Fedea alerta de la «preocupante» deuda de la Comunitat, de su caída de ingresos y del gasto corriente disparado

Fedea publica este miércoles un informa sobre las cuentas autonómicas en el que analiza la evolución de los saldos presupuestarios -diferencia entre ingresos y gastos del presupuestos- al cierre del ejercicio 2022, así como su diferencia respecto a 2021.

En comparación con ese ejercicio, la media del incremento del déficit de todas las CCAA se sitúa en el 1,08%. El aumento de la Comunitat Valenciana, en cambio, casi doble ese dato al alcanzar el 2,11%. Sólo una región, Castilla-La Mancha, tiene peores datos que la Comunitat Valenciana, con un 2,14%.

Esa variación del saldo presupuestario se refiere al empeoramiento que ha sufrido el déficit entre el ejercicio 2021 y el de 2022. Fedea desglosa los datos de todas las CCAA para distinguir si ese empeoramiento tiene que ver con el incremento de los gastos o con la pérdida de ingresos. Y concluye que este segundo factor es el determinante.

Pero con matices. Los datos de la media de las CCAA señalan que las autonomías vieron caer sus ingresos un 2,47%, mientras que recortó gastos un 1,39%. ¿Y la Comunitat? La administración autonómica valenciana se comportó peor en ambos parámetros. Primero, porque sus ingresos cayeron aún más, hasta un 3,17%. Y segundo, y parece más grave, porque sus gastos también cayeron, pero menos que la media autonómica, al quedarse en el 1,05%.

Es decir, el incremento del déficit de la Comunitat en 2022 obedeció a una caída muy significativa de los ingresos, que se vio acompañada de un recorte de gastos es caso, inferior al de la media autonómica. En comparación con el resto de autonomías, la valenciana fue la segunda región a la que más se le desplomaron los ingresos -sólo por detrás de Castilla-La Mancha-, y en cambio, fue la quinta que menos redujo sus gastos.

Fedea analiza en otro apartado la evolución por habitante del gasto de las CCAA. Y la Comunitat Valenciana tampoco sale aquí bien parada. Tomando como punto de partida -e índice 100- el ejercicio de 2003, la Comunitat Valenciana ha incrementado su gasto por habitante en 25 puntos, mientras que la media de las CCAA es de 30 puntos. Sólo cinco regiones (Andalucía, Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha y Galicia) han incrementado menos su gasto por habitante que la Comunitat Valenciana.

¿Y ese incremento de gasto, es para invertir o es de gasto corriente? Pues... lo esperado. La Comunitat Valenciana invierte mucho menos que hace veinte años. De hecho, se pasa del índice 100 de 2003 a un índice 54 en 2022 -la media nacional tampoco va mucho mejor y se queda en el 66-.

Se invierte menos pero, como cabía sospechar, el gasto corriente sí que se ha disparado. En el caso de la Comunitat pasa a un índice 148, mientras que la media española es 144. Así que en este caso el incremento del gasto en la Comunitat es porque se invierte menos que la media pero se gasta más en funcionamiento (porque el tamaño de la administración aumenta) que la media.

La evolución de la deuda tampoco invita al optimismo. Los datos del Banco de España, que son los que cita Fedea, sitúan los números rojos de la Comunitat en el primer trimestre del año por encima de los 55.400 millones de euros.

Fedea lo deja meridianamente claro: «Aunque todas las autonomías han aumentado su deuda muy sustancialmente durante la anterior crisis, hay diferencias muy importantes entre ellas que han ido aumentando con el tiempo en términos absolutos, pero no relativos. En la actualidad, las autonomías menos endeudadas en relación con su PIB son Madrid, Canarias y las comunidades forales, mientras que las que soportan una mayor carga de deuda son Murcia, Castilla la Mancha, Cataluña y, sobre todo, Valencia, que se acerca a un preocupante 50% del PIB».

El informe que firma el profesor De la Fuente concluye que «los principales motivos de preocupación son el elevado stock de deuda que han acumulado la mayor parte de las autonomías y el hecho de que la mejora del saldo presupuestario autonómico registrada en los últimos ejercicios de este período se apoya en parte en factores anómalos y difícilmente sostenibles, incluyendo una inversión atípicamente baja y fuertes subvenciones a los intereses a través del FLA y otros mecanismos estatales de liquidez».