Urgente Largas colas en la V-30 entre Mislata y Vara de Quart en la mañana de este viernes
Carlos Mazón, este lunes, en el Palau de la Generalitat. Rober Solsona / Europa Press

840 días de mandato, un año de crisis

Mazón deja el cargo tras dos años perfectamente diferenciados. El optimismo desatado del primero también contribuyó, el 29 de octubre, a no interpretar bien la tragedia que estaba sucediendo esa fatídica jornada

JC. Ferriol Moya

Valencia

Lunes, 3 de noviembre 2025, 11:02

Carlos Mazón ha puesto fin este lunes a su mandato como president de la Generalitat. Ha ocupado el cargo exactamente durante 840 dias, claramente ... divididos en dos partes separadas por una tragedia, la del 29 de octubre de 2024, en el que una dana arrasó media provincia de Valencia y se cobró la vida de 229 personas. Desde ese momento nada fue igual. La gestión política del aquel suceso, los cambios de versión sobre su agenda ese día y errores reconocidos este mismo lunes por el propio jefe del Consell, así como la presión social y política, han acabado obligándole a abandonar. El mismo día que se inicia el juicio al Fiscal General del Estado. Minutos antes de que se reuniera el comité ejecutivo nacional del PP.

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La presidencia de Mazón se divide perfectamente en dos etapas. La primera, desde esa toma de posesión del 17 de julio de 2023, tras alcanzar un acuerdo exprés con Vox para su investidura. Aquella fue la primera gran discrepancia con el presidente nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, al que un pacto tan acelerado obligó después a una campaña electoral a la defensiva en las generales que, finalmente, no le permitieron llegar a la Moncloa.

Mazón pactó con Vox su investidura y también la entrada del partido de Santiago Abascal en el Consell. Vicente Barrera, como vicepresidente, Elisa Núñez al frente de Justicia y José Luis Aguirre como titular de Agricultura. La legislatura arrancó con una ambiciosa reforma fiscal, que derogó la tasa turística y el Impuesto de Sucesiones y Donaciones. Pero también con un discurso de cambio, al frente de un Consell, «de los mejores», como lo bautizó el propio Mazón. El tiempo acabó dejando claro lo desafortunado del término.

Mazón calificó su primer Consell como «el de los mejores». El tiempo demostró lo desafortunado del término

Aquel Consell impulsó la gratuidad de la educación de 0 a 3 años, se mostró contundente con las subvenciones a entidades catalanistas, combatió las listas de espera quirúrgicas y plantó cara a lo que se describió como la discriminación del Gobierno de Pedro Sánchez hacia la Comunitat Valenciana. Tras dos legislaturas del Botánico, el nuevo Consell alejó discursos ideológicos como los impulsados bajo el mandato de Puig, y apostó por las políticas sociales y las rebajas fiscales como banderas de gestión.

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Con el pacto con Vox a toda velocidad, Mazón logró sacar adelante los presupuestos de la Generalitat para 2024. Con el partido de Abascal, el líder del PPCV también sacó adelante propuestas de impacto, como la ley de Libertad Educativa y especialmente la de Concordia, que supuso una enmienda de totalidad a la de Memoria Democrática y que posteriormente fue recurrida por el Gobierno.

La normalidad de la legislatura comenzó a esfumarse con la decisión de Vox de romper los pactos de Gobierno con el PP en las cinco CCAA en que se mantenían. También en la valenciana, incluso a pesar de la buena relación que los tres representantes del partido de Abascal mantenían con el propio jefe del Consell. Los cambios obligados por la salida de los tres representantes de Vox se acabarían demostrando claves. Salomé Pradas, hasta ese momento consellera de Medio Ambiente, Agua, Infraestructuras y Territorio, pasó a ocupar la cartera de Justicia e Interior, de la que dependía la gestión de las emergencias.

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Las encuestas

Era el 12 de julio de 2024. Las encuestas anticipaban por entonces unos resultados electorales más que solventes para el PP valenciano. Un año después de las elecciones, el partido de Mazón no sólo había consolidado sus 40 escaños, sino que algunos sondeos le situaban y por encima de los 45 diputados. A tres años vista de otras elecciones, el PP valenciano se situaba ya con la perspectiva de alcanzar los 50 escaños que marcan la mayoría absoluta. Todo funcionaba, todo era optimismo. El Ferrari no corría, volaba.

Esa percepción optimista, ese dejarse llevar por las encuestas más halagüeñas, también contribuyó al desastre. Mazón empezaba a ser tenido en cuenta en Madrid. Su partido le reconocía la habilidad política, incluso a pesar de su acuerdo con Vox. En ese 9 d'Octubre, el president se paseaba por el Palau con encuestas bajo el brazo que ratificaban su crecimiento. La oposición, desnortada, con una líder invisible, se demostraba incapaz de hacer frente al político alicantino.

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Y llegó el 29 de octubre de 2024. Y se acabó todo.

