Guerra en el mercadillo dominical de Valencia

En este tiempo han tenido que lamentar bajas: la renuncia de muchos compañeros y hasta la pérdida del presidente de la asociación, Francisco Campos.

Tras sobrellevar la pandemia, las obras de reforma de las plazas y cambiar su mercancía para adecuarla a la nueva norma del Ayuntamiento, aún les quedan fuerzas para seguir luchando por lo que consideran una injusticia, y es una mujer, la del presidente de la asociación, quien está empezando a tomar el relevo. «Me dijo que estaba volviendo a revisar todos los papeles de Paco, quiere volver a pelear, nosotros le apoyaremos», comenta Miguel que junto a su mujer prepara su parada. Desde los años ochenta están en esto de la venta en mercadillos, con permiso siempre en regla, pagando rigurosamente los impuestos, ganándose la vida…

«Así como así no nos pueden tirar porque los permisos tienen una vigencia, pero su intención es ahogarnos, agotarnos y que nos vayamos nosotros», dicen tanto Miguel como su mujer que está convencido de que el Ayuntamiento quiere ver desaparecer el mercadillo dominical. «Cuando entró Compromís lo dejó claro, quitaron lo que había en la Malvarrosa y ahora van a por esto, quieren que sea privado, como los mercadillos artesanales y medievales, o sea de bolsillo, y digo yo que si eso es un partido de izquierdas, pues vaya», replican. «Yo lo que espero es que dentro de poco ya no estén esos en el Ayuntamiento porque no nos han ayudado en nada, más bien lo contrario», añaden.

Para quienes llevan toda una vida vendiendo en el mercadillo dominical, lo que les produce esta situación es tristeza. Y así lo reconoce José, que vende discos y películas. «Las camisetas de grupos de música funcionaban muy bien, ahora las tengo ahí en cajas, no puedo sacarlas». Lo que no acaba de explicarse el vendedor es como el Ayuntamiento ha sentenciado la muerte de los vendedores. «Es que se supone que tendrían que ayudar, que apoyar al comercio, a nosotros, pero no, es una porquería lo que han hecho, se han cargado todo, hasta las tiendas de toda la vida de la zona, las de antaño».

Ahora echa un vistazo a su alrededor y de quien se acuerda es de sus compañeros. Calculan que han perdido un tercio de las paradas que había antes de que cambiaran las reglas del juego, pese a que la norma anterior estaba vigente hasta el 2026. «Han hecho lo que han querido y como han querido, han quitado a la gente que vendía bolsos, marroquinería, aquí al lado tenía una compañera que vendía flores...», recuerda José.

No se creen la excusa de la competencia desleal, porque no consideran que por la venta de estos productos durante un día a la semana puedan ocasionar ningún tipo de prejuicio contra otros comerciantes. «No hay comercios aquí, son todo bares, me parece que les molestamos y encima no nos quieren ni escuchar», dice otro José, vendedor en este mismo mercadillo que reivindica que para muchos a supuesto pérdidas de material y desembolso de dinero por tener que hacer cambios en la mercancía y el género. «Entiendo que la ropa ordinaria no se puede vender, pero aquí toda la vida se han vendido bufandas, sombreros, bolsos y bisutería», dice José que lleva más de 40 años también en la venta no sedentaria.

Van a pelear porque se niegan a quedarse de brazos cruzados. La intención de los vendedores que quedan aún con las paradas en pie es la de demostrar y denunciar lo que consideran un exceso. De lo contrario el futuro lo resume José: «El mercadillo del domingo es historia».