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El mundo cambia a pasos agigantados y, con él, las empresas ya no buscan lo mismo que hace cincuenta años. En el pasado, quizás priorizara el intelecto o, mucho antes, la fuerza física. Ahora, por el contrario, prima la capacidad de adaptación y las dotes emocionales. O eso es lo que indica María Guijarro, directora de Investigación e Innovación Educativa de ESIC Business & Marketing School en el campus de la Comunidad Valenciana.
Guijarro está al frente del estudio 'Gestión del talento intergeneracional', del que ya se han extraido unas primeras conclusiones de gran interés para el tejido empresarial. De hecho, dichas conclusiones serán presentadas este jueves 24 de abrildentro de una jornada en la que se hablará de la IA y el cambio de perspectiva en la empleabilidad junto a representantes de Boyden internacional y NTTdata. Vamos hacia un modelo de empresa que busque adaptabilidad y empatía en sus trabajadores frente a las labores automáticas que serán absorbidas por la IA. Vamos hacia empresas cuyo cuerpo de trabajadores esté nutrido por personas de cuatro generaciones diferentes. Vamos también hacia una alta volatilidad de los jóvenes, cuyas pretensiones ya no estarán marcadas tanto por la cultura del esfuerzo, sino por la búsqueda de la creatividad y la felicidad.
-El 24 de abril presentáis las conclusiones del estudio 'Gestión del talento intergeneracional'. ¿Puedes darme algunos titulares? ¿Cuáles son, a grandes rasgos, esas conclusiones?
-Lo primero es que hay una clara escasez de un determinado tipo de perfiles profesionales. También un aumento de la vida laboral y roces entre generaciones que trabajan en una misma empresa. Ahora mismo, en las empresas se entremezclan boomers, millennials, generación x y centennials. Cada generación tiene sus pros y sus contras: los boomers tienen la cultura del esfuerzo, pero son inmigrantes digitales. Los x son más consumistas y fomentan más las relaciones laborales de confianza. Los millennials son muy buenos aprendices y emprendedores, y son resilientes. Y los centennials son nativos digitales. Son más creativos y autodidactas, y abandonan más fácilmente un trabajo. Encajar todas estas diferencias en una empresa es difícil. En determinados sectores como el de las nuevas tecnologías, la alimentación, el consumo, la distribución o el software vimos que, por lo general, los jóvenes son más volátiles. Ahí viene la gran pregunta: ¿qué hacemos para captar su talento?
-Al principio de los tiempos la captación de talento se basaba en la fuerza. Después, en la segunda mitad del XX, en la inteligencia verbal y analítica; y ahora, quizás, en la ambivalencia y la capacidad para aprender competencias nuevas y diversas. Previsiblemente la próxima era estará marcada por la IA. ¿Qué talento se buscará y se intentará retener en el futuro?
-Ahí viene una de las cuestiones más interesante del estudio. No tenemos una bola de cristal, pero estamos seguros de que se buscarán más habilidades de adaptación al cambio. Personas que sean proactivas, autodidactas y empáticas. Las soft skills serán importantísimas, porque son habilidades que, de momento, la IA no puede desarrollar.
A veces nos parece que apoyarnos en la IA sea un insulto a nuestro trabajo. Pero nada más lejos de la realidad. Cuando se creó la lavadora, la gente pudo dejar de lavar a mano y empezar a hacer otras cosas de mayor repercusión y valor añadido. Así ocurre siempre. El pensamiento crítico y analítico no van a ser sustituidos por la IA, que sustituirá lo mecánico. Las personas tendrán que discernir y pensar, y para eso será imprescindible la comprensión emocional y la creatividad, y también será muy importante saber hacer las preguntas correctas, o como ahora se dice, las 'smart questions'.
-En la encuesta global de 2024 sobre la Fuerza Laboral del Futuro de Grupo Adecco, de los 35.000 encuestados, un 13% afirmaban haber perdido su puesto por causa de la IA. ¿De verdad no supondrá un problema teniendo en cuenta el mundo tan productivista en el que vivimos?
-Es cierto que la IA va a sustituir puestos que no tengan valor añadido, pero esto siempre ha ocurrido. Aparecerán otros nuevos, no hay que lamentarse, sino adaptarse a lo nuevo.
-¿Dirías que, en general, hoy es incluso más importante la inteligencia emocional que el coeficiente intelectual a la hora de buscar talento? ¿Es esto una realidad efectiva en las empresas?
-El coeficiente es algo necesario a la hora de buscar talento, pero, desde luego, la situación de mercado y la coyuntura social de máxima incertidumbre en que vivimos, hacen que la inteligencia emocional sea más necesaria que nunca. Sí, incluso más que la intelectual. Hay grandes mentes que se han venido abajo por carecer de esta inteligencia.
-De vuestro informe, de hecho, se extrae que el 62% de las empresas no tienen necesidades formativas. Tenemos una generación hiperformada y con mucha titulitis ¿Hemos cometido un error como sociedad en este sentido?
-Creo que se deberían hacer más prácticas. En ESIC hacemos prácticas casi desde el principio. Ocurre que muchos jóvenes salen al mercado laboral sin ninguna experiencia, y ahí hay un problema. No todos tienen la oportunidad de hacer prácticas desde bien pronto, y eso es una pena.
-Más de la mitad de las empresas valencianas, según vuestro informe, no tienen asalariados. ¿Cómo casa esto con un modo de vida en el que debemos trabajar para vivir?
-La situación macroeconómica indica que el tejido industrial va a ir cada vez más hacia modelos como el de los autónomos o los emprendedores. Cada vez hay más pymes y micropymes. Quizás llegue un tiempo en que todos seamos emprendedores y las empresas dejen de ser tal y como las conocemos. A lo mejor esta es una de las formas que acaban surgiendo, del extremo de la gran empresa al otro extremo, el del profesional liberal. Desde luego, es necesario que la empresa se adapte a las intergeneraciones que tiene entre sus empleados, una mezcla ya no solo intercultural, sino también intergeneracional, insisto. Hay muchas diferencias en el seno de una empresa. Estamos en un contexto distinto, así que debemos actuar en base a la situación actual, y eso exige repensar rápido, porque todo va muy de prisa hoy en día.
-¿Cómo es el trabajador perfecto del mañana?
-Cuando le preguntas a ese trabajador si sabe hacer algo y te dice que no sabe pero que lo aprenderá.
-¿Eres optimista o pesimista con respecto al futuro teniendo en cuenta todo lo que hemos hablado?
-Soy realista, y me gusta pensar en un futuro óptimo para mis hijos y mi alumnado. Me gusta mi país, mi ciudad. Así que me gustaría que ellos tengan una sociedad competitiva en la que puedan seguir creciendo.
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