Javier Valiente, en Nueva York: «No me interesa encajar, he venido a ensanchar el caos»
El artista viaja a la capital donde todo parece estar permitido para tomar nuevas ideas, y que tienen que ver con el mundo de la moda. «Mis proyectos podrían entrar en una pasarela o en un museo. No me interesa la etiqueta, sino el impacto», asegura Valiente
Quique Camps
Miércoles, 16 de julio 2025, 00:41
Mi cita de hoy es con Javier Valiente, más conocido como Revolution. Artista multidisciplinar, creador nato, diseñador gráfico con alma de escultor, publicista con ojo ... de artista y artista con mirada publicitaria. La entrevista podría haberse hecho en su estudio de Valencia, entre bocetos, pantallas y piezas a medio construir. Pero esta vez nos cruzamos el océano para encontrarnos en Nueva York, donde Javier acaba de pasar unas semanas explorando la ciudad que nunca duerme. «Hay algo en esta ciudad que te pone en alerta, te obliga a mirar, a reinterpretarlo todo», me dice mientras paseamos por el SoHo, móvil en mano, cámara encendida, emitiendo un directo para sus seguidores: «Un paseo por Manhattan».
No es una entrevista al uso, porque Valiente tampoco es un artista al uso. «No me interesa encajar. No he venido a Nueva York a buscar una fórmula. He venido a ensanchar el caos», bromea. Y sin embargo, en su mirada hay una precisión quirúrgica: estudia cómo se mueve la gente, cómo se visten, cómo combinan un abrigo de plumas con unas zapatillas de running, o una tote bag de galería con una camiseta de merchandising reciclado. «Esto es lo que me interesa. Esta fusión entre la cultura pop, el espectáculo, la gráfica callejera y la vida real. El arte que se lleva puesto, la moda, el arte que se come, que se camina».
Pop, cartelería y Broadway
«Soy hijo del mundo gráfico», dice Valiente con una naturalidad que lo explica todo. Creció entre tipografías, planchas y tintas gracias al negocio familiar. De ahí saltó al diseño gráfico, pero enseguida entendió que su camino no era solo una disciplina, sino muchas: el cartel, la escultura, el espacio público, la instalación, el vídeo, la intervención urbana. Como un Andy Warhol mediterráneo —cita inevitable en nuestra charla—, Valiente navega entre formatos con la soltura del que ha entendido que la forma también es un mensaje.
«Me fascina la cartelería de Broadway», me dice mientras señala un teatro de Times Square. «Es exagerada, dramática, pero tiene algo sagrado. Me interesa eso: cómo el arte se convierte en espectáculo, y el espectáculo en símbolo». Javier ha incorporado esas referencias a su universo creativo, fusionándolas con su amor por lo gráfico, por lo tipográfico, por el color. En sus obras hay ecos de los rótulos comerciales antiguos, de las luces de neón, de los códigos visuales del pop más clásico, pero pasados por el filtro de alguien que ha vivido las Fallas por dentro, que ha quemado esculturas, que sabe que todo mensaje arde.
Procesos y pasiones
Le pregunto por su proceso creativo y sonríe: «Es una mezcla entre intuición, documentación y obsesión». Siempre parte de una idea clara, una emoción o un conflicto que quiere representar. «Luego viene el momento de absorber referencias, pasear, mirar, llenarme de estímulos hasta que algo hace clic. Y ahí empiezo a construir». Puede ser una pieza gráfica, una intervención escultórica o una campaña institucional. No diferencia entre arte y encargo, porque en ambos pone el mismo rigor. «Trabajo desde la emoción, pero con cabeza. Me gusta que las piezas funcionen, que comuniquen algo real».
En su móvil guarda cientos de fotos tomadas estos días: escaparates, peinados, carteles, bodegas del Bronx, cafés de Williamsburg, sillas de diseño en una peluquería coreana de Chinatown. Todo puede ser material de trabajo. «Nueva York te lo da todo si estás dispuesto a observar».
Arte y sociedad, una conversación constante
«Creo que el arte tiene la responsabilidad de hacer preguntas», me dice cuando le pregunto por su relación con lo social. «No me interesa tanto dar respuestas, sino señalar contradicciones. Vivimos tiempos complejos, confusos. El arte puede ser una linterna o un espejo». En sus proyectos institucionales ha sabido moverse con esa doble mirada: cercana y crítica. Desde campañas navideñas para la Generalitat Valenciana hasta proyectos con la Diputación de Valencia o los Gay Games 2026, Valiente propone mensajes que apelan a la emoción sin renunciar a la potencia visual.
«La gente no necesita que le griten. Necesita que le toquen el alma», me dice mientras observamos una obra en la galería David Zwirner. Me habla de cómo le influyen los artistas que trabajan con identidad, con memoria, con discurso político. Pero también de la ligereza como valor. «No todo tiene que ser trascendente. A veces, una buena tipografía en una pared lo dice todo».
Entre la moda y la cultura visual
Le pregunto por la moda y me sorprende con una afirmación que parece sacada de una tesis: «La moda es el arte más inmediato que existe. Es cuerpo, es identidad, es lenguaje». Me cuenta cómo en Nueva York ha visto desfilar tendencias que se mezclan sin pudor: minimalismo escandinavo con joyas gigantes, colores topo con fluorescentes, tejidos técnicos metalizados con lentejuelas, que combinan con el estilo sporty, vestir con ropa de deporte «Todo está permitido. Y eso me encanta. Me inspira». Y añade: «Siempre he pensado que lo que llevamos encima dice mucho de nosotros, igual que lo que colgamos en nuestras paredes».
Valiente se siente cómodo en ese cruce entre moda, arte y comunicación. «Mis proyectos podrían entrar en una pasarela o en un museo. No me importa la etiqueta. Me interesa el impacto». En su carpeta de futuros hay ideas para colaboraciones con diseñadores, colecciones cápsula, instalaciones que combinan textil y escultura. «Tengo ganas de llevar mi trabajo a otros territorios. De explorar más el cuerpo, la escenografía, lo efímero».
Proyectos y horizonte
Antes de despedirnos, hablamos de futuro. Valiente no da demasiados detalles, pero me deja intuir que 2026 vendrá cargado de fuego y color. Literalmente. La próxima falla en la que está trabajando lleva por título Mentides en construcció, una obra que remite al lenguaje del arte contemporáneo y a la idea de las verdades frágiles que nos construyen. «Es una reflexión sobre lo que creemos firme y no lo es. Sobre cómo edificamos realidades con discursos que se tambalean».
También está gestando una nueva intervención gráfica en Valencia y una posible exposición que reúna sus trabajos más recientes entre arte, diseño y espacio público. Pero su mirada ya está puesta más allá. «Soy muy ambicioso. Me apetece salir de mi zona de confort, trabajar en otras ciudades, en otras demarcaciones. ¿Por qué no en Nueva York? Los retos no me asustan. Creo que en Valencia he podido desarrollar muchos de los proyectos que soñaba cuando empecé, pero ahora necesito abrir nuevas puertas, explorar otras escenas, seguir creciendo».
Volvemos al hotel entre luces, taxis y música que sale de algún local escondido. Javier mira alrededor y dice: «Nueva York es como un collage en movimiento. Igual que mi cabeza. Aquí todo se mezcla. Y yo, en medio, recojo los fragmentos que me sirven para seguir creando».
Una revolución personal. Una estética propia. Un artista que observa el mundo con ojos gráficos y lo transforma en emoción visual.
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