Desde muchos puntos de España se levantan voces de agricultores para denunciar cómo viene sufriendo las presiones de grandes inversores de energías renovables para doblegar ... su comprensible resistencia a vender o alquilar sus campos o, en otro aspecto, a esquivar las lógicas peticiones de mejores precios para cederlos.
«O nos lo vendes a tanto o te expropiamos». Esta es la estrategia que se está siguiendo en muchos sitios, lo cual viene a indicar que, o bien existe cierta connivencia con la Administración de turno, o bien se alude sin fundamento a tal opción expropiatoria, a sabiendas de que así se puede infundir temor y se meten prisas, sobre todo cuando se trata de personas mayores o menos informadas.
No siempre se actúa así, desde luego, y se conocen también ejemplos en los que prevalece ante todo la necesidad del acuerdo entre las partes, incluso el ofrecimiento de que si al final hay mejoras de precios para unos, se extenderían para todos; y hasta hay casos en los que, en vista de la oposición de una parte y la dificultad de convencer a todos, se acaba desistiendo de proyectos concretos.
Pero el caso es que, junto a unos comportamientos, también están los otros, y la Administración debería aportar claridad y justicia a quienes, en primera instancia, les piden que pongan lo único que no se puede cambiar: el suelo inamovible que otros han elegido porque sí y sobre el que quieren construir o instalar lo que sea. Si han elegido lo que no se puede cambiar de lugar, al menos que vayan con respeto y que ofrezcan con justicia.
Que se sepa, la expropiación forzosa solo puede ejercerse desde la Administración (al nivel que sea) y para cuestiones de fuerza mayor y bien general o común. Todos sabemos, y aceptamos, que se expropia para una carretera, un puente, un instituto, un hospital... Bienes y servicios públicos, necesarios para todos. Y entre todos se paga el justiprecio al dueño del terreno.
¿Es un bien público una central eléctrica renovable? Sí y no. Puede que sea estrategia oficial del momento fomentar la expansión de energías renovables. Pero también es un negocio para quien invierte en ello. Y al mismo tiempo que en unos sitios emergen urgencias, en otros cunde lo contrario. La Administración puede decir qué se puede colocar o no en un campo concreto. En vez de olivos o naranjos, placas solares. Vale. A lo mejor al dueño del campo le podría interesar entrar en el negocio, si a esas vamos. ¿Por qué ponerse, de entrada, del lado de la otra parte que acaba de llegar? «O vendes o te expropiamos» ¿De verdad que se puede llegar a tanto, cuando cabe fijarse en otros sitios con menos valor agrícola o paisajístico?
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