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Política macarra

Ya no hay debates constructivos, hay intercambio de golpes en el barro, un escenario en el que algunos personajes se mueven con habilidad pasmosa

Pablo Salazar

Valencia

Martes, 29 de julio 2025, 23:29

¿En qué momento el matonismo, la chulería, los malos modos y las palabras gruesas sustituyeron en la política española a la inteligencia, la ironía, ... el uso inteligente del lenguaje y el respeto al adversario desde la sana discrepancia? ¿Es todo culpa de las redes sociales, especialmente de X (antes Twitter), esa mugrienta barra de bar con servilletas de papel, huesos de aceituna y palillos gastados tirados por el suelo? Para responder, empecemos por no idealizar el pasado. El Alfonso Guerra que hoy nos parece un señor simpatiquísimo y que dice las verdades que tanto duelen al Gobierno y al PSOE sanchista es el mismo que como vicesecretario de los socialistas y vicepresidente con Felipe González insultaba y menospreciaba un día sí y el otro también. Cierto es que con más gracia que los de ahora. Pero no era una hermanita de los ancianos desamparados. No obstante, el ambiente era otro, menos irrespirable, menos agobiante. La multiplicación de impactos informativos, el recurso permanente a la consulta del móvil, la constante presencia de los dirigentes de los partidos en los medios, ha saturado nuestro día a día de política agresiva, de confrontación, sin matices. Se ha impuesto y generalizado la consigna de Zapatero, «nos conviene que haya tensión». Y en ese hábitat, en ese terreno pantanoso, enfangado, hay personajes que se mueven con una habilidad pasmosa. Óscar Puente es el caso más evidente. Pasa sus días colgando comentarios en las redes, atizando a rivales políticos y a periodistas que no son de su cuerda ideológica, enmendando informaciones, ensalzando a su líder, agitando y provocando sin parar. Es una máquina de propagar bulos, de desprestigiar personas, de montar broncas digitales. Sin que le tiemble el pulso. Al contrario, adornándose en su suerte, regodeándose de la desgracia ajena, escupiendo sobre la tumba del cadáver del contrario, que para él nunca es un contrario sino un enemigo, una pieza a abatir en el campo de batalla de la política. Eso y no otra cosa es para él la política, un conflicto, una guerra en la que hay vencedores y vencidos. Su estilo macarra es muy apreciado en «las bases socialistas», es decir, los miles de cargos públicos que viven de los impuestos de los españoles, así como entre el equipo de opinión sincronizada patrocinado por la Moncloa (o, lo que es lo mismo, también por nuestros impuestos). De lo que se deduce que si algún día cae Pedro Sánchez, si llega el momento de sustituirlo al frente del PSOE, el candidato natural para hacerlo es Óscar Puente. Aún echaremos de menos a su antecesor...

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