El momento oportuno
La coyuntura recomienda al PP ceder todo el foco a la calle Ferraz. No es momento de abrir debates que distraigan de ese objetivo. Eso lo sabe cualquiera, incluso Paco Camps
Suena alta la música, potente. Guitarras a todo trapo, público enardecido, apasionado... mucho tiempo esperando este momento. Podría ser parte de la crónica del concierto ... ofrecido anoche por la mítica Iron Maiden en el Civitas Metropolitano de Madrid. Pero también resume el ánimo del PP. Alberto Núñez Feijóo ha reforzado en los últimos meses ese estado de 'preparados, listos, ya' con el que llegó a la presidencia de los populares en abril de 2022. En realidad, al líder de los populares le ha reforzado esa actitud el PSOE, decidido a que la corrupción -otra vez la corrupción- y el repugnante uso y abuso de la prostitución con dinero público, ponga punto y final a la etapa de Pedro Sánchez en Moncloa. Será en semanas o en meses, pero la sensación de final de trayecto se ha adueñado de los socialistas, que cada vez esconden menos la falta de recursos, también humanos, para hacer frente a la brecha abierta por Koldo, Ábalos y Cerdán. En Ifema, este fin de semana, se ha visto a un PP crecido y convencido de que ha llegado su momento. En realidad, Feijóo y los suyos deberían tomar nota de las generales de julio de 2023 y no dar por ganadas las elecciones antes de tiempo. El optimismo, no obstante, se desborda. Incluso Carlos Mazón, señalado hasta hace pocas semanas como la pieza más débil del engranaje popular, tiene otra cara. «Está mucho mejor que hace unos meses», repiten como un mantra muchos de sus compañeros de partido. El presidente valenciano ve avanzar la reconstrucción, recibe con optimismo muchos de los nombramientos de Feijóo y, por encima de todo eso, agradece a Sánchez -«si necesitan ayuda, que la pidan»- que haya decidido resistir a costa de lo que sea, como si los ciudadanos estuvieran dispuestos a soportar cualquier cosa por tenerle a él de presidente. Los endiosamientos siempre son peligrosos. Y Sánchez le está haciendo el mejor favor al líder valenciano.
Transcurre el congreso de los populares con la decidida voluntad de ceder todo el protagonismo a la calle Ferraz, no vaya a perderse nadie algún capítulo de esa historia de desangramiento en la que se ha convertido la etapa final del sanchismo. Feijóo cambia algunas caras, tampoco muchas, de su equipo, aunque decidido a hacer oficial que el poder real de la organización, el encargado de mantener el PP en velocidad de crucero, será su fiel Miguel Tellado. Lo demás es aderezo. El PP valenciano normaliza su situación, a la espera de futuros acontecimientos, aunque nada hay como disfrutar las debilidades del adversario. ¿Y Paco Camps? El expresidente de los populares valencianos no se ha dejado ver por el cónclave de su partido, aunque prepara una nueva cita con sus fieles esta misma semana para volver a dejar claro que quiere regresar a la primera línea política. Está en su derecho, qué duda cabe, de considerar que el final de su calvario judicial le devuelve a la misma casilla de salida que cuando en 2002 Eduardo Zaplana cogió el vuelo a Madrid y le dejó un año después al frente del Consell -que no del partido, y por eso pasó lo que pasó-. Pero más allá de los 23 años que han pasado de aquel momento, el momento político, la coyuntura que ha decidido construir el PSOE con comisiones a cambio de adjudicaciones de obra pública, con la sombra de la financiación irregular, y con cargos públicos repartiéndose el uso de prostitutas, no parece aconsejar abrir el melón de una pelea por el liderazgo en ninguna organización regional del PP. Lo sabe Feijóo, que decidió suprimir de la ponencia la obligatoriedad de celebrar congresos regionales cuatro meses después del nacional. Y lo sabe el propio Camps.
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