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La casa premiada con identidad valenciana y vistas al océano
Esta vivienda, reconocida con varios premios, está ubicada sobre un acantilado en la isla de La Gomera y está diseñada por el arquitecto Ángel Fito, que cumple una década de profesión con una máxima, la de la «sinceridad arquitectónica»
Hay proyectos que nacen con unas características especiales sólo por el lugar en el que se ubican. Ocurrió con esta vivienda ubicada en lo alto ... de un acantilado en La Gomera y que tiene firma valenciana, la del arquitecto Ángel Fito. «La parcela estaba ubicada en un terreno de forma irregular, con forma de haba, y que inquietaba mucho a los clientes», cuenta el arquitecto. Los propietarios no querían una casa convencional, de planta regular o cuadrada, pero tampoco querían que tuviera formas curvilíneas.
Así que el estudio de Ángel Fito se puso en marcha y realizó un profundo análisis del entorno, desde la topografía, el desnivel, la orientación o la vegetación, y decidieron adaptarse por completo a la geometría del terreno. «Transformamos esas curvas orgánicas de la parcela en líneas rectas que se ajustan al terreno, surgiendo así una forma única, distinta y especial: ángulos rectos sin ser un simple rectángulo».
La ubicación ya de por sí era muy especial, con un frente que mira al océano con toda su fuerza en dirección a un horizonte protagonizado por el Atlántico pero también por la silueta del Teide. «Se definió desde su concepción como una ventana frente al mar, expresión que resume esa voluntad de abrirse sin reservas al paisaje. De hecho, la apertura principal del hogar se materializa en una gran cristalera orientada al azul del mar, diseñada para capturar luz, aire y vista, mientras el porche actúa como filtro: suaviza el sol, controla el calor y permite vivir cómodamente cada momento del día.
En contraste, la fachada trasera, hacia la calle y la urbanización, se asienta más opaca y cerrada, buscando privacidad, refugio y calma. El programa responde plenamente a la orientación hacia el exterior: garaje para varios vehículos, zonas de instalaciones, mercado de espacios comunes como salón, cocina y comedor amplios, habitación de invitados y sala de juegos, todos dirigiendo su mirada al mar y la piscina. En la planta alta, la suite principal surge como un refugio íntimo con vestidor y baño, acompañada de otras dos habitaciones amplias con baños privados. Una claraboya cenital introduce luz generosa al corazón de la vivienda.
La expansión internacional de Ángel Fito
Ángel Fito ha aprendido en una década de profesión que la claridad ahorra dinero, la paciencia evita errores y el detalle dignifica el conjunto. Desde Valencia, está en plena expansión internacional con retos como el I+D en diseño pasivo o una gestión cada vez más humana.
El proyecto enfrentó también el reto de la distancia: diseñado desde Valencia para materializarse en Canarias. «Para que nada se perdiera en el camino, mi socio Carlos y yo viajábamos cada dos o tres semanas para supervisar la obra, y contratamos a un aparejador local que estuvo en contacto continuo con nosotros. Esa colaboración fue esencial para que cada detalle, cada unión, tornillera o cambio de material se ajustara al concepto original».
Auténtico y emocional
«Sentimos desde el principio que esta vivienda no era sólo construir un espacio habitable, sino crear un diálogo con el mar: que cada amanecer, cada ola, cada luz del atardecer fuera parte de lo cotidiano dentro de la casa», explica Ángel Fito, que recuerda una tarde en obra, «viendo cómo la luz golpeaba la gran cristalera frente al océano, proyectando reflejos que parecían moverse como el mismo mar». Ahí supo que habían logrado algo más que un diseño, una emoción. «'Una ventana frente al mar' no es sólo uno nombre poético, es la intención del proyecto cristalizada: que cada ventanal, cada alineación de muros, cada sombra proyectada, está pensada para despertar sensaciones, para respirar paisaje, para que los propietarios, al abrir los ojos, sientan la amplitud del horizonte».
Para el arquitecto valenciano hubo otra circunstancia que le permitió comprobar que no era un proyecto más. «Ver cómo promotores, técnicos, albañiles, carpinteros, todos se vuelcan, porque creen, no sólo porque están contratados. Esa complicidad humana, esa pasión compartida, es lo que convierte los materiales y los planos en algo vivo».
Y el resultado superó las expectativas. «La vivienda no sólo se ha llevado el premio al mejor diseño del año y un premio especial en los galardones que entrega Porcelanosa, sino un lugar que inspira tranquilidad, asombro y orgullo. Ha sido un paso decisivo para nosotros, no sólo por los reconocimientos, sino porque este proyecto ha resonado con personas, nos ha abierto puertas y nos ha confirmado que cuando confías en el diseño, en la emoción, en la sinceridad arquitectónica, se puede construir algo que trasciende planos y estructuras».
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