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Romero, en su despacho de la Facultad de Geografía. Jesús signes
Juan Romero: «El despilfarro es sistémico y transversal, no tiene vinculación con el color político de los gobiernos»

Juan Romero: «El despilfarro es sistémico y transversal, no tiene vinculación con el color político de los gobiernos»

El catedrático de Geografía Humana de la Universitat de València analiza la mala gestión de las Administraciones

Pablo Salazar

Valencia

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Lunes, 15 de julio 2019, 00:58

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Hubo un tiempo que ya parece muy lejano, en la década de los noventa, en que Joan Romero (Albacete, 1953) fue conseller de Educación con Joan Lerma en la presidencia de la Generalitat. Y luego secretario general del PSPV. Pero incluso en ese tiempo, antes de su etapa pública y desde luego ahora, fue y es un reputado catedrático. Con la distancia que da los muchos años que lleva apartado de la política acaba de dirigir una obra colectiva, 'Geografía del despilfarro en España', que desmonta algunos mitos, cifra en unos 80.000 millones de euros el dinero malgastado entre 1996 y 2016 y alerta sobre el déficit de calidad institucional de la democracia española. Y en la que, por cierto, firma como Juan, en castellano.

-¿Qué entienden por despilfarro?

-Despilfarro tiene cuatro dimensiones: una en forma de corrupción, otra en forma de sobrecostes, otra en forma de obras mal programadas y otra en forma de obras infrautilizadas o inútiles. En España se ha prestado mucha atención -y me parece bien- a la dimensión de la corrupción, pero no se había prestado atención a esta otra parcela que es la del despilfarro, entendida como utilización inadecuada o ineficiente de los recursos públicos, y este fue el objetivo de la investigación, aproximarnos a las tres dimensiones del despilfarro que no son corrupción.

-Diríamos entonces que todo despilfarro no es corrupto pero toda corrupción sí es despilfarro.

-Exactamente.

-¿Cuál es esa geografía del despilfarro? Porque conocemos mucho de lo que ha pasado en Valencia y en Madrid, en Cataluña, en Andalucía... pero ¿cuál es la geografía nacional del despilfarro?

-Hemos llegado a tres conclusiones. La primera es que es un problema que tiene características de sistémico, es decir, es transversal, afecta a los tres niveles de gobierno (central, autonómico y local), y no tiene vinculación específica con el color político de los gobiernos. Segunda: se ha pretendido durante mucho tiempo trasladar el mensaje de que las comunidades autónomas gestionan peor que el Gobierno central, pero esto no se corresponde con los hechos. Cuando miras el dinero mal invertido por los ministerios, el porcentaje es similar al de las autonomías y los gobiernos locales. Tercera, y aquí enlazo con su pregunta: se ha achacado a Valencia y Madrid el núcleo del problema, pero no es cierto. Es un problema sistémico, que remite a la calidad institucional que tenemos en España, que es baja, y a los déficits de coordinación entre niveles de gobierno.

-¿Qué quiere decir con que la calidad institucional es baja?

-Vamos a poner un ejemplo: si tomas indicadores muy genéricos, como el de The Economist sobre calidad de la democracia, te das cuenta que España ocupa el lugar 19 o 20 de los países llamados de democracia plena. Esto es una buena noticia. Pero si incorporas los indicadores de despilfarro, España estaría bastante más abajo. Somos un Estado social y democrático de Derecho que tiene muchísimas luces, somos casi un ejemplo, el mejor resultado de la Unión Europea, pero con unas sombras muy importantes cuando hay importantes partidas de dinero público que se dedica a inversiones en ámbitos muy concretos. Ahí tenemos unas sombras por déficits de calidad institucional que medimos en excesiva politización de organismos reguladores, o de control y fiscalización, o en ausencia de organismos que hagan evaluación de políticas públicas. La Agencia Española de Evaluación de Políticas Públicas ha desaparecido. Excesivos episodios de captura del Estado por parte de grupos de presión, que indican una baja calidad institucional. Y también déficit de calidad normativa y problemas de inseguridad jurídica. Existe lo que llamamos capitalismo de amigos en estas parcelas. Eso no quita para que España sea un caso de éxito en términos de transformación del Estado. Ahora bien, me preocupa mucho que si tuviéramos más calidad institucional esto podría significar en nuestro PIB entre un 16 y un 20%, y eso es mucho dinero.

-¿Y por qué si el fenómeno es transversal ha habido territorios que han sido más señalados, como Valencia?

-Porque hasta donde sabemos, por los tribunales, ha habido tramas criminales de corrupción política que han sido muy importantes en Madrid y en Valencia, pero eso es corrupción, y nosotros no hablamos de corrupción, hablamos de despilfarro, y ahí Valencia y Madrid estarían entre los muchos casos que existen en España.

-El llamado 'efecto Guggenheim' ¿ha acabado siendo negativo para ciudades y pueblos que han gastado lo que no tenían por disponer de un icono arquitectónico?

-Es probable, aunque hay excepciones muy positivas. Tres apuntes. Primero, la obra pública tiene buena prensa. Segundo, no tiene coste político. Y tercero, es fácil de concentrar la inversión en cosas concretas y es fácil gastar. 'Ciudades de...' en España me he sorprendido de las que hay, cerradas, infrautilizadas... Museos, auditorios... Pero si ponemos la lupa en parcelas muy concretas hay otra dimensión del despilfarro que es muy importante, y es la de obras muy costosas, mal programadas, que comprometen una gran inversión de recursos públicos. Pongo dos ejemplos: la decisión estratégica del Reino de España de apostar por el AVE en lugar de hacerlo por los trenes de Cercanías o por las líneas regionales. Se asoció a una falsa modernidad, somos el tercer país del mundo en líneas de alta velocidad, pero a lo mejor un país periférico del sur de Europa debía haber utilizado mejor sus recursos. Se han destinado 48.000 millones de euros a líneas de alta velocidad, frente a 6.000 a cercanías y media distancia, que se han deteriorado de manera muy importante. Pero el 80% de los españoles vivimos en áreas metropolitanas. La cuestión primera es ¿lo hemos hecho bien? ¿La decisión estratégica fue correcta? Veamos el caso del área de Valencia, 5 millones de viajes diarios, 1,8 millones de habitantes que se mueven, pues bien los Presupuestos de 2019 iban a dedicar 380 millones de euros para el Plan de Movilidad, ¿esto se corresponde con las necesidades de la población? Segundo ejemplo, las autopistas mediante el modelo de llave en mano, mal programadas, con datos equivocados y que han tenido que ser rescatadas por el Estado. Esto es capitalismo garantizado, una forma de despilfarro. Si hubieran sido un negocio seguirían en manos de los grupos promotores. Un tercer ejemplo aún, y sin salir de Gobierno central, el ejemplo más claro del capitalismo garantizado, la plataforma Castor, una inversión con varios gobiernos de distinto color, rescatada por el Estado y pagada por los ciudadanos en sus recibos. Todo esto es lo que con transparencia y con políticas de evaluación se puede combatir. Nos ha costado muchísimo obtener la información de los ministerios y de las administraciones autonómicas y locales.

-¿Y los aeropuertos sin aviones? Porque se habló mucho de Castellón pero no era sólo Castellón...

-A aeropuertos y puertos le dedicamos un capítulo del libro. Nos ha ayudado mucho aquí el Tribunal de Cuentas Europeo con sus informes, muchísimo, porque muchas obras tenían participación europea en sus fondos, y luego evalúa los resultados. Y qué sale. Pues sale que ha habido un despilfarro muy importante en diseño, explotación y en el resultado de los aeropuertos regionales. De nuevo aquí, y es injusto, se puso el foco en Castellón, pero es general. Córdobas hay muchos, no sólo Castellón. Algunos aeropuertos intentan buscar su lugar, se han espabilado un poco, Castellón entre ellos, o Teruel, pero otros siguen siendo foco de pérdidas por cálculos mal hechos. Si tenías un cálculo de 100.000 pasajeros y tienes 6.500... pues eso es un foco de despilfarro realmente notable. Y los puertos, también, hemos descubierto algunos ejemplos llamativos, La Coruña, el Musel de Gijón... inversiones de 1.000 millones de euros... ¡Mil millones de euros! En una ampliación que está infrautilizada. Esto nos lleva a otra cuestión muy relevante, la de la coordinación entre niveles de Gobierno. Por ejemplo, Puertos del Estado ha funcionado siempre de manera muy autónoma, poco transparente.