Los errores de gestión de aquella fecha los ha reconocido Mazón este mismo lunes. Debió cancelar la agenda, debió acudir a Utiel, debió de estar pegado al terreno, debió de reaccionar. Mazón no ha querido reconocer uno anterior, probablemente para que el giro que ha dado la defensa de Pradas en los últimos días no se acentúe aún más. No la debió nombrar consejera de Justicia e Interior, porque a la vista está, esa responsabilidad requería de una capacidad para adoptar decisiones y tomar la iniciativa que la exconsellera no tenía.

El 29 de octubre comenzó el principio del fin. No sólo por el enorme balance de víctimas mortales de la jornada. También porque, como se vio en los días inmediatamente posteriores, las administraciones, todas, se demostraron incapaces de reaccionar con la celeridad que tocaba. Los incidentes del 3 de noviembre durante la visita de los Reyes y el presidente del Gobierno a Paiporta retrataron mejor que ninguna otra crónica esa profunda sensación de soledad, de desesperanza tras horas y horas incomunicados de decenas de miles de valencianos. Fallaron las administraciones, y desde luego, falló la Generalitat.

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Desde la tragedia de la dana, Mazón se ha encontrado con manifestaciones en la calle que durante todo un año le han pedido, le han exigido la dimisión. Al presidente de la Generalitat se le ha llegado a tratar de asesino –un exceso a todas luces-. Las primeras manifestaciones, algunas de ellas con una asistencia estimada en más de 100.000 asistentes, ya dejaron la prueba de que el malestar y la indignación con el president tenía unas dimensiones gigantes. Parecía razonable pensar que resultaría imposible remontar aquello.

Desde hace un año Mazón se ha encontrado con manifestaciones multitudinarias que pedían su dimisión

Las encuestas, las primeras que se hicieron tras aquello, retrataron la magnitud del retroceso electoral de los populares. Algún sondeo dejaba al PP valenciano en poco más de 20 escaños. Una sangría imposible de soportar. El resto de partidos no sólo salían fortalecidos de la caída de los populares. Tanto PSPV como Compromís encontraban además discurso político. El drama de las víctimas mortales encontraba el aderezo de una agenda, la de Mazón, tras trascender que mientras la riada cogía dimensión, estaba comiendo con una periodista, Maribel Vilaplana, en un restaurante de nombre El Ventorro, para ofrecerle la dirección de À Punt. El despropósito era completo. Mazón, que inicialmente se negó a revelar la identidad del comensal con el que mantenía ese almuerzo, ha estado durante doce meses reajustando su versión de aquella comida, de la duración, de su llegada al Cecopi por la noche.

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La incorporación al Consell del teniente general Gan Pampols, la puesta en marcha de las primeras ayudas, el retraso en la actuación del Gobierno central, el impulso de la reconstrucción…Durante algunos meses Mazón ha pensado que podría recuperar cierta iniciativa. A la vuelta del verano, el president admitía haber recuperado fuerzas y discurso. Los incendios forestales en buena parte de España, y la actitud del Ejecutivo de Sánchez le dieron argumento. Era el PSOE el que estaba detrás del intento de desgastar su figura. El mismo PSOE que, desde el Gobierno, retrasaba la llegada de ayudas a la Comunitat, e impulsaba una operación política para acabar con su Consell.

Los cambios de versión, primer asegurando que había llegado al Centro de Emergencias después de las siete, luego finalmente confirmando que había sido a las 20.28 horas. Las novedades respecto a la hora que acabó esa comida con Vilaplana, que la propia periodista situó cerca de las 19.00 horas. Y por último, esa novedad referente a que el president la acompañó al parking precisamente en el momento más complicado de la riada, han contribuido a acabar de arruinar la imagen del president.

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Mazón ha admitido errores este lunes. La instrucción que viene llevando a cabo la jueza de Catarroja no detecta errores, sino negligencias manifiestas. Y por complicado que pueda ser demostrar la responsabilidad penal como consecuencia de no haber llevado a cabo una acción –en este caso, enviar con antelación el aviso de Es Alert-, lo cierto es que el horizonte judicial de Mazón no es ni mucho menos sencillo. El president mantendrá su escaño en Les Corts precisamente porque esa circunstancia le permite seguir aforado y que la jueza de Catarroja no le impute. Para hacerlo, tendría que remitir la causa al TSJ valenciano.

La instrucción de la jueza de Catarroja viene apuntando a la responsabilidad de la Generalitat en la gestión de la dana

Mazón no ha logrado superar el mes de octubre. La suerte le acompañó el día de la Comunitat Valenciana, porque las inclemencias meteorológicas impidieron la celebración de la procesión cívica. Pero el funeral de Estado, con los abucheos al president de algunas de las víctimas retransmitidos por televisión para toda España, ha sido demasiado. Mazón había logrado aprobar, a finales de mayo, los presupuestos para 2025. A la vuelta del verano aún confiaba en la remontada. Las encuestas, siempre las encuestas, le seguían dando una valoración pésima, pero al menos el PP volvía ser el primer partido, ganaría las elecciones, y mantenía con Vox la mayoría. Quedaba legislatura para seguir recuperando terreno.

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Pero no, en realidad no quedaba. El cóctel que han supuesto los insultos en el funeral de Estado, el giro de la defensa de Pradas y el párking de la glorieta del Parterre han acabado de tumbarlo.

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