Borrar
Urgente Bertín Osborne y Taburete, entre los artistas de los Conciertos de Viveros 2024
Perfil | Eduardo Zaplana, el intocable que dejó de serlo

Perfil | Eduardo Zaplana, el intocable que dejó de serlo

Salpicado en los últimos meses por los caso Púnica y Lezo, su creciente proximidad a Ciudadanos ya no pasaba inadvertida para nadie | La detención de Eduardo Zaplana marca el descenso a los infiernos del primer político valenciano que logró el objetivo que se marcó durante su etapa en la Comunitat: amasar poder real e influencia en Madrid

JC. FERRIOL MOYA

Miércoles, 23 de mayo 2018, 00:38

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Naseiro, Terra Mítica, Gürtel, Púnica o Lezo. No es la alineación de un equipo de basquet. Son algunas de las causas de corrupción que han salpicado al PP nacional o al valenciano. En todas ellas ha aparecido salpicado el nombre de Eduardo Zaplana, y de todas ellas había logrado librarse el exlíder del PP valenciano. Hasta ayer. La 'Operación Erial' terminó con la leyenda de ese político valenciano que hizo del poder y de la ambición una forma de ser en política. Zaplana fue detenido en una operación de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. El expresidente del Consell perdió la condición de intocable que había exhibido durante décadas, incluso a pesar de que su nombre se había asociado en diversas ocasiones a supuestos casos de corrupción.

A la alcaldía de Benidorm gracias a Maruja Sánchez

Zaplana (Cartagena 1956), licenciado en Derecho por la Universidad de Alicante, llegó al PP valenciano procedente de la UCD. En Benidorm, la ciudad en la que se estableció, obtuvo su primer éxito político al alcanzar la alcaldía gracias al apoyo de Maruja Sánchez, la famosa tránsfuga del PSPV que aguardó escondida en el hotel de un casino hasta que se materializó la operación. Zaplana alcanzó la alcaldía en noviembre de 1991 -solo unos meses después de las municipales-. No duró ni una legislatura porque sus ambiciones eran otras. El entonces joven dirigente popular ya era uno de los valores en alza de un partido, el PPCV, que se había demostrado incapaz de derrotar en las elecciones autonómicas al PSPV que entonces lideraba Joan Lerma.

En una grabación de Lezo, Zaplana retrató el «odio africano» de Aznar a Rajoy

Su predilección por el Opel Vectra 16 válvulas

Zaplana tomó los mandos del PP de la Comunitat en 1993, en una de esas cenas que Carlos Fabra organizaba en Platgetes de Oropesa. Con José María Aznar como principal aval, Zaplana logró desplazar del liderazgo del partido a Pedro Agramunt, a pesar de que con el expresidente de Cierval los populares de la Comunitat ya se habían impuesto en la Comunitat en las generales de ese año. En su trayecto hacia la cúpula del partido, el exlíder del PPCV ya consiguió desembarazarse del caso Naseiro, que investigó un supuesto caso de financiación irregular de los populares entre finales de los 80 y principios de los 90. Una serie de grabaciones pusieron en el foco a diversos dirigentes del partido. A Zaplana se le ha venido atribuyendo una declaración en la que proclamaba que estaba en política para forrarse, aunque ese comentario es del también exdirigente del PP Vicente Sanz. La grabación que afecta a Zaplana, de aquella época, es aquella otra en la que proclamaba su admiración por un vehículo -el Opel Vectra de 16 válvulas- y su deseo de adquirirlo.

Terra Mítica, Julio Iglesias, las cajas de ahorro

Con Zaplana como candidato a la presidencia de la Generalitat, el PPCV se impuso en las elecciones autonómicas aunque no logró mayoría absoluta. El famoso 'pacto del pollo', como lo bautizó Federico Félix, el acuerdo parlamentario con la UV de Vicente González Lizondo, permitió al dirigente popular convertirse en presidente de la Generalitat.

