El tapiz floral

Pienso que merece la pena que recordemos esta tradición floral, que se inicia en 1904, así como a sus artesanos. El valenciano Julio Cebrián Mezquida comenzó la elaboración del tapiz dedicado a la Virgen de los Desamparados, realizado con flores secas y naturales, toda una manifestación única en el mundo y, sobre todo, un regalo para la vista y para olfato de los valencianos; un trabajo minucioso y, sobre todo, manual.

Durante más de treinta años fue Enrique Ginestá el sucesor artístico de Julio Cebrián, y al que se le encargaba la realización del retablo floral. A este artesano le sucedió Miguel Galbis, su alumno aventajado, que años más tarde pasó el testigo a su hijo Miguel Galbis Ibáñez.

Desde 1904, toneladas de distintas flores y plantas, como sanguinaria, claveles, amaranto, plumbago, siempreviva, manzanilla, mirto, guardalobo, capuchina y rosas, entre otras, han arropado y dibujado la imagen de Nuestra Señora la Virgen de los Desamparados, acompañada por ángeles y santos, entre ellos San Vicente Ferrer, San Vicente Mártir, San Juan de Ribera, San Pascual Bailón, así como personajes egregios con el padre Jofré, Fernando el Católico, Jaime I, el rey don Juan Carlos y doña Sofía, junto a papas como Alejandro VI, Pío XII, Juan XXIII y Juan Pablo II.

Como dato a reseñar, a lo largo de la historia los tapices en honor de la Mare de Deu han conocido diversos estilos y artistas como los citados Cebrián, Ginestá y los Galbis, además de Vicente Benedito, Vicente Albert, Luís Cerezo, Salvador Peris o Carlos Albert, según documenta María Dolores Garrigós en su libro «Historia de los tapices de flor en honor de la Virgen de los Desamparados