Viernes, 22 de febrero 2019, 20:07
En casa de Ximo Tébar se respira arte por los cuatro costados. Lo singular de esta vivienda, que él define como híbrida, reside en que se trata en sí misma de un estudio de grabación, pues está toda ella interconectada e insonorizada de manera que es posible grabar discos en su interior. Además, el salón, configurado como si fuera un escenario, es un espacio abierto que gira en torno a un piano de cola y una batería. En ocasiones, el lugar se transforma en una improvisada galería de arte. Eso ocurre cuando Rebeca Planas, pareja de Ximo, recibe a clientes o galeristas interesados en sus obras y las paredes se cubren de los cuadros de la artista. Ximo vivía en un piso en Valencia pero alquilaba plantas bajas para poder ensayar. Decidió entonces buscar un espacio grande que le permitiera tener en el mismo sitio la casa, el estudio, el almacén y los instrumentos. Así, el compositor encontró una nave en Carlet y diseñó una casa para artistas en la que nunca deja de sonar el jazz.
Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
En casa de Ximo Tébar se respira arte por los cuatro costados. Lo singular de esta vivienda, que él define como híbrida, reside en que se trata en sí misma de un estudio de grabación, pues está toda ella interconectada e insonorizada de manera que es posible grabar discos en su interior. Además, el salón, configurado como si fuera un escenario, es un espacio abierto que gira en torno a un piano de cola y una batería. En ocasiones, el lugar se transforma en una improvisada galería de arte. Eso ocurre cuando Rebeca Planas, pareja de Ximo, recibe a clientes o galeristas interesados en sus obras y las paredes se cubren de los cuadros de la artista. Ximo vivía en un piso en Valencia pero alquilaba plantas bajas para poder ensayar. Decidió entonces buscar un espacio grande que le permitiera tener en el mismo sitio la casa, el estudio, el almacén y los instrumentos. Así, el compositor encontró una nave en Carlet y diseñó una casa para artistas en la que nunca deja de sonar el jazz.
Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
En casa de Ximo Tébar se respira arte por los cuatro costados. Lo singular de esta vivienda, que él define como híbrida, reside en que se trata en sí misma de un estudio de grabación, pues está toda ella interconectada e insonorizada de manera que es posible grabar discos en su interior. Además, el salón, configurado como si fuera un escenario, es un espacio abierto que gira en torno a un piano de cola y una batería. En ocasiones, el lugar se transforma en una improvisada galería de arte. Eso ocurre cuando Rebeca Planas, pareja de Ximo, recibe a clientes o galeristas interesados en sus obras y las paredes se cubren de los cuadros de la artista. Ximo vivía en un piso en Valencia pero alquilaba plantas bajas para poder ensayar. Decidió entonces buscar un espacio grande que le permitiera tener en el mismo sitio la casa, el estudio, el almacén y los instrumentos. Así, el compositor encontró una nave en Carlet y diseñó una casa para artistas en la que nunca deja de sonar el jazz.
Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
En casa de Ximo Tébar se respira arte por los cuatro costados. Lo singular de esta vivienda, que él define como híbrida, reside en que se trata en sí misma de un estudio de grabación, pues está toda ella interconectada e insonorizada de manera que es posible grabar discos en su interior. Además, el salón, configurado como si fuera un escenario, es un espacio abierto que gira en torno a un piano de cola y una batería. En ocasiones, el lugar se transforma en una improvisada galería de arte. Eso ocurre cuando Rebeca Planas, pareja de Ximo, recibe a clientes o galeristas interesados en sus obras y las paredes se cubren de los cuadros de la artista. Ximo vivía en un piso en Valencia pero alquilaba plantas bajas para poder ensayar. Decidió entonces buscar un espacio grande que le permitiera tener en el mismo sitio la casa, el estudio, el almacén y los instrumentos. Así, el compositor encontró una nave en Carlet y diseñó una casa para artistas en la que nunca deja de sonar el jazz.
Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
En casa de Ximo Tébar se respira arte por los cuatro costados. Lo singular de esta vivienda, que él define como híbrida, reside en que se trata en sí misma de un estudio de grabación, pues está toda ella interconectada e insonorizada de manera que es posible grabar discos en su interior. Además, el salón, configurado como si fuera un escenario, es un espacio abierto que gira en torno a un piano de cola y una batería. En ocasiones, el lugar se transforma en una improvisada galería de arte. Eso ocurre cuando Rebeca Planas, pareja de Ximo, recibe a clientes o galeristas interesados en sus obras y las paredes se cubren de los cuadros de la artista. Ximo vivía en un piso en Valencia pero alquilaba plantas bajas para poder ensayar. Decidió entonces buscar un espacio grande que le permitiera tener en el mismo sitio la casa, el estudio, el almacén y los instrumentos. Así, el compositor encontró una nave en Carlet y diseñó una casa para artistas en la que nunca deja de sonar el jazz.
Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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Texto: Elena Meléndez | Fotos: Damián Torres
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