada de calor» casi permanente.

«Estamos viendo cómo los veranos se alargan y los episodios de calor se intensifican. Si no se toman medidas urgentes de mitigación, la ciudad podría vivir hasta seis meses seguidos con riesgo térmico elevado y alcanzar temperaturas que superen los 50ºC», explica Ana Fernández-Garza, investigadora del IIAMA y autora principal del estudio.

En este estudio, el equipo de la UPV ha incorporado como variable el índice de calor, un indicador que combina temperatura y humedad para evaluar el impacto real del calor sobre las personas. Según los resultados, el aumento de la humedad relativa amplificará el estrés térmico y elevará el riesgo de golpes de calor, especialmente entre personas mayores, niños y colectivos vulnerables.

Posibles escenarios

El estudio contempla tres escenarios de emisiones. En el más optimista -que supone una reducción drástica de gases de efecto invernadero-, el número medio anual de olas de calor en Valencia se duplicará respecto a los valores actuales, con picos de temperatura que superarán los 40ºC y una duración media de 15 días por episodio.

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En el intermedio, con políticas de mitigación parciales, la ciudad experimentaría entre seis y ocho olas de calor cada verano, algunas de más de 30 días consecutivos y un aumento del índice de calor hasta los 45ºC.

Y el más pesimista, aquel en el que no se produce una reducción significativa de emisiones, proyecta una temporada cálida de abril a noviembre, con temperaturas extremas que podrían superar los 50ºC de sensación térmica y olas de calor prolongadas durante casi la mitad del año.

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«El número, la duración y la intensidad de las olas de calor aumentan de forma continua. Si no se actúa, podríamos enfrentarnos a un escenario en el que el verano prácticamente no termine, con 300 días anuales de calor extremo en escenarios de altas emisiones», señala Eric Gielen, investigador del departamento de Urbanismo de la UPV

Más zonas verdes y refuerzo sanitario

El equipo investigador -formado por Ana Fernández-Garza, Eric Gielen, Manuel Pulido-Velázquez, Dariana Ávila-Velásquez, Adrià Rubio-Martín y Héctor Macián-Sorribes- trabaja en una revisión profunda de las estrategias urbanas y de salud pública.

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Entre las medidas de adaptación recomendadas, proponen incrementar la vegetación y las superficies verdes, promover cubiertas frías y materiales reflectantes, crear refugios climáticos y sistemas de alerta temprana y diseñar políticas urbanas centradas en la salud y la equidad climática.

«El cambio climático no es un fenómeno futuro, es una realidad que ya afecta a nuestras ciudades. Valencia, como otras ciudades mediterráneas, necesita prepararse para convivir con el calor extremo de forma segura y resiliente», concluye Gielen.

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El estudio forma parte del proyecto europeo The HUT (Human-Tech Nexus - Building a Safe Haven to Cope with Climate Extremes), financiado por el programa Horizon Europe.

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