La guardería
Putin atacó anteayer una guardería de Kiev. Se sabe con certeza porque los tres drones que bombardearon la zona dejaron caer su carga explosiva justo ... sobre el tejado de la guardería. Los tres. No fue un error, ni un despiste, ni una confusión de objetivos. No había una central eléctrica ni una instalación militar en las inmediaciones. Quería bombardear una guardería con 48 niños dentro, de edades comprendidas entre pocos meses y tres años. Un 'enemigo' peligrosísimo. Es su forma de hacer daño donde más duele a los ucranianos con tal de doblegar al enemigo. El modo más cruel de enviar un recadito a Occidente.
Las imágenes eran tremendas, a pesar de no haber víctimas entre esos niños. Los pequeños, en brazos de bomberos, de militares o de sus propios padres, llorando de miedo camino de casa. Fue gracias a las maestras, a la existencia de un refugio en el centro escolar y al entrenamiento habitual que hacían con los niños como consiguieron salvarlos. En ese adiestramiento los acostumbraron a bajar en fila y tranquilos al refugio y, anteayer, en cuanto sonaron las alarmas, repitieron el ejercicio, en esta ocasión, como algo real.
Bombardear una guardería, como un hospital materno-infantil, da la medida de la catadura moral de Putin. Como lo hacen los casi 20.000 niños ucranianos llevados a la fuerza a Rusia o los 3.000 que han muerto en la guerra. No es fácil ser más alimaña. Pero, probablemente, tiene que ver con las negociaciones a las que Trump quiere someter al líder soviético. Es su forma de demostrar todo el daño que aún puede causar. Es su baza y el punto de partida desde el que pretende negociar.
Pero la realidad, tanto en Ucrania como en Gaza o Sudán, es salvaje, inaceptable y reprochable. Los niños son intocables. Deberían ser intocables. En cualquier contexto, en cualquier situación y en cualquier conflicto. No hay justificación posible ante el daño causado a los más débiles. Y, sin embargo, los vemos sufrir a diario en todas estas guerras. Los niños no pueden ser un objetivo militar. En la guardería ni siquiera había túneles de terroristas escondidos. Solo pañales, juguetes y gorros de lana. Entre los niños no hubo daños pero sí en la acción de otros 400 drones sobre Kiev y Járkov, que mataron a dos niños y varios adultos en la misma noche. Sin embargo, no vemos protestas en las calles, flotillas o grandes alegatos contra el sanguinario presidente. Al contrario, los líderes europeos ya empiezan a aceptar la cesión de territorios de Ucrania a Rusia para que no siga bombardeando guarderías. Punto para Putin.
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