La desconocida playa donde se refugian quienes quieren empezar de cero
Cerca del turístico Puerto Vallarta, en México, se encuentra un lugar paradisíaco que se llama San Pancho, donde hay hoteles sostenibles, calles sin asfaltar, arquitectura tradicional mexicana y una oferta gastronómica saludable que permite pensar en que se trata de algo parecido al paraíso
Mi destino era Puerto Vallarta, la ciudad turística situada en la costa del Pacífico del estado mexicano de Jalisco famosa por sus playas, la vida ... nocturna y los deportes acuáticos. Allí debía de atender unos temas profesionales y todavía me quedaban cuatro días por delante, así que investigué en redes y pregunté a amigos de la zona para dar con algún lugar más especial y menos frecuentado por turistas. Alquilamos un coche y conducimos rumbo al norte alrededor de una hora hasta llegar a San Francisco, conocido también como San Pancho, una localidad costera ubicada en el municipio de Bahía de Banderas, en el estado occidental de Nayarit.
El discurrir de la carretera nos iba dando una pista de lo que nos íbamos a encontrar pues, conforme avanzaba la ruta, nos adentramos en paisajes más frondosos y menos urbanizados. Tras transitar un camino de tierra llegamos a Witari, un pequeño hotel boutique sostenible rodeado de selva con unas vistas estremecedoras a la playa. Lo primero que hicimos tras instalarnos fue caminar hasta San Pancho, un paseo de diez minutos que hicimos por la orilla del mar sobre una arena fina que, llegado un momento, se funde con la calle sin asfaltar de un pueblo del que te enamoras al instante o al que nunca llegas a entender, como esas grandes pasiones no consumadas que muchos albergan en algún lugar de su corazón.
Eran cerca de las nueve de la mañana cuando yo sentí un flechazo fulminante. Los puestos ambulantes de fruta cortada y de artesanía empezaban a desplegar su oferta colorida, en la acera perros, gallos y algún caballo transitaban en libertad, integrados en un espacio en el que nadie parece tener prisa. Las casas, de estilo rústico y relajado, combinan elementos de la arquitectura tradicional mexicana con patios interiores plagados de verde y balcones de postal. Estudios de yoga, restaurantes de diseño y pequeños hoteles boutique se integran con discreción brindando una oferta saludable sin perturbar la armonía de ese paraíso que los locales tratan de resguardar de las fauces de lo global. En sus terrazas puedes degustar tacos de camarón, pescado a la parrilla, chimichangas rellenas de ostiones frescos y margaritas celestiales.
La playa combina el mar bravo del Pacífico en azul cristalino, con arena fina y dorada, con un manto verde pintado de palmeras que acaricia el agua y unas puestas de sol indómitas cuya belleza te deja sin aliento. Si uno quiere disfrutar de un día de playa tiene a su disposición el beach club Tierra Tropical, que ofrece diseño y lujo bien entendido a precios asequibles, cócteles en la hamaca y música escogida. Al caer la tarde algunos locales colaboran creando pequeños refugios en la arena para que las tortugas bebé puedan cobijarse durante la noche y, al amanecer, emprender el trayecto de sus vidas, unos pocos metros plagados de riesgos que estos voluntarios les ayudan a sortear para que puedan disfrutar de una larga existencia en el mar. Sayulita o Huanacaxtle coronaron un viaje irrepetible.
Dos camareros nos contaban la historia de algunos residentes que habían dejado sus vidas en Denver, Bruselas o Sao Paulo para instalarse allí. «¿Y si fuera yo?», fue la pregunta con la que me entregué al sueño con el rugir del mar de fondo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
- Temas
- Arquitectura
- Mexico
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.