El experto en sueño Carlos Egea sobre el insomnio: «Si los síntomas duran más de tres meses, pasa a convertirse en una enfermedad crónica»

Dormir bien es tan esencial para la salud como una buena alimentación o la práctica regular de ejercicio físico. Sin embargo, muchas personas no le prestan la atención que merece, y eso, según los especialistas, pasa factura. El insomnio no es solo una molestia puntual: puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica si se prolonga en el tiempo. Así lo advierte Carlos Egea, presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño y responsable de la Unidad de Sueño del Centro Médico Quirónsalud de Bilbao.

El doctor Egea, con una dilatada trayectoria dedicada a la investigación del sueño, insiste en que los trastornos para dormir no deben infravalorarse. La falta de descanso repercute directamente en el estado físico y mental. «No descansar adecuadamente no solo genera fatiga, sino que a largo plazo puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos e incluso problemas cognitivos», explica.

Según datos recientes, el insomnio afecta a aproximadamente un 15% de la población española, un porcentaje que tiende a crecer en épocas de estrés o con los cambios de estación. Este trastorno se diagnostica cuando la dificultad para conciliar o mantener el sueño tiene consecuencias en la vida diaria, como la falta de concentración, irritabilidad o bajo rendimiento.

Pero no todos los casos son iguales. Tal y como señala Egea, «si los síntomas duran más de tres meses, pasa a convertirse en una enfermedad crónica», una situación que requiere intervención médica y seguimiento.

Entre los factores que desencadenan este tipo de trastornos, el experto señala la dificultad para desconectar de los problemas cotidianos. Y, aunque el refrán diga que es bueno «consultarlo con la almohada», en la práctica puede ser todo lo contrario. Dormir mal también impacta en el estado de ánimo y en la capacidad de gestionar el estrés diario, según detalla.

Con el reciente cambio al horario de verano —que tuvo lugar el pasado 30 de marzo—, muchas personas notan una alteración en su rutina de descanso. ¿Qué se puede hacer para facilitar la adaptación y mejorar la calidad del sueño? Egea propone una serie de pautas claras: «No hay fórmulas mágicas, lo más razonable es acostarse siempre a la misma hora, evitar cenas abundantes y hacer una pausa mental antes de dormir», asegura.

También recomienda evitar las pantallas electrónicas antes de entrar en la habitación. Las imágenes y situaciones que se experimentan a través de móviles, tabletas o televisores afectan directamente al sueño. «Si no nos desenganchamos con tiempo suficiente, nos impide dormir», afirma.

Otro mito habitual es el de intentar «recuperar el sueño» durmiendo más los fines de semana. Aunque una siesta breve puede ser beneficiosa, Egea recuerda que lo más importante es la constancia. «Nuestro cuerpo sigue ritmos circadianos que regulan el sueño, por lo que mantener horarios de descanso estables es fundamental», concluye.

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