Hacia una Marina del siglo XXI
Resuelto el nudo burocrático, la fachada marítima de Valencia busca retomar la actividad tras ocho años a medio gas con nuevas vidas para los tinglados o los Docks
Corría febrero de 2023 cuando desde Marina de Empresas deslizaron que Barcelona era una opción más que atractiva para hacer crecer Lanzadera. La innovación, convertida ... ya entonces en el viento que empujaba las velas de la fachada marítima, corría peligro de sufrir un severo revés porque el Ayuntamiento arrastraba los pies para ceder, como había prometido, los tinglados 4 y 5 al vivero de empresas de Juan Roig. La promesa se había dado en verano de 2022, cuando el siempre sonriente alcalde Joan Ribó fue a hacerse fotos junto al mar. Pero desde entonces, de forment, ni un gra. Tanto es así que Roig avisó. Entonces, sí, Compromís intentó acelerar la cesión. Pero luego llegaron las elecciones y la vara de mando cambió de manos. Este episodio, lejos de ser anecdótico, desvela la inacción en la que durante 8 años ha estado inmersa la Marina, que ahora busca adentrarse en las procelosas aguas del siglo XXI de forma acelerada.
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No es fácil porque, como le gusta decir a la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ahí había importantes nudos, nudos marineros enquistados por casi una década a la intemperie y sometidos a las inclemencias del tiempo, con un Ayuntamiento que no terminaba de tener muy claro qué hacer con la Marina y que, además, tenía que discutirlo todo con Puerto y Generalitat en el siempre complicado Consorcio 2007. Desde su llegada al poder, Catalá ha centrado parte de su acción de gobierno en la zona. Se ha liquidado el ente ya citado, que gestionaba la Marina; se ha constituido una comisión mixta con la Autoridad Portuaria a través de la cual han conseguido una inversión de 14 millones que mejorará el entorno del Edificio del Reloj y se ha desbloqueado la cesión de la base del Alinghi para la Marina de Empresas, donde ya se está levantando un nuevo edificio. Además, el Consistorio ha cedido la base de Iberdrola para Sesame y la antigua estación marítima a The Terminal Hub, donde se instalará IBM. El Ayuntamiento también ha adjudicado la concesión de la zona náutico-deportiva. Las empresas Serveis Marítims Port Eivissa (Sesmar) y Ocibar tienen un proyecto con una inversión de unos 85 millones de euros.
El PAI del Grao, la ansiadísima guinda del pastel
Para terminar de adencentar la Marina y su entorno, el Ayuntamiento se ha empeñado en el PAI del Grao. Sin el soterramiento de las vías de Serrería, primero prometido por el ministro de Transportes, Óscar Puente, y luego negado, es más complicado, pero el equipo de gobierno quiere ponerse manos a la obra y dar una solución al viejo circuito de Fórmula 1, convertido en uno de esos márgenes de la ciudad donde viven quienes no pueden hacerlo en otro sitio. El plan del Ayuntamiento es exigir 32 millones de euros a los promotores del circuito. Y es que inversores valencianos, del resto de España y también extranjeros se han interesado por edificar en los 380.000 metros cuadrados del PAI. Se pretende terminar de coser ese rincón de Valencia al resto de la ciudad, conectar con el entorno más cercano (esa ansiada conexión peatonal de Nazaret) y ofrecer alternativas de vivienda. De hecho, se contemplan 2.559 viviendas libres y 437 de protección oficial. La alcaldesa Catalá anunció que «en breve» presentarían el proyecto definitivo.
Vinculado con la zona está el proyecto del parque de Desembocadura de Nazaret, que permitirá saldar esa antiquísima deuda de la ciudad con el barrio que perdió su playa. Cabe recordar que, en este sentido, el anterior equipo de gobierno puso en marcha un concurso de ideas en el que ahora se basará el futuro parque, pero a nivel de actuaciones, Ribó convocó a los medios para derribar de un martillazo un muro de los terrenos de la vieja fábrica de Moyresa, donde se hizo un parque temporal.
Quedan cosas por hacer, por supuesto, en parte porque los espacios de la Marina están divididos entre tres gestores: el Ayuntamiento de Valencia, la Autoridad Portuaria y Marina Port Valencia. La gran patata caliente es el edificio de los Docks, que depende del Consistorio y que en su momento albergó una discoteca. El anterior equipo de gobierno lo dejó todo preparado para instalar en el inmueble un centro de datos, pero al PP nunca le gustó el plan. La justicia acaba de darle la razón al Consistorio respecto a la revocación del acuerdo de cesión, y ahora hay negociaciones activas respecto de la instalación en los Docks de un proyecto relacionado con la innovación. Cuestión aparte son los tinglados 4 y 5, que todavía no tienen un uso definido, y los restaurantes junto al Veles e Vents, sobre el parking, que sí tienen uso definido pero están 'okupados', según el Ayuntamiento, por quienes tenían la concesión hasta mayo. Este mes se presentarán las demandas de desahucio. El Ayuntamiento no ha querido este miércoles responder a las preguntas de este diario sobre qué planes hay para los edificios que dependen del Consistorio.
Marina Port tampoco respondió a las preguntas, pero en su página web se proyecta un edificio de oficinas al fondo de la Marina Norte, uno de coworking frente al restaurante abandonado, un centro de formación profesional y talleres relacionados con la náutica en la Marina Sur, una zona de vela en la marina seca; y otro espacio de restauración y un gimnasio en el varadero. Son proyectos que están en marcha. Pero las cosas de palacio van despacio.
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Contra viento y burocracia en la Marina
Y no digamos en el puerto. Preguntados por la situación de los locales que dependen de ellos, fuentes de la Autoridad Portuaria explicaron que están «aclarando» en qué condiciones están cada uno. Lo cierto es que según ha podido saber este diario, prácticamente todos tienen licitación en marcha. El Puerto pondrá 14 millones para arreglar la Marina. Además del entorno del edificio del Reloj (1,8 millones), se invertirán cinco millones se destinarán al paseo elevado de la Marina para rehabilitación, mobiliario y accesibilidad, mientras que otros 7,8 corresponden a la reordenación del muelle de la aduana. Las obras estarán a cargo de la APV y los fondos proceden del canon abonado de las concesiones por la ocupación de edificios que fueron retornados por el Ayuntamiento a la APV para que procediese a su licitación, como el caso de la base del Alinghi o las del Iberdrola.
Quedan en el tintero cuestiones como el skatepark la Pamela de Manolo Valdés, del que nada se sabe desde 2018, o un uso adecuado para el puente de la Fórmula 1, que fue uno de los iconos del gran premio de Europa pero que está prácticamente en desuso desde entonces. Mover el trasatlántico cuesta, pero todo es más fácil cuando el viento sopla a favor. Y parece que ahora lo hace.
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