¿Tratamos bien a los mayores? Nueve ejemplos de maltrato cotidiano que no sabíamos que lo eran
Una publicación de Savia firmada por Sacramento Pinazo-Hernandis, María Navarro y Mary Martínez pretende poner el foco en aquellas situaciones diarias que suponen ningunear, infantilizar o negar derechos fundamentales a personas mayores
«La línea divisoria entre el trato adecuado e inadecuado es a veces muy frágil y sutil». Así lo explica el libro ¡Trato hecho!, una ... publicación de Savia firmado por tres mujeres, Sacramento Pinazo-Hernandis, María Navarro y Mary Martínez, y que pretende poner el foco en aquellas situaciones cotidianas en las que las personas mayores no son bien tratadas. Ni por parte de las instituciones ni por sus familias.
Por ejemplo, cuando se les infantiliza y se les trata como niños, cuando se usan nombres genéricos como 'abuelos' en lugar del nombre de cada persona, o se les tilda de lentas, sordas o torpes. Cuando se les habla con desprecio: '¿otra vez con las mismas batallitas?' o 'deja, ya lo hago yo que lo hago más rápido'. El libro habla de cinco necesidades humanas que en demasiadas ocasiones no se respetan, desde la ocupación, la inclusión social, el apego, la identidad y el confort.
En una de las residencias de mayores de Savia, donde han puesto en marcha medidas para humanizar los espacios y evitar situaciones de no respeto a quienes viven allí, vive Teresa. Esta mujer tiene un deterioro cognitivo y para ella es complicado ubicarse dentro de las instalaciones. Pero conoce perfectamente cuál es la puerta de su habitación porque está decorada con dedales. Ella siempre fue costurera y esos dibujos le reconfortan y le ayudan a ubicarse. Le dan identidad. También sucede con las pelotas de fútbol de Teodoro, y las residencias van convirtiéndose en un hogar, no sólo en esa institución donde han acabado viviendo sus últimos años.
Muchas veces sin darse cuenta, las personas cuidadoras faltan al respeto a las personas a las que cuidan al hacer caso omiso de sus preocupaciones, al hablar de ellos en su presencia sin incluirles en las conversaciones, usando gestos de aburrimiento cuando se expresan. «Estas conductas transmiten el mensaje de que las personas mayores son menos importantes, mentalmente incompetentes o ambas cosas», explican las autoras en el libro, que inciden en la necesidad de considerarles «adultos a los que hay que tratar con respeto, y con los apoyos adecuados podemos propiciar vidas más autónomas».
La toma de decisiones es otro de los derechos que tienen las personas, y que suelen perder en la vida en una residencia, por ejemplo. «Suelen tener poco control sobre aspectos de la vida cotidiana, como la alimentación, el sueño, el baño, la socialización, y poca intimidad y privacidad». Y Sacramento Pinazo-Hernandis, que es presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología y una de las voces más autorizadas en el trato a las personas mayores, pone ejemplos. «No tener llaves o candados que permitan tener sus cosas a recaudo, vulnerar su intimidad al entrar en las habitaciones sin llamar, interrumpir sus actividades...», a los que se suma el hecho de ser ignoradas y no atender sus necesidades.
La experta en gerontología advierte que la deshumanización es una vulneración de los derechos humanos y una forma de abuso, y la consecuencia que las personas se sienten menos valiosas, menos útiles, menos confiadas.
Ejemplos de abuso a los mayores
No escucharles. Escucharles de forma activa significa hacerlo con los oídos y el corazón a la vez, con plena conciencia e interés en lo que está diciendo la persona que tenemos delante.
No respetar su confidencialidad. A una persona la podremos ayudar mejor si sabemos cómo se encuentra, qué le sucede, y para ello se tiene que sentir cómoda y con la garantía de que puede contar lo que quiera sin que vaya a ser compartido. Además, propiciar charlas en espacios tranquilos donde haya privacidad.
No respetar su intimidad. Es un derecho fundamental recogido en la Constitución Española, y que se vulnera en demasiadas ocasiones. «Lo privado en una residencia es la habitación, el armario, el cuerpo..., y siempre debemos pedir permiso».
Sujeciones y sobremedicación. Las residencias Savia están acreditadas como centros libres de sujeciones. «Supuestamente son una herramienta de seguridad, pero la realidad es que pueden aumentar la gravedad de los problemas, además de vulnerar los derechos fundamentales de las personas», explican en el libro.
Infantilizar. La infantilización es otro de los maltratos cotidianos: las personas mayores no llevan pañales, en todo caso absorbenes, ni baberos infantiles, como mucho una servilleta. Tampoco andan con tacatá, sino con andador, y es importante tratarles como adultos, sin usar palabras en diminutivo o con la voz cantarina que se usa con los bebés.
Cosificar y despersonalizar. Cada persona tiene un nombre que le identifica, y es mucho más que un diagnóstico. Es importante respetar los gustos de la persona, sus hábitos, sus preferencias en la ropa, interesarse por la historia de su vida, y no dar por sentado que la edad es un impedimento para formar parte de la sociedad.
No validar emociones. La ayuda al apego significa dar valor a las emociones de la persona, entenderle como miembro de pleno derecho de la sociedad, además de sentirse querida, importante.
Aislar. Las personas somos seres sociales que necesitamos relacionarnos, e integrar a las personas mayores en proyectos intergeneracionales contribuye a la enseñanza y a transmitir cultura y tradiciones. La inclusión social también tiene que ver con no sobreproteger ni decidir por ella. Que cuente las cosas desde su manera de percibir el mundo. Que no se sienta fuera de escena.
Propiciar el aburrimiento. Todos necesitamos estar ocupados, y proponer actividades que les motiven a participar puede hacer su día a día más feliz y mejorar su bienestar.
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