Hacienda y la fábrica de leche
En la entrada por la avenida de Cataluña, los restos de El Prado Cervera acumulan décadas de abandono. ¿Se repetirá la jugada en Guillem de Castro?
Al entrar en coche a Valencia por el acceso de la avenida de Cataluña me fijo en dos aspectos, uno anecdótico y otro realmente importante. ... El primero es que ha desaparecido del catálogo de vallas publicitarias que salpican dicha entrada a la ciudad el misterioso anuncio con un pasaje de la Biblia que durante años desató la curiosidad acerca de quién pagaba la campaña. El segundo es que los restos de la fábrica de leche El Prado -marca que luego compró Cervera- siguen donde estaban y como estaban. ¿Cuántos años han pasado desde que la factoría dejó de prestar servicio? En 1999 la compañía fue adquirida por el grupo francés 3 A. La producción se trasladó al polígono Vara de Quart hace más de veinte años. Desde entonces, la vieja nave, pegada al cementerio de Benimaclet, permanece cerrada, al principio con protección privada y luego ya sin ella. Víctima del abandono, ha ido sucumbiendo al deterioro del paso del tiempo, el gamberrismo, la okupación y el desmantelamiento de cualquier elemento de valor. Ha acogido alguna rave y sus muros han servido como lienzo para los grafiteros. El lugar es feo, inhóspito y peligroso. Pero lo peor de todo es que parece que nos hemos olvidado de su existencia, del problema que representan los restos de una fábrica en uno de los principales accesos viarios a la ciudad. Nos hemos acostumbrado a su molesta presencia, se ha institucionalizado, como aquellos presos de la inolvidable 'Cadena perpetua' protagonizada por Tim Robbins y Morgan Freeman. Pasamos por ahí y giramos la cabeza para no reparar en el sinsentido de que a escasos metros de los campus y del edificio de la Dirección General de Salud Pública nos podamos encontrar con tabiques medio derruidos y escombros de lo que un día ya lejano fue una central lechera. No debería ser así pero es lo que sucede. Los vecinos se cansan de protestar, los particulares no actúan y la Administración local se muestra impotente para intervenir y exigir el fin de una situación intolerable, impropia de la tercera ciudad española. Cuando paso por delante de la antigua sede de Hacienda, en Guillem de Castro, cerrada desde 2016, y observo que el único avance perceptible en los últimos meses es una valla metálica más consistente para impedir que los sintecho duermen en el soportal me pregunto si no estaremos ante un nuevo caso de edificio/solar/problema urbanístico enquistado del que nos acabaremos olvidando, dejándolo por imposible, convirtiéndolo en otro institucionalizado. Espero que no sea así pero de momento tiene toda la pinta.
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