Cronotipos, o por qué unas personas preferimos madrugar y otras trasnochar
Nuestro cuerpo genera patrones naturales para dosificar nuestra energía y nuestro descanso
Que cada persona es única es algo más que una frase hecha. La genética así lo evidencia, pero en nuestro día a día, los niveles ... de energía y capacidad de descanso de cada uno de nosotros refuerza aún más esa tesis de exclusividad. Y ahí, cobran especial papel los cronotipos. Una suerte de patrones biológicos que regulan en qué momento del día estamos más activos o más cansados, según factores como la luz, la temperatura o la hora. Con esa información, generan un estado vital en el que unas personas se sienten más activas en las primeras horas del día y otras, sin embargo, no funcionan bien hasta entrado el día.
Y ahí, la neurociencia ha clasificado los patrones más comunes en tres categorías: los madrugadores o alondras; los vespertinos o búhos: y los intermedios. Objetivamente, el 75% de la población está en ese término medio en el que no hay un patrón claro y en determinados momentos de nuestra vida, la tendencia se unifica. Por ejemplo, los adultos tienden a preferir las mañanas y los adolescentes, las noches.
Los cronotipos se dividen principalmente en tres tipos:
-Madrugadores: son las personas que se sienten más enérgicas durante las primeras horas del día. Madrugan sin problema aunque el despertador suene temprano. Su pico de productividad está en esas primeras horas de la mañana y en la tarde bajan sus niveles de energía.
-Vespertinos: son las personas que tienen más energía durante la tarde o la noche. Les cuesta mucho madrugar y concilian el sueño a altas horas de la madrugada.
-Intermedios: No se sienten especialmente activos ni cansados en un momento específico del día y se adaptan con facilidad a los horarios.
Conociendo estos tres tipos de cronotipo, para poder identificar al grupo al que pertenecemos hay que estudiar los hábitos que cada uno de nosotros tenemos en nuestro día a día. Si cuando suena el despertador aún tenemos sueño pese a haber dormido un buen número de horas, o si te notas con más energía en las primeras horas. Con esa información podemos adaptar nuestro ritmo de vida para optimizar la energía y el descanso. Ahí entran en juego nuestros ritmos circadianos, los ciclos diarios que regulan nuesro sueño. Y la relación entre ambos conceptos es muy clara. Si somos capaces de conocer nuestro ritmo circadiano podemos hacer algo tan sencillo como descansar en las horas en las que mejor calidad de sueño podemos tener o al revés.
Conocer nuestro cronotipo no sólo es útil para mejorar nuestra productividad, sino también para optimizar nuestra salud y reduce nuestro riesgo de padecer problemas propios de nuestros días como el estrés crónico o el jet lag social. ¿O no te has acostado algunas veces más tarde de lo que te gustaría? La especialista en neurociencia Tamara Pazos, reflexiona en uno de sus libros sobre los cronotipos. «Entiendo que hay personas que quizá prefieran no luchar contra su predisposición genética y tener un justificante para no madrugar. Pero también soy capaz de imaginar a la industria adaptándose a nuestros biorritms. Imagino un uso distópico en el que esta predisposición se use para contratar a las personas que se ajusten mejor a determinados horarios de producción. Hay que procurar usar esto para nuestro beneficio personal y no para un proceso de recursos humanos», dice.
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