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IRENE MARSILLA
Belvedere

El milagro de San Agustín

El criterio estético del ciudadano medio (si es que tal concepto existe) cede por completo ante la necesidad imperiosa de muchas personas por salir a la calle

Pablo Salazar

Valencia

Lunes, 29 de septiembre 2025, 23:50

Viernes por la tarde, aún no ha oscurecido. Desde plaza de España, el autobús de la EMT baja por San Vicente, una calle siempre atiborrada ... de gente y que pide a gritos su reforma. Con una ampliación de aceras que permita acoger con comodidad todo el tránsito peatonal, las terrazas y los elementos del mobiliario urbano. Al llegar a San Agustínb observo perplejo el milagro del titular. La plaza, sus bancos para sentarse, están hasta arriba, no queda ni uno libre. Incluso la vieja marquesina de la EMT que se quedó como testigo mudo de la chapuza urbanística sirve de acomodo provisional de viandantes. Cómo es posible, me pregunto. El espacio es feo, carente de cualquier gusto, una sucesión de bancos y maceteros en una plaza sin gracia, sin diseño, sin nada. Para empezar, sin árboles. Con el intenso tráfico que se dirige hacia la avenida del Oeste y la plaza del Ayuntamiento. Me recordó aquella ocasión en la playa de PlayPuig, cuando en el inmenso aparcamiento que hay delante vimos a una familia que había montado su zona de acampada, con mesas, sillas y un toldo, entre los cientos de coches aparcados, un lugar destinado a dejar los vehículos, no a socializar. La cuestión es que para mucha gente la estética, el estilo, no es tan importante. Algo que también se aprecia a la hora de vestir. El caso es que el diseño de las ciudades, de sus espacios públicos, debe tener en cuenta varios factores. El primero y principal es que -como nos enseña el milagro de San Agustín- cada vez se sale más, mucha gente no quiere quedarse en casa. Bien porque las condiciones de su vivienda no invitan a largas permanencias o porque se comparte con otras personas o porque los padres no saben aguantar a los hijos pequeños y necesitan sacarlos a que se aireen (los unos y los otros). Que se sale mucho más que antes es una evidencia que se puede comprobar todos los días en cualquier sitio. La propia plaza del Ayuntamiento, el mercado de Colón, Cánovas, Don Juan de Austria y todo el centro, Ruzafa, el jardín del Turia... siempre está todo como si fuera un día de fiesta. Se sale más y se ocupa cualquier espacio, público o privado. Una terraza en la Marina con vistas al mar y a la playa de la Malvarrosa o una plaza con bancos dejados caer con el mismo estilo que la zona de espera de la delegación de Hacienda de la calle Músico Ginés. Una constatación que no puede llevar a la conclusión de que cualquier diseño vale y que el 'low cost' (pomposamente llamado «urbanismo táctico») es una buena opción. Sino a tener claro que por encima de todo la gente lo que quiere es salir.

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