Zaplana fue jefe del Consell desde 1995 hasta 2002. Tras los doce años de gobierno de Lerma, y especialmente tras una última etapa marcada por la falta de éxitos políticos, el dirigente popular apostó por una política de 'grandes proyectos', así la bautizó él mismo, dirigida a poner en valor el peso específico de la Comunitat Valenciana en el conjunto de España. De Zaplana son proyectos como la Ciudad de las Ciencias -tras modificar la torre de telecomunicaciones que había ideado el Consell de Lerma- el parque de Terra Mítica en Benidorm o lo que se denominó como el Proyecto Cultural de Castellón. A Zaplana sus adversarios políticos le reprocharon ese gasto sin control, ese «tirar de Visa y el que venga detrás que pague», que en cierta ocasión le llegó a reprochar el exportavoz socialista Antonio Moreno. Por aquel entonces, el dirigente popular ya contaba con Juan Francisco García como su jefe de gabinete y Mitsouko Henríquez como su secretaria personal -el primero detenido y la segunda imputada ayer-. En la sala de máquinas del Palau de la Generalitat, nombres tan señalados como el de Rafael Blasco.

'Pacto del pollo' y absorción de UV

Alcanzada la mayoría absoluta en 1999, gracias a una legislatura de práctica 'absorción' de Unión Valenciana -primero de muchos de sus cargos (que aún hoy ocupan puestos de relevancia en el PPCV), y después de su programa político), a Zaplana pronto se le vio que la Comunitat se le quedaba pequeña. La creciente visibilidad en Madrid, los viajes para reunirse con otros presidentes autonómicos, su presencia en la dirección nacional, y hasta una propuesta de sistema de financiación autonómica. De su gestión no sólo queda esa apuesta por los grandes proyectos -alguno de los cuáles, como Terra Mítica, también acabó en los tribunales-. Durante su etapa como presidente de la Generalitat la plantilla y la deuda de Canal 9, dirigida entonces por Pedro García, se dispararon de una forma exponencial. Con él como líder del PP valenciano, la televisión autonómica se implicó en primera persona en la difusión de su imagen como líder político. De su etapa al frente del Gobierno valenciano es también la contratación de Julio Iglesias como una suerte de embajador de la Comunitat. O esa suerte de declaración del pádel como nuevo deporte autóctono. También la utilización de las cajas de ahorro -se modificó la ley- bastante más allá de lo que se había hecho hasta entonces.

Zaplana sabía lo que quería hacer y dónde quería llegar. Y a eso se puso. Sabía que lo primero era reforzar un PP valenciano hasta entonces desunido y languideciente. Y así lo hizo sumando a todo el partido bajo su liderazgo, con la única excepción de la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, y del entonces todopoderoso presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra. Zaplana toleró esos liderazgos -la relación con la exalcaldesa nunca fue fluida y al exlíder del PPCV nunca le gustó que la entonces primera edil siempre apareciera en las encuestas como más valorada que él mismo-.

El deseado salto a la política nacional

Zaplana no finalizó su segunda legislatura como presidente de la Generalitat. En 2002, José María Aznar lo llamó como ministró de Trabajo y Asuntos Sociales. Era, sin duda, una cartera con menos empaque de la que él mismo y su entorno esperaban para el dirigente valenciano. Pero sí que era la oportunidad que estaba esperando para dar el salto a la política nacional. Cuentan algunos de sus colaboradores en aquella etapa -nombres como Miguel Barrachina, Antonio Lis o Luis Santamaría colaboraron con Zaplana durante su etapa en el ministerio- que el entonces ministro reunió a su llegada a los altos funcionarios de su departamento para explicarles los principales objetivos de su mandato. Y tras detallarlos, puso en valor el hecho de que ese departamento hubiera logrado llevarse el reconocimiento de los medios de comunicación por ser el que más facilitaba la labor a la prensa. «Eso está muy bien, pero desde hoy se ha acabado», aseguran algunos cargos que dijo Zaplana entonces.

El aterrizaje de Zaplana en Madrid estaba destinado a disfrutar del máximo protagonismo tras las elecciones de 2004. Así parecía a la vista de la confianza que Zaplana exhibía en el dirigente popular -lo nombró portavoz de su Gobierno en septiembre de 2003-. Pero los atentados del 11-M contribuyeron a darle la vuelta a las encuestas y el PSOE de Zapatero se alzó con la victoria. En la legislatura entre 2004 y 2008 Zaplana ocupó la portavocía del PP en el Congreso. La gestión de los populares no recuperó la senda del poder y Zaplana optó por apartarse de la primera línea de la actividad política.

