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En Calpe cabe todo

En Calpe cabe todo

Un buen plan ·

Icono del turismo de playa, la ciudad también ofrece a sus visitantes cultura y patrimonio

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Lunes, 28 de agosto 2017

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Para encontrar el encanto de un sitio, a veces hay que salir a buscarlo. Calpe vive en verano dedicada al turismo de playa, al sol y a la sombra. El chiringuito, los apartamentos y la paella mixta copan la imagen que los valencianos tienen de la ciudad durante unos meses. Sin embargo, lejos de ese mundanal ruido, hay todo un Calpe a descubrir.

Justo al lado del gran atractivo de la ciudad, el Peñón d'Ifac, se encuentra una cala inesperadamente tranquila. El Racó es tan sólo un trozo de costa con piedras y un chiringuito, un lugar recomendado por los lugareños para hacer esnórquel. En los últimos años, los turistas lo ha convertido en un lugar de baño más. Pero qué lugar. Ser un rincón en una ciudad de playas infinitas te permite resultar fácilmente cómodo y reconfortante. El ambiente de la Cala el Racó es habitualmente calmado, aunque también hay reservado un sitio para los juegos y los saltos al agua.

La Muralla Roja de Ricardo Bofill.
La Muralla Roja de Ricardo Bofill. Á.G.D.

Al sur del Peñón, los rascacielos se convierten en urbanizaciones residenciales y apartamentos. Y allí se encuentra el tesoro ocultado (que no oculto) de los edificios residenciales que Ricardo Bofill. Diseñados en la segunda mitad del siglo XX, sorprenden tanto en persona como en las cientos de fotos que se han hecho y que siguen inundando las redes sociales. A causa de esto, la Muralla Roja se ha convertido en una fortaleza en la que sus vecinos se han querido proteger del goteo de curiosos que cada día acudían en busca del 'like'. Desde hace unos meses, una valla acota lo que se puede disfrutar de un edificio extraordinariamente singular. A pesar de que sólo queda visible un lado de la fachada, eso es suficiente para reconocer las geometrías con las que el arquitecto catalán diseñó estos apartamentos. La construcción se inspira en la tradición mediterránea de la casbah y se adapta milimétricamente a la topografía en la que se enmarca.

Los colores pastel también están presentes en Xanadú, ya mucho menos visitado pero igualmente interesante. Se trata de una ciudad-jardín experimental que es en realidad una interpretación que Bofill hizo del Peñón. El Anfiteatro, las 27 viviendas de lujo inspiradas en la Grecia clásica, completa la huella del arquitecto en la ciudad.

Para los que quieran alejarse de la playa y las urbanizaciones, Calpe también tiene reservado un buen puñado de sitios para visitar. El casco antiguo deja de lado la contemporaneidad y zambulle a la localidad en su propia historia. Como en otras poblaciones de la Comunitat, como Sagunto o la propia Valencia, se conservan restos de la muralla que protegía a civilizaciones anteriores (en este caso, de los musulmanes).

Ricardo Bofill diseño tres de los edificios más singuares de la Comunitat

Otro de los monumentos más representativos es el Forat de la Mar, una brecha en la muralla que se abrió cuando desapareció la ofensiva de los piratas. Desde ahí, los marineros observaban el estado del mar de madrugada para decidir si faenaban o no. Y alrededor, el arrabal y algunas calles mantienen la estética y la tradición marinera sin perderse en artificios. Un buen ejemplo de ellos es la calle Puchalt, con sus escaleras bañadas por la bandera de España.

El Torreó de la Peça es otro punto de la muralla que vale la pena visitar. En su día albergó una pieza de artillería tras los ataques masivos de los piratas. Ahora sus restos tienen como huésped al Museo del Coleccionismo de la ciudad.

Calpe parece no acabarse nunca porque cabe todo. Una ciudad de contrastes, pero muy disfrutable si uno se deja los prejuicios en casa.

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