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La permeabilidad intestinal puede causar molestias por inflamación e intolerancias. Fotolia

Cómo evitar la permeabilidad intestinal, la patología que puede producir inflamación e intolerancias

En los últimos años se ha consolidado como un problema emergente, frecuentemente ignorado o subestimado por la medicina convencional

Tamara Villena

Valencia

Jueves, 26 de junio 2025, 01:27

Lo que comemos y el resto de nuestro hábitos tienen un impacto directo en nuestra salud y, aunque se tienda a pasar por alto, todo esto deja su huella en nuestro sistema intestinal y su funcionamiento. Es muy habitual pasar por alto un dolor de estómago o la molesta sensación de hinchazón e inflamación tras una comida, pero no prestar atención a las señales de nuestro organismo puede hacer que diagnostiquemos y tratemos tarde un problema mayor.

En los últimos años, la permeabilidad intestinal se ha consolidado como una patología emergente, frecuentemente ignorada o subestimada por la medicina convencional. Lejos de tratarse de una simple alteración digestiva, esta condición se perfila como un punto de origen crítico para procesos inflamatorios sistémicos crónicos, autoinmunidad y fenómenos de intolerancia alimentaria adquirida; muchos de los cuales evolucionan sin una clara etiología diagnosticada en la consulta médica habitual.

¿Qué es la permeabilidad intestinal?

El intestino delgado humano está recubierto por una monocapa de células epiteliales conectadas por uniones estrechas (tight junctions) que regulan el paso selectivo de nutrientes y la exclusión de moléculas nocivas. Cuando esta barrera pierde su integridad funcional, se produce lo que se conoce como «intestino permeable» o «leaky gut».

Este fenómeno permite el paso de antígenos alimentarios, toxinas, bacterias y otros componentes proinflamatorios a través del epitelio hacia el torrente sanguíneo, activando el sistema inmunológico y promoviendo una inflamación crónica de bajo grado que puede progresar hacia enfermedades autoinmunes o intolerancias alimentarias múltiples.

Relación con la histaminosis alimentaria no alérgica

Un aspecto aún más desconocido es la asociación entre la permeabilidad intestinal y la histaminosis alimentaria no alérgica (HANA). A diferencia de una alergia clásica o una intolerancia digestiva (como la lactosa), la HANA involucra una respuesta inmuno-neuroendocrina desregulada ante alimentos ricos en histamina o sin histamina.

En individuos con barrera intestinal alterada, estos compuestos pueden cruzar con mayor facilidad y activar vías inflamatorias sin que haya mediación de IgE, confundiendo al diagnóstico habitual.

Permeabilidad, inflamación sistémica y autoinmunidad

Cada vez hay mayor evidencia que vincula la permeabilidad intestinal con enfermedades como artritis reumatoide, tiroiditis de Hashimoto, psoriasis, lupus eritematoso sistémico y esclerosis múltiple. La alteración de la microbiota, junto con la disfunción de la barrera intestinal, actúa como gatillo inmunológico, favoreciendo el desarrollo o agravamiento de estas condiciones.

Asimismo, muchas intolerancias alimentarias adquiridas son consecuencia de este proceso, no su causa. La exclusión dietaria puede aliviar los síntomas, pero no revierte la disfunción de base si no se trata el intestino de forma integral.

Tratamiento: más que caldos de hueso y glutamina

Existe una percepción errónea, difundida principalmente en redes sociales, que sugiere que la recuperación de la permeabilidad intestinal se logra simplemente con glutamina, colágeno o caldos de hueso. Si bien estos elementos pueden tener un rol en ciertos contextos, su aplicación es limitada, y en algunos casos, incluso contraindicada.

Por ejemplo, en pacientes con antecedentes de tumores sólidos, el uso de glutamina o compuestos promotores del crecimiento celular puede ser potencialmente riesgoso. Además, el enfoque terapéutico requiere una estrategia médica compleja, prolongada y personalizada, basada en análisis clínicos, estudio de microbiota, genética nutricional (nutrigenética) y regulación inmunológica. No se trata de un protocolo estandarizado, y no debe ser instaurado por nutricionistas, health coaches o terapeutas sin formación médica específica.

La rehabilitación intestinal realista y eficaz requiere un mínimo de tres años de intervención médica multidisciplinar, seguimiento constante y un abordaje individualizado.

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