Las acusaciones de machismo se cobran la cabeza de Salazar, escudero de Sánchez, en puertas del comité federal del PSOE
El designado por el presidente como adjunto a la nueva secretaria de Organización se ve obligado a dimitir de sus funciones orgánicas y en Moncloa por comportamientos inapropiados con mujeres del partido
El comité federal del PSOE más espinoso para Pedro Sánchez desde que recuperó la secretaría general en 2017, atravesado por la profunda crisis que ... ha desatado la imputación y posterior ingreso en prisión de Santos Cerdán por el presunto cobro de mordidas, ha comenzado a las diez y media de esta mañana en Ferraz bajo «un clima muy tenso» de puertas hacia dentro. Pero también hacia afuera, por una sacudida sobrevenida que ha enrarecido aún más los prolegómenos de un cónclave con el que el presidente del Gobierno pretende atajar la gangrena extendida por la causa judicial abierta a Cerdán y a quien le precedió en la secretaría de Organización, el exministro José Luis Ábalos. Francisco Salazar, escudero de Sánchez desde la época del Peugeot y a quien el líder socialista había elegido como uno de los tres adjuntos a la nueva responsable del funcionamiento orgánico, Rebeca Torró, se ha visto forzado a renunciar de todas sus funciones en la ejecutiva y también a las asociadas a la Coordinación Institucional de la Presidencia del Gobierno por las acusaciones de comportamientos inapropiados con mujeres del partido.
Los socialistas, que ya acudían al comité de este sábado convulsionados por las tres semanas 'horribilis' que arrastran a raíz de la acelerada caída de Cerdán desde el núcleo duro de Sánchez a la cárcel de Soto del Real, se han desayunado con la información en el diario.es de que al menos dos mujeres que han trabajado para la formación habrían sufrido conductas machistas por parte de Salazar cuando éste era su jefe. Conductas que, según describen las afectadas amparadas en el anonimato y que no dieron el paso de denunciarlo por temor a castigo, iban desde requiebros sobre el atuendo a invitaciones a cenar o a dormir en casa de su superior jerárquico si la jornada laboral se alargaba. Una de ellas estaba adscrita a Moncloa en la época en la que el ya excargo sevillano ejercía en el complejo presidencial en el equipo comandado por el entonces jefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo.
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El feminismo socialista contra los audios que lo prostituyen
El señalamiento de Salazar, cuya elección en la remodelación del departamento de Cerdán había despertado desde que se conoció, este viernes, malestar en cuadros del partido por el poder que siempre ha ejercido en la sombra, ha reventado los compases de un comité federal que ya venía sobradamente cargado. Máxime cuando, hace apenas unas horas, Sánchez había protagonizado un acto con mujeres organizado sobre la marcha para intentar calmar los encendidos ánimos del feminismo, asqueado por los audios de Ábalos y su antiguo hombre para todo, Koldo García, en los que se repartían prostitutas en el contexto de un mitin del partido; y en el que se había anticipado la inclusión en el código ético del PSOE, yendo más allá de lo aprobado hace apenas medio año en el congreso de Sevilla, de la prevención de que aquellos socialistas que recurran al sexo por dinero serán expulsados directamente de militancia. Que la sustituta de Cerdán al frente de Organización sea una mujer encaja en esa estrategia de intentar limpiar la imagen de un partido y de un Gobierno que han hecho de la igualdad bandera. Pero el episodio Salazar ha dinamitado ese propósito.
El contraste de Lastra y Alegría
Al margen de lo esperable, la zozobra interna por el 'caso Cerdán-Ábalos-Koldo', los sucesivos dirigentes del PSOE que se han parado ante los periodistas arremolinados a las puertas de Ferraz han tenido que responder a la pregunta sobre si el estrecho colaborador del presidente desde los tiempos de las primarias estaba en condiciones de asumir el nombramiento como adjunto a Rebeca Torró tras las acusaciones rayanas en el acoso machista. «No», ha respondido Adriana Lastra, la más tajante de todos -y todas- de los consultados. La hoy delegada del Gobierno en Asturias y antes vicesecretaria general fue defenestrada por Cerdán y los suyos, según ha destapado ella misma en las últimas semanas en un orillamiento que también interpretó como sexismo antes de que se desnudaran las supuestas prácticas corruptas. La ministra portavoz y líder de los socialistas aragoneses, Pilar Alegría, sí ha definido en cambio a Salazar como «un compañero absolutamente íntegro» y ha llegado a asegurar que trabajadoras que estuvieron con él en Moncloa luego lo han hecho con ella sin comunicar nada irregular. Pero la bola ya había echado a rodar, imparable. Porque, según ha dicho el secretario general en Castilla-León, Carlos Martínez, si «la corrupción económica» hace «daño» al partido, «la ética» aún más y hay que ser del todo «implacable» contra ella.
Apenas unos minutos después, con Emiliano García-Page advirtiendo de que lo único que no pueden hacer en este contexto crítico el PSOE y su líder es «esconder la cabeza debajo del ala» bajo los gritos en la calle de lo que él ha denominado «piquetes domésticos», el partido comunicaba que Salazar había «solicitado ser apartado de sus funciones actuales» en la ejecutiva así como en Moncloa y la apertura de «unas diligencias previas de información» sobre las acusaciones de machismo. La dirección, que insiste en que se ha enterado de las mismas por la prensa, las incoará «de inmediato» para esclarecer los hechos. Pero lo sucedido con Salazar echa sal en la herida que Sánchez, que viene diciéndose traicionado por la doble vida primero de Ábalos y luego de Cerdán, sus dos secretarios de Organización, no consigue suturar de sobresalto en sobresalto.
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