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Sábado, 9 de mayo 2020, 01:43
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¿Ha aumentado el número de aves en Valencia durante el confinamiento? Esta es una pregunta que muy posiblemente han rondado la cabeza durante las semanas de encierro dentro de las viviendas. Por la ventana se veía a poca gente acudiendo a comprar mientras las aves se convertían en las 'amas' del espacio anteriormente ocupado por los humanos. Palomas, cotorras, gorriones y un sinfín de especies que han vivido un periodo de tranquilidad anormal para el que estaba siendo su día a día en la ciudad. El confinamiento ha coincidido con el inicio de la época de nidificación, por lo que se podría llegar a pensar que la falta de actividad humana en las calles ha 'provocado' que aumente el número de aves en la ciudad, extremo que desde Seo Birdlife Valencia acotan y detallan. Todo está en la percepción.
El coordinador de la asociación en Valencia, Mario Giménez, explica a LAS PROVINCIAS cómo ha afectado el confinamiento humano a las aves y resto de animales comunes en la ciudad. «A día de hoy sí podemos decir que han estado más tranquilos, con mayor vegetación al no haber poda, con cambios de comportamientos al no estar asustadas, pero también han podido tener menos comida al faltar gente, eso depende de la especie», expone Gimémez.
«Tras estas semanas de encierro, lo que hay que ver ahora en la 'nueva normalidad' es cómo cambia la situación», adelanta el coordinador de SEO Birdlife Valencia a la hora de analizar la situación actual de las aves en la ciudad. No existen datos consolidados ni tendencias generalizadas, por lo que cada especie tendrá una variación diferente a otra por el confinamiento. «Lo que sí es seguro es que al haber menos gente en la calle, las aves se han confiado más y se han podido ver en lugares y de formas que antes no ocurría. Es una mera percepción: al no haber actividad llaman aún más la atención y parece que exista mayor número», explica Mario Giménez.
La clave de la situación poblacional de las aves en Valencia, atendiendo al criterio del responsable de Seo Birdlife en el cap i casal, habría que analizarla pasados unos meses, ya que coincidió el inicio del confinamiento con el comienzo del periodo de nidificación, por lo que «las puestas de huevos sí han podido ser más tranquilas, incluso dar más crías por la situación, pero, por ejemplo, después haber menos comida para alimentar, por lo que todas las crías no se han podido mantener», aventuraba Giménez, incidiendo en que «el periodo de confinamiento no es suficiente como para que haya aumentado el número de aves en la ciudad».
Siguiendo en la misma línea, Mario Giménez apuntaba a la diversidad de factores a la hora de la expansión poblacional de las aves, poniendo de ejemplo al chorlitejo patinegro, ave que anida en las playas próximas a la Albufera: «Podríamos pensar que esta situación permite que su cría sea mayor esta temporada, pero con los temporales de inicio de año la playa se redujo, por lo que algunos nidos quedaron arrasados por el agua, y otros nidos se situaron entre las dunas de El Saler y esa es zona de paseo de la gente con sus mascotas, por lo que lo que parecía una situación idónea se ha convertido en un problema y este año ha sido una mala temporada».
Con este ejemplo, el propósito del coordinador es mostrar como el aumento poblacional, si se da, no responderá únicamente al confinamiento humano. «En los últimos años ha habido un aumento constante del número de cotorras, como la Argentina y la Kramer, en Valencia, por lo que podemos pensar que este año será igual y su población habrá aumentado, pero no será exclusivamente por el encierro de los humanos y el vacío de las calles y plazas», explica Giménez antes de apuntar que «si ahora se han visto más número es porque ha cambiado, por ejemplo, el hábito de las aves, ahora están más visibles al no haber humanos, por lo que ahí está la clave: es una percepción».
Ahora las aves se escuchan cada vez que desciende el tráfico rodado. Algunos cantos han vuelto al cielo al alba. Son sonidos que ha recuperado una ciudad confinada, que como ha ocurrido en otros casos ha servido para que los diferentes animales aumenten su radio de acción y movimiento. Su confianza a la hora de buscar alimento, su mayor tiempo de vuelo, ha permitido que sean más visibles, que sus plumas llamen más la atención entre una Valencia tranquila.
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