Senzillo: la Navidad que sabe a casa y a mucho más
GPS
Jueves, 20 de noviembre 2025, 23:51
Hay lugares que, cuando llega la Navidad, no necesitan adornarse demasiado. Simplemente, les basta con encender los fogones para que todo empiece a oler a tradición, infancia y a ese calor que uno busca cuando se sienta a la mesa en estas fechas tan señaladas. Senzillo es uno de estos lugares. En este pequeño refugio gastronómico de Rafa y Mónica Morales -dos hermanos con una historia que parece escrita entre guisos, viajes y valentía- la Navidad es mucho más que un menú especial: es toda una declaración de intenciones.
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Porque en el local de la calle San Vicente, número 340, la cocina se entiende con mimo al producto, con proximidad, con ese trato de tú a tú que los dos defienden con una sonrisa y un delantal limpio. Y también con las propias raíces que parten de Águeda Tello, carnicera de las de antes, cuyo saber hacer marcó la mirada culinaria de la familia y terminó desembocando en un proyecto propio que ha devuelto a ambos hermanos una libertad profesional que necesitaban: poder cocinar lo que creen, como lo creen y en Navidad lo tienen claro: toca volver a comer como antes.
El menú festivo de Senzillo (disponible los días 25 de diciembre, 1 y 6 de enero) es un abrazo largo y honesto al sabor. Arranca con un aperitivo de bienvenida donde aparece la ensalada de verduras encurtidas en casa, las aceitunas premium con aliño moruno, el pan con tomate de colgar y un queso manchego curado en bodega al pimentón trufado. Saben cómo abrir boca, y lo hacen con un guiño a la memoria: blanquet de Ontinyent con pasas y nueces, un huevo mimosa relleno de atún y un montadito de foie de oca con higos al moscatel.
Después llega el entremés marinero, una pequeña celebración del Mediterráneo con sardina ahumada y su salpicón agridulce, anchoas del Cantábrico y mejillones en escabeche de chalota. Un paseo corto, pero intenso antes del entrante individual: un pastel de carne hojaldrado a la trufa que huele a mesa grande y a manteles de domingo.
En el principal, el comensal elige según antojo. El salmón a la naranja con caviar de lumpo es una caricia elegante; la carrillera estofada con parmentier y chucrut, un guiso que reconcilia con el mundo; y los arroces -al horno de ibéricos o meloso de ibéricos, trufa y boletus- representan ese dominio de los Morales por las cocciones largas, los fondos potentes y el respeto absoluto al producto. Quienes prefieran la versión marinera del menú encuentran chipirones confitados al pil-pil, un meloso del senyoret o un all i pebre de anguilas, pulpitos y calamares que demuestra que en Senzillo el pescado es, como ellos dicen, «uno de los productos más agradecidos».
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El final es la guinda dulce que firma la trayectoria internacional de Mónica: postre casero, surtido de turrones y una mistela de Godella que homenajea la tierra. Tradición sin artificios.
Senzillo nació para dignificar la profesión, para cocinar sin disfraces y para devolver a la gente de barrio un lugar en el que sentirse en casa.
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