Adiós al chico de Sundance
El lamento por la muerte de Robert Redford en todo el mundo ha sido unánime. No recuerdo otro caso de un actor de cine cuyo ... fallecimiento causara tanta conmoción en forma de pena, quizás con la excepción de su buen amigo Paul Newman. Por ejemplo, cuando murió Marlon Brando hubo un enorme seguimiento por los medios, qué duda cabe, ya que el intérprete de 'El Padrino' fue uno de los grandes actores de la historia del cine, pero sobre todo se reivindicaba su estatura profesional, esa energía brutal que podía emanar de su personaje en 'Un tranvía llamado deseo' o su versatilidad haciendo de Marco Antonio en 'Julio César', de Emiliano Zapata en 'Viva Zapata' o de simpático truhan en el musical 'Ellos y ellas'. Lo de Redford es otra cosa: hemos llorado la pérdida no solo del actor, sino de la persona, y más todavía quienes hemos crecido viendo sus películas, desde 'La jauría humana' hasta esa pequeña delicia basada en un caso real (que para mí constituye un resumen de su arte) que es 'Un ladrón con estilo' (2018), y el último film como protagonista.
En este lamento general por su muerte se han recordado sus éxitos como actor y como director, pero también su maravilloso proyecto de Sundance, un festival creado junto a su hogar en el estado de Utah pensado para impulsar el talento cinematográfico de cualquier rincón del mundo, y que ya ha dado numerosos frutos. Pero, junto al elogio por su gran obra, permanece en mí el sentimiento de que me hacía feliz ver a Redford en sus películas, me generaba alegría, la experiencia interior de pensar que estaba frente a un hombre de bien, alguien que amaba la vida y a quien le importaba lo que les pasaba a los otros. En resumen, en esa eterna discusión acerca de si debemos admirar al artista por sus obras al margen de cuál fuera su vida, si como persona nos defraudaba, con Robert Redford, claro está con sus defectos como cualquier persona, no había polémica: nos seducía su forma de actuar porque teníamos el íntimo convencimiento de que ese personaje positivo en realidad no era sino el reflejo de quien lo encarnaba.
No anda el mundo sobrado de artistas que puedan conjurar ese aprecio unánime, baste decir que el propio Donald Trump, que no es precisamente un sentimental, ha mostrado sus condolencias, a pesar de que Redford era del partido demócrata y creía en todo lo contrario que aquel. Y es que muchos le veíamos como alguien que estaba en el curso correcto, abogando por el respeto a la persona y la naturaleza. Fue un hombre que triunfó y nos alegrábamos de que fuese así, porque encarnó a esa persona que vive plenamente y muere con los deberes hechos, merecedor de expirar en el transcurso de un dulce sueño.
Robert Redford encarnó a esa persona que vive plenamente y muere con los deberes hechos
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión