Elisabeth Moss, la alumna feminista de la Cienciología

«Hoy en día todo el mundo es una estrella: a todos los presentan como estrella principal o protagonista. En mi época nos teníamos que ganar ese reconocimiento». La rotunda crítica fue pronunciada por la actriz Bette Davis, entre cuya legión de seguidores se encuentra Elisabeth Moss, la única de la que reconoce haber visto más de una vez todas sus películas. La cita no es gratuita, es la fuente inspiracional que la protagonista de 'The Handmaid's Tale' parece haber seguido a pies juntillas como demuestran las ocho nominaciones a los Premios Emmy que tuvo que dejar pasar hasta hacerse con el galardón de mejor actriz.

Una carrera de fondo que, a pesar de haberse inciado estudiando ballet en el Kennedy Center de Washington D.C., siempre tuvo en el horizonte. Desde su primera aparición en la miniserie 'Lucky Chances' (1990) con tan solo seis año quiso cumplir su sueño de ser actriz. Ahora, con 35, deja atrás una riestra de papeles incómodos y feministas: la Peggy Olson que convive en el patriarcal universo que retrata 'Mad Men' (2007-2015), la joven inspectora Robin que investiga su propia violación en 'Top of the Lake' (2013 y 2017) y la actual doncella June Osborne - Offred de 'The Handmaid' s Tale'.

Mujeres icónicas que Elisabeth Moss utiliza en las campañas promocionales para agitar el discurso en defensa de la igualdad de género, laboral y salarial. Un feminismo contradictorio porque, según muchos reflejan, es incoherente con su fervoroso activismo en defensa de la iglesia de la Cienciología. No son pocos los que le achacan que entre su aplaudida alocución: «Ya no vivimos en los márgenes de las páginas. Ya no vivimos entre los huecos de las historias. Ahora somos la historia y estamos escribiéndola nosotras mismas» pronunciada hace unos meses mientras recogía su segundo Globo de Oro, y la arenga: «Trata sobre el empoderamiento y el respeto a sí mismo» empleada para defender a su organización religiosa, navega la hipocresía. Otros dicen que son cosas de matices.

Ante unos y otros, Elisabeth Moss tira de política, de esa que no le gusta frecuentar, de la que aprendería leyendo a Aaron Sorkin dando vida a Zoey Bartlet, la hija del Presidente de Estados Unidos (Martin Sheen) en 'El ala oeste de la Casa Blanca' (1999-2006). Su aparentemente cómoda ambigüedad quedó patente en la última entrega de los Emmy: poco después de mostrar su protesta, huyendo del patio de butacas, por el reconocimiento al documental a 'Leah Remini: Scientology and the Aftermath' que denuncia los abusos sexuales dentro de la Iglesia de la Cienciología, no solo era capaz de erigirse en adaliz de los derechos de las mujeres sino de abanderar, pocos meses después, el movimiento #MeToo.

Toda esta escena sucedió delante de su madre, su otro referente -con permiso de Bette Davis- y 'partenaire' oficial en las entregas de premios desde que se divorciase de la estrella del 'Saturday Night Live', Fred Armisen, un matrimonio que sólo duró ocho meses.

Pero la lista de Elisabeth Moss con nombres propios en los que fijarse no acaba ahí. También podemos leer los de Angelina Jolie con la que, aunque ni el espectador más avezado lo recuerde, compartió escena en 'Inocencia interrumpida' (1999), y la oscarizada Hillary Swank: «Creo que todos los días hay una nueva actriz que sale y me inspira para hacer algo más. Después de verla en 'Boys Don't Cry' sentí este anhelo de salir y ser la mitad de buena que ella».

La otra lista, la del ocio, está encabezada por los nombres de Ethal y Lucy, los de sus gatos, de un tiempo a esta parte convertidos en estrellas del Instagram y celosos, probablemente, cuando su dueña los deja en casa para asistir a un partido de los Chicago Cubs, equipo de béisbol del que Elisabeth Moss es fiel seguidora.

Y mientras la actriz promociona la segunda temporada de 'The Handmaid's Tale', su carrera sigue trazándose siguiendo los pasos de su maestra Bette Davis: «La clave de la vida es aceptar retos. Una vez que uno para de hacerlo, está muerto».

Nosotros ya estamos esperando el próximo. Sí, Elisabeth, Martini en mano, lo sabemos.