La joven que quiere rejuvenecer los abanicos
Empar Hoyo creció viendo a su padre fabricar palmitos, y después de un viaje a París decidió darle una vuelta a una tradición que en Valencia viene de lejos. La firma que ha creado la joven quiere llegar a un público diferente
Su padre es el dueño del tradicional taller de abanicos Celso-Hoyo, una empresa ubicada en Alaquàs fundada en el año 1969. Empar nació y ... se crió entre varillas y, a pesar de que estudió ingeniera de gestión de empresas en EDEM, su Erasmus en París le sirvió para enamorarse una vez más del utensilio valenciano: «Allí los abanicos no se utilizan por su funcionalidad, sino como un símbolo de estatus. Los fabrican con mejores materiales, incluso hacen fiestas que giran en torno a ellos», cuenta.
Estaba escrito, pues, que sería ella quien, algún día, trataría de reinventar la función del abanico. «Algo que en mi familia siempre nos ha dado mucha pena es que la gente los guarde en el bolso, por eso al empezar a diseñar hicimos modelos con un cabo para poder llevarlos colgados», cuenta la valenciana, quien asegura que su objetivo «es que se visualice como un accesorio, alejándolo de su funcionalidad. Que se pueda llevar como un 'charm' colgado en el capazo o en un bolso».
Cuando empezó a idear su producto, Empar buscaba algo que lo distinguiera del resto y que lo convirtiera en un accesorio llamativo y deseado. Empezando por el tamaño, decidió fabricar abanicos de la medida de caballero, «los que llevan los hombres a los toros y a las bodas», lo que los hace más cómodos y más fáciles de llevar. Para la madera, utilizó una de las más exclusivas, la de peral, que es también muy ligera. Y para añadirles el toque final, que se ha convertido en su sello distintivo, decidió pintar a mano en un color llamativo la primera varilla de cada unidad, llamada 'cabera', resaltando así más aún el proceso artesanal por el que están confeccionados. «Si compras un abanico que no está pintado a mano lo más probable es que salte la pintura», remarca.
En su primera colección, la firma presenta seis abanicos diferentes, cada uno con una combinación de colores que se establecerá como los básicos de la marca, pues su idea es continuar lanzando modelos a través de lanzamientos cápsula más innovadores y creativos.
Su familia ha sido un pilar fundamental en la creación de Voira. La sabiduría y el bagaje de su padre y la elegancia y la mirada estética de su madre han sido claves en el desarrollo de la marca: «De mi padre tengo el saber hacer. Él me da muchas ideas y me resuelve dudas de las que no sabes a quién preguntar. Gracias a él tengo toda la información necesaria para poder competir en el sector; es como una enciclopedia, sabe cosas que en Internet no puedes encontrar», dice Empar. De su madre, que es arquitecta técnica e interiorista, «siempre digo que es mi directora creativa. Me ayuda con todo y a la gente le encanta ver que somos madre e hija. Al principio venía conmigo a los mercadillos por apoyo, ahora viene porque nos lo pasamos muy bien».
En el futuro, le encantaría «acompañar a la gente en momentos especiales de su vida a través de abanicos únicos, que las personas confíen en mí para diseñar juntas un abanico exclusivo y único», confiesa. «También me gustaría hacer de esta una profesión más digna; es un oficio que está muy desamparado y merece más reconocimiento, por su tradición y por su valor artesanal».
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