Existen tantas noticias sobre los precios insultantemente excesivos que ha alcanzado la vivienda que nos hemos acostumbrado, mal acostumbrado. Es como si nos hubiesen anestesiado ... para que al leer las cifras que manejamos al comprar un piso no nos escandalicemos. Pero no hay otra opción. Ayer mismo volvía a presentarse un informe al respecto con datos del Ministerio. En él se indicaba que el precio medio de la vivienda en venta había alcanzado un nuevo récord en el tercer trimestre del año. Nunca desde que existen registros, desde 1995, el metro cuadrado había sido tan caro. En concreto se cifra en 2.153 euros lo que cualquiera debe desembolsar por metro cuadrado, un dato muy superior al sueldo del común de los mortales.
Publicidad
Es decir no podemos aspirar a un piso de 90 metros cuadrados por menos de 200.000 euros. Es más, hablamos de chollo si encontramos alguna oportunidad inmobiliaria por esta cantidad. Pero la demanda es tan grande que no nos paramos a reflexionar lo suficiente lo que significan estos números. Ni a protestar con contundencia por ello.
No es normal, no deberíamos dejar de repetirlo. No podemos normalizarlo. Solo si lo calificamos como problema mayúsculo se entenderá la urgencia para resolverlo. No hay nada más urgente ahora, nada tendría que preocupar más a nuestros políticos, tanto a los nacionales -el Gobierno Central tiene un Ministerio ex profeso que no sirve para nada- como a los locales y autonómicos -las competencias se las reparten ayuntamientos y gobiernos regionales sin que den pasos firmes para cambiar la situación-. No, no podemos normalizarlo.
No podemos normalizar el precio de la vivienda. Hay que protestar con contundencia
Pero es que no son solo estas cifras las que asfixian a cualquier familia. A la vivienda hay muchas personas que han renunciado, ni se plantean acceder a alguna o pedir una hipoteca para conseguirla. Pero qué pasa con otros elementos cuyos precios también han aumentado notablemente en los últimos años. ¿También terminaremos renunciando a los huevos, los filetes o la fruta?
Publicidad
Me llama la atención cómo hemos asumido que una docena de huevos cueste casi seis euros en un supermercado. O que desembolsemos más de siete euros por un litro de aceite. Solo hay que echar un vistazo a lo que denuncia la OCU al respecto: los plátanos se han encarecido un 35,9% en el último ejercicio estudiado; los limones, un 33%; y el café, un 54%. Es una barbaridad. Un paquete de café nos cuesta ahora cinco euros, cuando hace nada no llegaba a tres. Pero es que tampoco nos extraña si en una cafetería por un cortado nos piden dos euros. Por no hablar de lo que sucede en los cafés de especialidad...
A la lista de excesos habría que añadir que hayamos normalizado que nos puedan cobrar en cualquier bar 18 euros por una ensalada de tomate o 10 por un sandwich mixto. Hemos perdido la perspectiva.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión