Los cuatro indicios que acorralan a Corbín con el premio de lotería de la falla
El hecho de que no fuera fallero, que llevara treinta papeletas, que no fueran correlativas y la existencia de ofertas de compra de boletos, pistas que sigue la UCO
Hay un denominador común en las investigaciones de blanqueo: la aparición de una herencia o un premio de lotería. Resulta frecuente que, en última instancia, ... los investigados traten de justificar la aparición de una notable cantidad de dinero en un golpe de azar –la lotería de Navidad suele ser recurrente– o la muerte de un familiar que guardaba algo de dinero en B. En la macroinvestigación de Azud curiosamente se dan las dos modalidades. La de la herencia en el caso de Rafa Rubio, exsubdelegado del Gobierno con el PSPV. La de la lotería, en el supuesto de José María Corbín, el cuñado de Rita Barberá.
La UCO se ha concentrado, de momento, en la investigación al letrado. Los agentes sospechan que el despacho del conocido abogado, en pleno centro de Valencia, servía de canalizador de comisiones de empresas contratistas del Ayuntamiento de Valencia. El letrado cobraba por supuestos servicios de asesoría de los que no consta prueba alguna. Los investigadores creen que no le tocó la lotería sino que de alguna forma se hizo con papeletas premiadas para así reintroducir en el circuito las supuestas mordidas. Y las diligencias, las últimas conocidas el pasado viernes, apuntan en esa dirección.
Los especialistas han acumulado ya al menos cuatro indicios que cuestionan que Corbín resultara agraciado con la lotería. El primer dato reside en que no era fallero de la comisión afortunada, Montortal-Torrefiel, sino de otra falla, al parecer, la de Exposición-Micer Mascó. Eso, no obstante, no impide que se puede comprar lotería de otra falla.
Ahora bien, el segundo de los indicios que llama poderosamente la atención consiste en el número de papeletas (una treintena). Eso ya resulta menos frecuente. De hecho, el entonces presidente de la falla, que declaró recientemente ante los agentes de la UCO, afirmó que muy pocas personas, entre diez o quince, tenían ese volumen de participaciones.
Es habitual en fallas y otras organizaciones que se imponga como parte de la cuota la venta de un mínimo de lotería. Hay quienes deciden quedarse toda la lotería o, por ejemplo, personas que no logran vender su talonario completo. En la falla Montortal era una lotera la que repartía a cada miembro la lotería asignada. Independientemente de lo anterior resulta sorprendente que alguien se quede 30 papeletas de una falla que no es la suya, tal y como ocurrió en el caso del cuñado de Barberá.
A las dos coincidencias anteriores se le suma el hecho de que las participaciones no fueran correlativas, según se desprende del interrogatorio de la UCO. Es decir, que Corbín supuestamente adquirió las papeletas a más de una persona o quizá a la misma en dos momentos diferentes, por citar algunas posibilidades. Este fue otro aspecto que el presidente de la falla calificó de «inviable». Otro punto en contra de la credibilidad del letrado.
Y, por último, la existencia de ofrecimientos para comprar papeletas por un diez o un quince por ciento más que el valor del premio. Esto lo ha desvelado el dirigente de la comisión que ha declarado como testigo.
Además, indicó que esas propuestas provenían de las propias entidades bancarias. No aportó información de quiénes pudieron acceder a esa transacción. Pero su testimonio confirma la existencia de esa práctica. El hecho de que el presidente la vincule directamente con los bancos lleva a pensar que, en aquel momento, hace casi 18 años, los bancos buscaran esta operación para clientes de cierta relevancia que necesitan aflorar cantidades de dinero de origen opaco. ¿Fue Corbín uno de los beneficiados? Despejar esta incógnita es ahora uno de los trabajos de la UCO. Este dinero, unos 300.000 euros, se utilizó posteriormente en la compra de un piso para cada una de las hijas del letrado.
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