No han leído a Byung Chul Han
El filósofo propone quedarse en casa como un acto casi revolucionario, una apuesta que choca de frente con la tendencia urbana a la hiperactividad
Hace unas semanas fui a comprar el último libro de Byung Chul Han, 'Sobre Dios', y en todas las librerías me respondieron lo mismo: «Está ... agotado, tiene que pedirlo y esperar unos días». Qué maravilla, pensé a pesar de la contrariedad de buscar algo y no encontrarlo. Hay gente que lee. Es cierto que por aquellos días, el filósofo acababa de recibir el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, con la repercusión mediática que tiene este premio. Pero con eso y con todo no deja de ser una obra de filosofía. Para entendernos, no es el Planeta de Juan del Val ni las memorias del Rey emérito. Días después leo una entrevista con el pensador coreano cuyo titular me hace dar un salto en la silla: «Quedarse en casa es la forma más lúcida de resistencia. El silencio de tu casa es el único lugar donde todavía puedes escucharte». ¡Cáspita! Claro, me dije, es lo que algunos venimos defendiendo desde hace tiempo, qué bueno verlo reflejado en el pensamiento de un intelectual de reconocido prestigio internacional. Pero si eso fue el viernes por la mañana, pocas horas después me topé con la dura realidad: Seis y media de la tarde, el centro atascado. ¿Por qué? ¿Por el Valencia-Levante en Mestalla? No, era a las 9 de la noche. Por el encendido de las luces navideñas. La decoración de Valencia tiene poco que ver con la de Vigo, donde un alcalde socialista la ha convertido en un atractivo turístico, ni con la de Madrid o Málaga, donde gobiernan los populares. Pero es igual, lo que importa es salir, participar en el evento y hacerse una foto para que todo el mundo vea que has estado. En definitiva, no quedarse en casa. Que es justo lo contrario de lo que propone Byung Chul Han. Él habla de resistirse a la tentación de la «autoexplotación de nuestro tiempo libre», de huir de un modelo extenuante y apostar por la contemplación, la reflexión, la meditación, incluso el aburrimiento, un concepto que choca de frente con la dictadura de las redes sociales, que nos impone actividad frenética y compartida. Obviamente, muchos jóvenes podrían poner una objeción a su consejo: qué más quisiéramos, le dirían, que tener un hogar propio, un espacio en el que recluirnos y buscar nuestro yo interior. Las riadas de gente ante cualquier evento, los atascos de coches y de seres humanos, nos muestran a una sociedad que no sabe estar en casa, que prefiere actuar y exhibirse a pensar y conocerse mejor. Hace unas semanas se agotó el libro del filósofo coreano pero no nos engañemos, los que leen filosofía son una minoría selecta. La mayoría acuden en masa a contemplar el encendido navideño.
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