Caza con sentido ecológico
Los cazadores cuidan del coto de la sierra todo el año para abatir presas solo ocho jornadas
Fernando Amat
Lunes, 12 de octubre 2015, 00:33
Más que cazadores se consideran personas preocupadas por conservar el monte de Albatera. La caza la asocian más que a un deporte a una afición donde lo importante es el contacto con la naturaleza y pasar una jornada de recreo con sus mascotas. Una afición que resulta cara en dinero pero también en tiempo. No en vano, sacan ratos para subir a la sierra comida y agua a los animales salvajes para que puedan reproducirse durante todo el año. Y para colmo el Club de Caza La Perdiz ha decidido cazar solo ocho días en la temporada que se abre hoy. La asociación de cazadores cumple este año su medio siglo de vida de manera ininterrumpida, en el que ha buscado preservar el hábitat de la montaña para no perder los derechos de caza.
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Origen.
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La Perdiz se fundó en 1929, se paralizó con la Guerra Civil y se refundó en 1965. Ahora cuenta con 200 socios.
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Caza menor.
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Se cazan liebres, conejos, perdices y zorzales en un coto de 5.000 hectáreas.
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Temporada.
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Del 12 de octubre a Navidad, pero han reducido las salidas de doce a ocho.
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Bebederos.
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Se reparten en más de 100 zonas.
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Comederos.
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Se distribuyen en 150 puntos diferentes.
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Reparto.
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En el 2014 se repartieron 2.000 alpacas de trigo con su espiga, 250 toneladas de melones, 250 toneladas de granadas y 100 toneladas de mandarinas gracias a Albafruits.
La afición por esta práctica se remonta a 1929, cuando se formó el que fue germen de esta asociación con la Unión de Cazadores gracias al permiso de la Gobernación Civil de Alicante. El abuelo del actual presidente, Alberto Juan Serna, fue uno de los socios fundadores de ese periodo inicial de disfrute por las lomas albaterenses hasta que tuvieron que deponer las armas cuando llegó la Guerra Civil. Una vez se superó la posguerra, en 1965 se volvieron a dar los pasos necesarios para volver al monte, y algunos pioneros volvieron a salir a realizar batidas. Desde la primera agrupación han pasado 87 años y cuatro generaciones que mantienen la misma pasión por cazar perdices, conejos, liebres y zorzales. Una caza menor que divierte a más de 200 socios que conforman esta agrupación cerrada a aficionados de otras poblaciones. Solo hijos del pueblo o personas casadas con albaterenses de nacimiento forman parte del selecto club que persigue conservar el término municipal para que este legado lo puedan aprovechar futuras generaciones.
Para conseguirlo, sus miembros llevan a cabo un arduo trabajo para poder salir al monte a partir del 12 de octubre, cuando se abre la veda. Durante todo el año su objetivo se centra en que los animales procreen en mayor medida, para ello llevan toneladas de alpacas de trigo, mandarinas, melones, granadas y brevas para que los animales se encuentren en las mejores condiciones posibles.
Juan asevera que «los guardias forestales revisan que el número de animales sea el suficiente como para abrir la veda». Para ello, se realizan inspecciones a diario por las decenas de motas de la serranía local por parte de esta autoridad, que puede denegar la veda como ocurrió en la vecina Sierra de Crevillente. Por ello, este año pese a que la asociación contaba con doce domingos de permiso para salir a buscar presas decidieron reducirlo a ocho como medida de prevención.
La asociación ha instalado bebederos en un centenar de puntos y lleva comida hasta en 150 zonas diferentes. En definitiva su tarea, más que apuntar y disparar, es una actividad cinegética que persigue mejorar la biodiversidad de uno de los términos municipales más extensos de la provincia. Las más de 5.000 hectáreas en las que rondan animales de todo tipo que se deben capturar con medida.
Así, consideran su afición más que matar a una presa con un disparo se trata «de un juego con tu perro para encontrar las piezas».
Este colectivo se preocupa de cuidar el coto y también los campos cultivados, alrededor de 400 hectáreas dentro de este, donde muchas veces los conejos bajan a comer. En algunas ocasiones la Conselleria da permiso para rebajar la superpoblación de liebres. En ese momento los socios realizan batidas por los campos. Para evitar que los conejos coman las cosechas «solemos poner comederos en zonas más altas para que los animales no bajen». Como contraprestación la cooperativa agrícola Albafruits dona miles de kilos de fruta que no se pueden vender para las exportaciones, «son piezas que están en buen estado pero que llevan algún toque». En este sentido, aseguran que los animales salvajes llevan una dieta equilibrada, tanto que La Perdiz 'ha cazado' con una cámara fotográfica, que se activa al detectar movimientos a depredadores que se acercan a los bebederos en busca de comida. Se trata de zorros, culebras de grandes dimensiones e incluso jabalíes que proceden de la Sierra de Abanilla, donde existe otro coto, para alimentarse. El club apuesta además por mantener el respeto por el medio ambiente y, con este fin, retiran el mayor número de desperdicios que se encuentran por la sierra. El presidente resalta que «la cacería ha cambiado mucho en unos años, ahora si matas un zorro te llevan esposado, se deben cumplir unas normas porque cada persona debe conocer la legislación».
En este aspecto, recuerda que los periodos de veda se han reducido en los últimos cincuenta años y que si no hay una suficiente población de fauna no se abre el paso a la caza menor. Por otra parte, la cuota de cada cazador es de dos perdices por cada salida. Algo que antes no se estilaba como tampoco el coste que ahora soportan para gestionar toda esta serie de actividades. Por ello, quieren poner en conocimiento de senderistas y ciclistas que pasean por el monte que su afición nutre la biodiversidad de la sierra albaterense.
Problemas con ciclistas
Desde la asociación de caza defienden que no han tenido ningún problema con los ciclistas, que cada vez llenan más las pistas y los caminos del coto. «Deben ir solo por caminos transitados, al igual que las motos de cross». No obstante, no ha existido altercado como en la Sierra de Crevillente donde se han colocado trampas para que los 'bikers' se les pinchara las ruedas. «Puede haber alguna discusión pero en este caso debe reinar la cordura», afirman.