Ver 11 fotos
Juanfran suelta amarras con Mazón
En nuevo president trata de integrar a todas las sensibilidades del PPCV, limar diferencias con la oposición y fortalece un Consell enfocado para la gestión
Juan Francisco Pérez Llorca es un presidente de pueblo. Un dato que no es peyorativo sino que muchos defienden que es su principal valor. Es más, hay quien asegura que ese perfil es el único que puede salvar al Partido Popular, el de la calle, el de volver a recuperar sensaciones después de un año de calvario. Esos mismos que defienden el gen de la política local como el primera paso para tomar impulso apuestan que Juanfran, porque para el colectivo es Juanfran, será el candidato de los populares en los comicios del último domingo de mayo de 2027 si se cumplen los plazos electorales. En el partido hay quien defendía con vehemencia que en las primeras decisiones del nuevo president no se le podía dar cabida al continuismo de la gestión de Mazón y que la ruptura, a todos los niveles, era necesaria y pertinente. En este primer paso, el jefe del Consell ha dejado su impronta a todos los niveles.
El PP, según coinciden varias fuentes del partido, necesita en este momento un perfil muy próximo al ciudadano, sencillo, casi sin aura porque entienden que es el primer paso para recuperar un proyecto vapuleado por la dana y que se ha encontrado con el rechazo de muchos de los votantes que han visto en Vox una alternativa -las encuestas así lo reflejan-. La dimisión de Mazón, esperada en una gran parte de las filas populares, ha abierto otro escenario con tiempo suficiente para recuperar, aunque no todo, parte del tiempo perdido. Más que ganar, el objetivo es no perder más.
El PPCV no necesita un influencer -apuntan en privado- sino sólo un currante que se aleje del marketing de las redes sociales y apueste por políticas de carne y hueso, de las que se labran en la política municipal. Llorca ha sido concejal en Finestrat desde las elecciones de 2003 y a partir de ahí ha cubierto etapas como alcalde, diputado provincial y 'fontanero' de partido, lo que le permite conocer el partido desde todas sus caras. Un tipo normal, que es su mayor aval.
Juanfran Pérez Llorca, el nuevo presidente del Consell, ha soltado amarras respecto a la etapa de Carlos Mazón. El primer paso, pedir «perdón» sin dobleces a las familias de las 230 víctimas de la dana y a los damnificados por la riada del 29 de octubre. La petición de exigir responsabilidades al resto de las administraciones pasa siempre por reconocer el error propio de la ausencia, y así lo defiende el nuevo president, que está abierto a esta primera reunión con las asociaciones de víctimas -dar continuidad al comisionado es un aviso de sus intenciones-.
Al gesto público, al de la aproximación a las víctimas, se une el de la reconciliación política en el seno del PP y en su relación con el adversario, al menos con el principal partido de la oposición donde pretende recuperar la cordialidad que siempre ha existido en el respeto a las reglas del juego. Llorca quiere romper el bloqueo con el PSPV, al que abre las puertas tanto a su incorporación al consejo de À Punt como a su presencia en la Mesa de Les Corts. El nuevo presidente considera que el factor institucional es importante para mostrar altura de miras como máximo dirigente de la Comunitat. La pretensión de reunirse con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, es una forma de tender unos puentes que no existían hace una semana debido a una situación política castigada por la dana.
El otro flanco es el interno, donde la foto robada con la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, el pasado 20 de noviembre minutos antes de que el de Finestrat registrara su candidatura, era sinónimo de aproximación tras unos días donde se habían evidenciado las diferencias entre el sector de Alicante con el apoyo de los presidentes provinciales y la alcaldesa de Valencia, que ahora mismo es el cargo más sólido del PP en la Comunitat. Los votos de la capital cuentan.
La relación entre Mazón y Catalá nunca fue idílica. El nuevo president sabe que necesita a la alcaldesa de Valencia para colmar todas sus aspiraciones porque el PP no cumplirá nunca objetivos sin los votos del cap i casal. Es mejor sumar que continuar divididos y por eso la presencia de cargos en el Consell con un pedigrí muy cercano a Catalá es otro gesto de estrategia y buena voluntad. De la misma manera que la llegada de miembros del equipo de Francisco Camps, que aportan experiencia tras muchos años entre las paredes del Palau y que al mismo tiempo pueden contener, dentro de un mensaje de integración, las aspiraciones del expresident. Pérez Llorca, de esta manera, intenta suturar diferencias internas.
Al margen de lo orgánico, a nivel de gestión y gobernabilidad también ha existido una ruptura evidente respecto al modelo Mazón. El nuevo president ha huido del discurso de la austeridad reflejado en la reducción de consellerias y apuesta por reforzar su equipo con nuevas incorporaciones y áreas. Reforzar Presidencia, como departamento propio, es un paso para fortalecer ese cordón que rodea al jefe del Consell y que fue especialmente vulnerable con la crisis de la dana. Una Presidencia al uso, como epicentro de la gestión. Las tres vicepresidencias también es un gesto para blindar su gestión con un núcleo duro de máxima confianza. Mazón, en cambio, era más un verso libre que cocinaba todos los asuntos en un núcleo más reducido.
Además, Llorca ha puesto en la 'pole' departamentos tan relevantes como el de Vivienda, que hasta el momento estaba diluido en la macroárea que gestionaba Susana Camarero, que ha perdido Servicios Sociales. Poner en primera línea el área de Vivienda -que seguirá llevando Camarero- es darle protagonismo al principal problema que existe ahora mismo a ojos de la sociedad, que ve como un imposible acceder a la compra o alquiler de un piso. Especialmente los jóvenes, con sueldos precarias. Esa combinación de vivienda, empleo y jóvenes queda ensamblada bajo el mando de Camarero, que deja la portavocía y sale del foco tras ser una de las señaladas en la gestión de la dana.
Además, la salida de Ruth Merino -siempre esperada y muy tocada después de aquella declaración de los presupuestos de 2026 estaban listos con la dimisión de Mazón todavía caliente- es otra ruptura con la etapa anterior, ya que era el último referente de Ciudadanos en el actual Consell. Una incorporación que trabajó el propio Mazón y que Llorca ha roto a la primera oportunidad.
Junto a los gestos internos y de gestión es también importante ese valenciano de cuna, que mantuvo durante su intervención para anunciar el nuevo Consell. Es el primer presidente de la Generalitat del PP cuyo valenciano no suena extraño, algo que es un plus con el guiño añadido de asumir Política Lingüística, algo que no quería ni ver Mazón.
Pérez Llorca tiene por delante 17 meses para trabajar como presidente y convertirse en candidato. Los primeros movimientos de su mandato indican que ese es su objetivo, y una resultado positivo evitaría un dolor de cabeza para Génova -su apuesta inicial fue Catalá- y serviría para cerrar filas internas con vistas al Congreso Regional.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión