El control parental, versión PSPV
La dirección de Morant vigila la asistencia de la militancia a sus actos sin aclarar si varias faltas se consideran desafección leve, y si muchas ausencias convierten en facha al que las protagonice
El socialismo valenciano camina a la búsqueda de una convocatoria electoral. Para este sábado, la dirección que encabeza Diana Morant anuncia un acto público con ... la presencia de la también ministra de Ciencia, de la delegada del Gobierno y líder del partido en Valencia, Pilar Bernabé, y de la secretaria de Organización del PSOE, la también valenciana Rebeca Torró. En la convocatoria, la imagen de Morant rodeada de un halo realmente llamativo.
La convocatoria ha sido remitida a la militancia del partido, con especial énfasis a la de la ciudad de Valencia, toda vez que la cita es en el complejo de la Petxina. Y en esa convocatoria, un añadido que no es nuevo, y que comienza a ser costumbre: «Confirma la teua assistència emplenant el següent enllaç». La dirección del PSPV, a la búsqueda de saber cuántos de sus militantes acudirán a un acto público, quizá por la poca confianza en la presencia en esa cita de valencianos que no militen en el socialismo valenciano.
Ni que decir tiene que el control del PSPV sobre su militancia no busca hacer un cálculo de asistencia para hacer una previsión de sillas o algo parecido. El control parental instalado en el socialismo valenciano, escenificado ya en la última manifestación convocada por las asociaciones de víctimas de la dana con motivo del primer aniversario de la dana, pretende advertir, sin decirlo, de las consecuencias no acudir al acto.
La secretaría de Organización que encabeza Vicent Mascarell no advierte de que exista un castigo, ni falta que hace. Pero contabilizar e identificar a los asistentes de entre los militantes del partido contribuye a distinguir entre los afectos a la dirección y los que no lo son. En realidad un ejercicio que recuerda más a las formas de hacer de organizaciones políticas de perfil autoritario que a la formación socialdemócrata que representaban Joan Lerma o Vicent Soler.
Que el PSPV establezca esa especie de control parental para sus militantes no aclara qué consecuencias puede tener burlarlo. ¿Tres actos sin acudir implica desafección leve? ¿Seis es grave? ¿Y nueve equivale a facha? Y por otro lado, ¿se prevé algún tipo de excusa por inasistencia?
Más allá de lo llamativo de la vigilancia de la asistencia a actos convocados o apoyados por el partido, lo que trasluce es el temor al pinchazo, a que los militantes socialistas decidan dedicar el sábado a sus compras, a hacer deporte o a cualquier otra actividad, antes que a acudir a escuchar a sus líderes. Un reflejo de un partido que, como señalan las encuestas, está lejos de haber sabido rentabilizar el batacazo del PP valenciano en las encuestas desde hace un año. Y al que esa 'novedosa iniciativa' del volem votar –animada este mismo miércoles desde el Congreso por Pedro Sánchez- no termina de dar sus frutos.
La designación de Juanfran Pérez Llorca como candidato del PP a la investidura como president de la Generalitat aleja aún más el escenario de una cita con las urnas. Dimitido Carlos Mazón, y con una petición de elecciones anticipadas que parece destinada al fracaso (salvo sorpresa de Vox), el discurso del socialismo valenciano parece obligado a buscar nuevas referencias, a construir la alternativa de la que habló hace ya unas semanas el expresident Ximo Puig. Pero, por ahora, la formación con sede en la calle del Hospital está más preocupado en hacer de policía de sus militantes que de ilusionar a su electorado
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