Borrar
Urgente El nuevo precio del tabaco desde hoy, en el estanco y con recargo: cambia en Marlboro, Chesterfield o Phillip Norris

Michelle arrasa

La Reina y la primera dama reivindicaron un mundo donde las niñas no se queden en casa cambiando pañales.

FRANCISCO APAOLAZA

Viernes, 1 de julio 2016, 20:55

Anunciaron que subía al escenario Michelle Obama y los teléfonos móviles se elevaron al cielo casi negro de la sala: la escena quedó reflejada en más de quinientas pantallas brillantes, como si el mundo se proyectara en un cristal roto en mil pedazos. En todo aquel show de expectación casi eléctrica por la presencia de la primera dama de Estados Unidos junto a la Reina Letizia, en ese esperado duelo de vestidos y tacones de aguja, la señora Obama, abogada, 52 años, metro ochenta y cinco de altura, hizo lo imposible: dio un discurso y la escucharon.

Abajo, en el patio de sillas blancas y ordenadas, aguardaban seiscientas jóvenes de todo el país de entre 16 y 24 años, con los vestidos de domingo y la risa floja. Michelle había venido a reclutar sus voluntades y a presentar en España el programa 'Let the Girls Learn' (Dejad que las niñas aprendan), que lo puso en marcha hace dos años con la colaboración de su esposo. A las que tuvo ayer delante les comentó que había escuchado alguna de sus historias, que estaba muy orgullosa de ellas y que tenían mucha suerte de haber nacido en un país donde se puede acceder a una buena educación de forma gratuita, pero que en el mundo hay 62 millones de chicas sin ninguna oportunidad. A los españoles les han hablado tanto y tan mal los políticos que cuando da un discurso un poderoso, por lo general, la gente tuerce el morro. No fue el caso. Poco a poco, la conferencia institucional de Michelle fue calando con mensajes claros, directos y emotivos. Les dijo que en Liberia es casi un milagro que las familias puedan pagar los estudios de sus hijas y que en Marruecos solo un 14% de las jóvenes siguen pegadas a los libros a partir de los 12 años. «Imagínate que a esa edad te dicen que dejas de ir a la escuela, que te tienes que casar con un hombre que te dobla los años y que te vas a dedicar a tener hijos». Las presentes dejaron de hacer fotos con el teléfono.

Les contó también que en España y en Estados Unidos se mide a hombres y mujeres con diferentes varas, que ellos cobran más y que ella misma, que sudó «muchísimo» para pagarse la carrera, escuchó al licenciarse que cuándo iba a ser mamá. «La falta de recursos no es el único problema», apuntó, mientras dibujaba una sociedad en la que «el hombre que trabaja mucho es ambicioso y la mujer, una egoísta»; donde «el hombre que cambia un pañal es un héroe y la mujer que lo hace no es nada porque hace lo que se supone que tiene que hacer». Entonces, les retó: «Tenéis lo que esas niñas de esos países no tienen, voz». En ese momento se cruzó el espíritu de Malala Yousafai en aquel discurso en la ONU, argumentando que con un bolígrafo y un cuaderno se puede cambiar el mundo. «Decid a vuestro hijo que puede llorar un poco más y a vuestra hija, que puede ser un poco más autoritaria. Quedarse sentadas moviendo la cabeza por las pobres niñas de África no va a servir de nada. El desafío es cambiar las cosas y si creéis que no, que es demasiado grande, pensad en el desafío de esas jóvenes que pelean por seguir teniendo una educación».

Cuando terminó, hubo un segundo y medio de silencio y el auditorio rompió en un aplauso cerrado. Después, la Reina se soltó en inglés con tono de bienvenida. De pronto, no importó quién había venido, sino lo que había dicho. Allí estaban la vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría; la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, que le regaló un collar con el 'skyline' de Madrid; la presidenta del Banco Santander, Ana Patricia Botín; y la exvicepresidenta del Gobierno María Teresa Fernández de la Vega. Después, todo regresaron los selfis y Michelle consiguió lo imposible: que no se hablara de su vestido ni del de doña Letizia, su «querida amiga». De alguna manera, algo ya está cambiando. Se juntaban la Reina y la primera dama de la gran potencia mundial y no había alabarderos, ni pelucas, ni caballos de gala: solo un grupo de jazz versionando a Radiohead. «Ha sido muy inspirador», recordaba a la salida Cristina Sánchez, que se gradúa hoy en Relaciones Internacionales en la Complutense, consciente de «la brecha enorme que hay entre hombres y mujeres». Aunque ayer se marchó a casa convencida que «eso podía cambiar».

«Nos entendemos»

«La Reina y yo somos madres de dos hijas y quizás por eso nos entendemos», confesó. Cuando se encontró con Doña Letizia en el escenario, se tomaron por las manos y Michelle le dijo «gracias». Alrededor de esa escena, centenares de policías, helicópteros, perros detectores de explosivos y el sur de Madrid convertido en un búnker de seguridad. Lo cruzaba la delegación norteamericana en un pequeño, negro y brillante microbús con las lunas tintadas. En ese vehículo llegaron al palacio de La Zarzuela. Con las fotos de verano en el jardín de la residencia real, salió a la luz la crónica rosa: la Reina lucía un vestido rojo de Nina Ricci y Michelle hacía un guiño a España con un diseño vaporoso de Delpozo. No trascendieron las fotos del encuentro con las Infantas Leonor y Sofía, al estilo de aquellas con el príncipe George de Inglaterra en las que el heredero posó en albornoz. Después, la primera dama se fue de tapas a La Castela, un restaurante de comida tradicional española en el barrio de Salamanca: no faltaron los milhojas de ventresca ni el rabo de toro.

Sasha y Maila, las dos hijas del matrimonio, que acompañan a su madre en el viaje, pasaron la mañana de compras por la Gran Vía. Hablan castellano y adoran España. Su abuela, que las acompaña en este tour, acudió al acto del Matadero, aunque permaneció en un discreto segundo plano.

Hace seis años, las Obama ya pasaron unos días en Andalucía. La mayor de la familia, Maila, que cumple 18 años el lunes (Día de la Independencia), va a tomarse un año sabático para viajar antes de matricularse en Harvard, como sus padres. Se había rumoreado que podría pasar el verano de prácticas en la embajada de EE UU en Madrid, aunque esos puestos están reservados por el Departamento de Estado a los alumnos de tercer y cuatro curso. Esta mañana la familia volverá a Washington, aunque regresará pronto. Michelle acompañará al presidente el próximo 9 de julio en su primer viaje oficial a España. Aún se recordará su discurso.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Michelle arrasa

Michelle arrasa