Sin complicidad con Barberá ni con Camps

Durante su etapa como referente del PP valenciano, Zaplana construyó grandes amistades -la nómina de empresarios investigados por la operación Erial así lo demuestra-, pero también destacadas rivalidades internas, como la que mantuvo con Barberá o como la que construyó tras su salida de la presidencia de la Generalitat con el que fue su sucesor en el cargo, Francisco Camps.

Zaplana, como líder de los populares, fue el encargado en 2002 de decidir que José Luis Olivas le sustituyera de manera temporal -apenas unos meses- como jefe del Consell y que Camps fuera el candidato de los populares a la presidencia de la Generalitat en 2003. En la decisión de Zaplana influyó, muy probablemente, el convencimiento de que al entonces joven dirigente popular lo podría controlar a distancia, desde su nueva responsabilidad a Madrid. El convencimiento resultó fallido y aquel Camps, apoyado en Juan Cotino y su entorno político, optó por marcar distancias casi desde el primer día con la gestión de su antecesor. El primer asunto: la fusión que Zaplana impulsó de Bancaja y la CAM, y que su sucesor frenó de inmediato.

La relación con Camps nunca se ha reconstruido. El expresidente del Consell, en su declaración como testigo en el juicio por la financiación irregular del PPCV, llegó a sostener incluso que fue Zaplana el responsable de la llegada de Orange Market, la empresa de Álvaro Pérez, a la Comunitat. Zaplana lo negó de inmediato.

Zaplana dejó la primera línea política, pero en ningún caso el protagonismo político. Fichado por Telefónica como alto directivo de la empresa, el ya exministro se dejó ver en numerosos actos sociales así como en conferencias de responsables de su partido. Nombrado también responsable del Club Siglo XXI, su cercanía a José María Aznar siempre ha sido reconocida en el seno de su partido y, al igual que éste, su progresivo desplazamiento de ese partido, y su acercamiento a Ciudadanos. En 2015 tuvo que ser sometido a un trasplante de médula en La Fe, víctima de una extraña variante de leucemia.

Su proximidad a Ciudadanos

Zaplana no guarda ninguna relación oficial con el partido que lidera Albert Rivera -y así lo quiso volver a reiterar ayer esta formación ante los intentos de otros partidos de cargarle el caso a Cs. Pero no es menos cierto que el expresidente del PP veía cada vez con mejores ojos el protagonismo político de Rivera, y que algunos de los cargos más destacados de Cs en la Comunitat -como el diputado autonómico Emigdio Tormo- tienen en su origen en el entorno político de Zaplana. Desde el propio PPCV se consideró ayer que Zaplana participó en primera persona en la consolidación política del partido de Rivera en la Comunitat.

Salpicado por grabaciones de Púnica y Lezo

Zaplana fue detenido con la Operación Erial. Pero su vinculación con casos de corrupción se había visto reforzada en los últimos meses. Un informe de la UCO de noviembre de 2017 atribuyó a Zaplana un supuesto delito de malversación de caudales en el caso Púnica, por haber mediado para que la exalcaldesa de Madrid Ana Botella contratara los servicios de empresas de imagen y reputación online investigadas en este procedimiento. En 2015 la Ser reveló unas grabaciones de 2004 en las que Zaplana transmitía a Alejandro de Pedro, que «lo de Elche está hecho, te van a recibir».

En el marco de la operación Lezo, que investiga al expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González, la UCO también logró unas grabaciones en las que Zaplana trasladaba a González que «Aznar está con un odio africano a Rajoy». En una conversación publicada por La Vanguardia, En la conversación interceptada, Zaplana relataba un encuentro con el expresidente del Gobierno Aznar, con quien mantiene relación. «Aznar me dijo, 'mira macho, el único acto que hago, al que no le puedo decir que no, es a Jaime Mayor. Lo que me pida le tengo que decir que sí (...)». Mientras que, sobre Rajoy, Aznar le habría comentado, según las palabras del propio Zaplana: «Este no puede continuar. Este Rajoy es imposible. Esta legislatura no puede durar. Yo jamás voy a hacer nada que puedan decir que he jodido el PP. Pero eso sí, cuando llegue el momento que éste caiga, poner claramente cuál es mis posición y que yo con éste no tengo nada que ver. A ver si cuando éste caiga nos va a arrastrar a todos».

Ayer, el que acabó cayendo fue el propio Zaplana, detenido por los agentes de la Guardia Civil.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios