Una dimisión que les retrata
Parecen no haber asimilado que se han quedado sin guion
Ayer mismo el Boletín Oficial del Estado publicaba el Real Decreto por el que se declara el cese de Carlos Mazón Guixot como President de ... la Generalitat Valenciana, de conformidad con lo anunciado por el propio cap del Consell el pasado lunes. Muy significativo resulta que, esta vez, por decisión expresa del Gobierno, se haya omitido el habitual «al que se agradecen los servicios prestados» con el que se despide a los presidentes autonómicos. Hasta en el último trámite formal, Sánchez logra imprimir su particular concepto de elegancia institucional. Un detalle -marca de la casa- de quien confunde el liderazgo de un partido con la presidencia del Gobierno.
Pero más allá de la falta de clase y de altura política, del texto cabe darse otra lectura: Sánchez vuelve a situarse en ese cómodo plano de superioridad moral que tanto practica. Curiosa ausencia de pudor de quien salió por piernas de Paiporta y aún corre eludiendo a los valencianos. Como hará el martes próximo, rehusando la citación de Les Corts para comparecer en la comisión de la dana. Ni él, ni Marlaska, ni Ribera, ni Robles, ni Montero. Alegan que no tienen obligación legal de comparecer. Legal, quizá; moral, ni por asomo. Todo lo contrario a un Mazón que acudirá a petición propia.
Explicaciones, disculpas o dimisiones por la negligente gestión hecha antes o después de la catástrofe, ni una. Ni Ximo Puig ni Teresa Ribera quisieron encauzar las obras que habrían evitado la tragedia. Por una Ley de la Huerta pactada con Compromís y los 228 millones que la ministra consideró excesivos, el daño fue descomunal. Tampoco llegó una sola disculpa por los tres días que tardó la ayuda estatal o por no haber declarado la emergencia nacional. Era más sencillo volcar toda la presión sobre Mazón. Doce manifestaciones y calificativos tan hirientes como asesino, cobarde y traidor proferidos desde cualquier tribuna sin rubor, resumen el ruido de una política que confunde la crítica con el linchamiento.
Alegan que no tienen obligación legal de comparecer
Lo que Baldoví y Morant parecen no haber asimilado todavía es que, dimitido Mazón -después de un año de persecución como no se recordaba desde la época de Camps y Rita Barberá- y habiéndose depurado las responsabilidades políticas al más alto nivel (ya veremos las judiciales), se han quedado sin guion. Igual resulta que la diferencia entre un hombre que se equivoca y una mala persona, no era exagerada. Mazón ha reconocido errores, ha pedido perdón, ha puesto los medios para continuar la reconstrucción, incluyendo presupuestos, y ha tenido el valor de dimitir. Quizá quienes ahora gritan «Mazón a prisión» podrían probar a impulsar las obras pendientes para que la historia no se vuelva a repetir.
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