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La familia Flores asiste a la boda del año en Xàbia
Paty Sánchez-Flores y Javi Millet se casan en la iglesia de San Bartolomé rodeados de invitados conocidos y enorme expectación
Exultantes. Tanto Quique Sánchez Flores como su hija Patricia, a quien cariñosamente llaman Paty, se mostraban emocionados y felices al llegar a la iglesia de ... San Bartolomé de Xàbia, donde la joven estilista entraba para darle el sí quiero a Javier Millet, un abogado especialista en derecho deportivo con quien sale desde hace siete años. Fue en Andorra donde el pasado mes de noviembre se comprometieron, y desde entonces ha habido una cuenta atrás de preparativos que culminaron ayer con una celebración que contó con la presencia de una parte del clan Flores y la organización de la valenciana Lorena Oliver, que ha contado con la ayuda de la madre de la novia, Pato Casanova. En la puerta de la iglesia se dejaron ver Lolita y su hija, Elena Furiase, muy unida a la novia, y que no quisieron perderse el último enlace del clan de los Flores. Aunque no se puso delante de las cámaras, también estaba presente la abuela de la novia, Carmen Flores, hermana de Lola Flores y una de las personas a las que más cariño tiene su nieta.
Hacía mucho calor en Xàbia ayer por la tarde cuando comenzaron a aparecer los primeros invitados. Los testigos iban vestidos de frac, como el novio y el padrino, y entre ellos se encontraba, por ejemplo, el marido de Elena Furiase, Gonzalo Sierra. La novia desveló el vestido, diseñado por Inuñez Atelier, al salir del vehículo con el que llegó a la iglesia de Xàbia, un traje palabra de honor con escote en forma de media luna y un fular a modo de velo que, como ella misma adelantó hace unas semanas, iba a tener mucho que ver con su personalidad. El pelo lo llevaba recogido en un moño desenfadado, y también llamó la atención la pulsera joya y las calas blancas que le servían de ramo, sujetas con una cinta de color burdeos.
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Los novios han elegido Xàbia para su enlace por su estrecha relación con la comarca de la Marina, ya que los dos han veraneado siempre en la zona. La familia materna de Paty Sánchez-Flores está muy vinculada a Moraira, donde durante décadas han disfrutado de una casa en primera línea del Portet de Moraira.
Entre los invitados también se pudo ver a Alejandra Rubio, hija de Terelu Campos y amiga de la novia, y su marido, Carlo Costanzia, que entraron juntos a la iglesia. Al salir, una nube de invitados esperaba a los novios, que no podían ocultar su felicidad tras la ceremonia que les ha convertido en marido y mujer. Él mismo fue quien colocaba la cola del vestido de su ya flamante mujer, mientras una nube de fotógrafos y de gente con móviles no quería perderse ningún detalle de la pareja que ha unido a los Flores con dos familias de la burguesía valenciana, los Millet, reconocidos abogados, y los Casanova. El apellido materno de la novia ha dado a Valencia presidentes de club, como Luis Casanova, empresarios y abogados, como Manel Casanova, que fue el artífice de traer la Copa América a la ciudad y abuelo de Paty Sánchez-Flores.
Los padres de la novia, que hace dos años decidió emprender una carrera en el mundo del estilismo de moda mientras cursaba sus estudios en Derecho, se conocieron en Valencia, cuando Quique Sánchez Flores estuvo vinculado al club, y fue en Santa Bárbara donde se casaron. La pareja tuvo cuatro hijos, y Paty es la mayor. Hasta allí, como pasó ayer, acudió parte del clan Flores.
Después de la ceremonia religiosa en Xàbia, en la misma iglesia donde se casó hace dos años la influencer Marta Lozano y Lorenzo Remohí, los recién casados y sus invitados se desplazaron hasta Casa Santonja, una finca dedicada a la celebración de eventos ubicada en Beniarbeig que está considerado uno de los edificios más bellos de la provincia de Alicante. Allí la novia se cambió de vestido para lucir uno más cómodo, también diseño de Inúñez.
La vida de Paty, por el trabajo de su padre, ha sido muy nómada. En una entrevista en LAS PROVINCIAS contaba que se ha llegado a cambiar trece veces de colegio, y ha vivido en ciudades como Dubai o Londres. Afincados en Madrid, Paty y Javi no olvidan sin embargo sus raíces valencianas, y de hecho vuelven cuando pueden. Por ejemplo, para visitar a Carmen Flores, quien vive en Valencia desde que su hijo le comprara hace ya unas décadas una casa en la ciudad, mientras que es más que probable que los veranos de la pareja recién casada estén muy cerca de la Marina y del lugar donde han sellado su unión.
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