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Durante más de dos décadas, la comunidad china en España ha sido una de las más influyentes en el ámbito del emprendimiento, especialmente en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA). Los primeros negocios creados por este colectivo se centraron principalmente en el comercio de proximidad: bazares, tiendas multiprecio y restaurantes. Estos establecimientos, que fueron parte fundamental del paisaje urbano en numerosos barrios, marcaron la huella de los emprendedores chinos en el país. Un ejemplo claro de este auge inicial fue el Polígono Industrial Cobo Calleja en Madrid, que se consolidó como centro neurálgico de importación y distribución de productos de consumo.
Con el paso del tiempo, y a medida que los hábitos de consumo fueron cambiando, el panorama para los empresarios chinos también lo hizo. La última década ha sido testigo de una evolución en el perfil empresarial de la comunidad, que ahora se enfrenta a retos como el incremento de los costos de alquiler y suministros, la subida de precios y, por supuesto, la penetración del comercio online. Estos factores no solo han afectado a los autónomos nacionales, sino también a los negocios chinos, que se han visto obligados a adaptarse para seguir siendo competitivos en el mercado.
Frente a las predicciones de una supuesta salida masiva de los empresarios chinos del país, la realidad ha sido bien diferente. En lugar de desaparecer, los negocios chinos han iniciado una profunda transformación. Algunos bazares tradicionales han cerrado sus puertas, pero han dado paso a nuevas fórmulas comerciales mucho más alineadas con las tendencias actuales del mercado. El sector servicios ha sido uno de los principales beneficiados por esta reinvención: salones de belleza, tiendas de moda y complementos, comercios tecnológicos y servicios profesionales como academias, agencias de viajes o asesorías son ahora algunos de los sectores clave en los que los empresarios chinos están encontrando nuevas oportunidades.
El presidente de UPTA, Eduardo Abad, señala que, ante la desaparición del pequeño comercio tradicional, que ha afectado también a los negocios de autónomos de origen chino, «estos se han visto obligados a readaptarse y reinventarse». En lugar de seguir con la misma fórmula, «han sabido orientar sus esfuerzos hacia el sector servicios, que es ahora el principal ámbito donde están consolidándose las nuevas actividades económicas», añade.
Así, lejos de desaparecer, el emprendimiento chino en el país está evolucionando y, con ello, la comunidad se adapta a los nuevos tiempos y a las demandas de un mercado en constante cambio.
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