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Noche larga de nuevo la que han vivido los vecinos de Honduras. Con la llegada de mayo y del calor, los estudiantes celebran las ... graduaciones y comienzan las fiestas de final de exámenes. Aunque aún quedan diez días para el inicio de la primera convocatoria, parece que algunos residentes de un conocido centro de la calle Serpis empezaron las celebraciones antes de tiempo porque en la noche del jueves llegaron incluso a tirar fuegos artificiales, tal como ha denunciado la Asociación de Vecinos de la Plaza de Honduras y Adyacentes.
No es la primera vez que los residentes en la Damià Bonet generan problemas, pero en esta ocasión han ido demasiado lejos. «Anoche montaron dentro de la residencia un escándalo hasta la medianoche que se oía en todo el barrio. El 092 no cogía las llamadas y tuvimos que avisar a la USAP que una hora después nos informaba que enviaban una patrulla. Hubo hasta fuegos artificiales y después follón en la calle en sus salidas a otros lugares para continuar la fiesta», lamentan desde la entidad. «La fiesta duró unas tres horas y ningún responsable de la residencia puso orden. Además de que no cogían el teléfono. Esta residencia ha sido un problema para el barrio desde su apertura», insisten.
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El lanzamiento de fuegos artificiales terminó con una gran ovación por parte de los chavales, reunidos, según diversas fuentes, en el aparcamiento de la residencia, donde hasta la seguridad privada de la Universitat de València llegó a personarse, sin intervenir. La fiesta continuó después fuera del centro, por lo que grupos de personas salieron por espacio de una hora para dirigirse a otros locales, «siempre entre gritos», como reconoce una vecina de la calle Serpis. «Fue inaguantable», lamenta. Los jóvenes llegaron a dificultar el tráfico rodado porque se adentraban en la rotonda situada a la entrada de la residencia sin tener en cuenta el paso de coches.
Los vecinos temen que la llegada del calor aumente las molestias, aunque la palabra quizá no es «temer», porque saben que así ocurrirá. La asociación está a la espera de la sentencia sobre la Zona Acústicamente Saturada (ZAS), que debería ser inminente, e insiste en que el principal problema son las terrazas de los locales de restauración, donde se ofrece local a precio reducido. En algunas vías como la misma Serpis hay cientos de mesas que dificultan incluso el paso peatonal. El Consistorio todavía no quiere hablar de reducción de terrazas como se ha hecho en los alrededores de la plaza del Cedro, con un resultado no todo lo bueno que se esperaba, todo sea dicho, pero ciertamente es una opción que habrá que poner encima de la mesa.
Y es que las medidas que ha puesto en marcha el Ayuntamiento en la zona, consistentes en presencia policial y baldeo de las calles, no han surtido el efecto esperado. No se descarta que vuelva el vallado de las plazas, como se hacía en tiempos del gobierno de Joan Ribó, pero los residentes en la zona creen que son necesarias actuaciones más contundentes que, en su opinión, pasan por una reducción de los horarios de las terrazas, lo que se conseguiría mediante la declaración como ZAS del entorno de la plaza de Honduras, y más control de los lateros ilegales.
Ya en septiembre de 2023, un grupo de 300 personas organizó un macrobotellón en las vías del tranvía en la avenida Tarongers, en las inmediaciones de la conocida residencia Galileo Galilei. La concentración se dispersó cuando llegaron las patrullas pero, más tarde, otro grupo de 150 alumnos aproximadamente acudió a la Damià Bonet donde los estudiantes profirieron cánticos referentes a lo «subnormales» que son sus residentes o «puta resa, puta resa, eh». Mientras, los de la Damià Bonet respondían con un elocuente «Galileos hijos de puta», tal como ha podido saber este diario. Además, hubo lanzamiento de huevos, harina y basura la fachada.
Días más tarde, la Policía Local tuvo que intervenir en otra reunión de novatadas en el parque de la calle Albalat dels Tarongers, presuntamente organizada por estudiantes de la Galileo Galilei. Estos alumnos también suelen ponerse cerca de la tapia del cementerio del Cabanyal, en una zona a oscuras, donde pueden hacer las novatadas sin que nadie les observe.
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