-Muchas veces el problema es de raíz, ¿no?, de esos cálculos en los que se basan proyectos, ampliaciones... Estoy pensando en la ampliación de Feria Valencia, por ejemplo, cuando se decía que la Feria del Mueble no cabía, que se iban a marchar los expositores, y luego resulta que con los años sobra Feria por todas partes. ¿Son decisiones irresponsables de los políticos?

-Son decisiones poco meditadas. Cuando he tenido ocasión de leer el informe de la comisión sobre Feria Valencia una característica que destaca mucho es la falta de control. Y luego está el gran paquete de obras que yo defino como proyectos bengala, efímeros. Proyectos o eventos que no han tenido el éxito que sus promotores pensaban que iban a tener, y han terminado en cajas vacías, que decía Sánchez Ferlosio. Y en España disponemos de muchas cajas vacías. Tenemos demasiadas ,ciudades de...', la Ciudad de la Justicia, la Ciudad de la Luz, la Ciudad del Medio Ambiente... complejos culturales faraónicos, el de Santiago de Compostela por poner un ejemplo. Tal vez también dependa de la tiranía del ciclo político. El político cree que en su ciclo, que son cuatro años, puede anunciar y si puede inaugurar... Y te recuerdo que en España el despilfarro no es delito, esto es muy importante. Se puede gastar mal, pero no es delito.

-Sin embargo, tal vez no sea tanto un problema de que falten organismos de control como de que no se les hace ningún caso. El ejemplo más claro es el de la Sindicatura de Cuentas y su informe anual de los Presupuestos de la Generalitat, sistemáticamente ninguneado por los responsables políticos del Gobierno, sea del color que sea.

-Pero están infradotados, en muchos casos, o en otros no son suficientemente independientes. No puede ser que sean repartidos entre los propios partidos, con candidatos propuestos por ellos. Ahí quiebra el principio de independencia. Y luego está la ausencia de mecanismos sancionadores. Pongamos un caso: la comisión nacional de competencia este año pasado ha sancionado un episodio de cártel -cártel, qué palabra, ¿verdad?- de empresas vinculadas por la alta velocidad. La mayor sanción que se ha aplicado en España a empresas que se repartían los contratos, los concursos... Una de las empresas más sancionadas ha sido una firma muy importante, que no citaré. El titular al día siguiente fue que había sido sancionada, pero la sanción que se le impuso es la facturación de seis días de esa empresa. Seis días... Necesitamos mecanismos sancionadores acordes con el volumen de recursos públicos movilizados, o mal gestionados. Es necesario poner más luz para que los españoles sepamos cómo se gasta ese dinero, de lo contrario corremos el riesgo de que a España se le califique de Estado clientelar.

-Se dice que en España la corrupción no se castiga electoralmente. Mucho menos el despilfarro.

-No, claro. El despilfarro no tiene sanción ciudadana siquiera, es visto como modernidad. Yo me he ocupado en hacer una comparación entre lo que cuesta un kilómetro de AVE y obras para la ciudadanía. Según el Tribunal de Cuentas, un kilómetro de AVE, sin grandes difícultades orográficas, cuesta 25 millones de euros. ¿Cuánto cuesta un centro de salud? 30 millones. ¿Y un centro de Secundaria y uno de Primaria? 5,3 y 7 millones. Y me fui al presupuesto de la red de institutos tecnológicos, y vi que el responsable de una parcela que se tiene que ocupar de que nuestra economía se acomode a los retos que tiene por delante iba a tener un presupuesto de 48 millones de euros, y le parecía muchísimo porque recuperaba el umbral de 2007. Esto lo deben conocer los ciudadanos para ponderarlo. Ahora me entero que está medio aprobado el túnel pasante de la ciudad de Valencia, 800 millones de euro, y yo me pregunto, ¿no hay otra alternativa más barata, hay que atravesar el corazón histórico de la ciudad de Valencia, se han explorado otras opciones? El túnel submarino para el Puerto, ¿tampoco hay alternativa, en Sagunto por ejemplo? En la Comunitat hemos calculado el despilfarro en 6.000 millones, ¿cuánto se podría haber hecho con 6.000 millones en sectores productivos en una economía que afronta un futuro incierto derivado de nuestro frágil modelo productivo asociado a empleos de baja calidad, del sector servicios (camareros, hoteles, construcción...)? ¿No hubiera sido mejor apostar por otros sectores? ¿Por qué se nos va el talento? Informe de hace unos días, del IVIE: porque no tenemos capacidad de aprovechar ese talento que se crea.

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