Facilidades turísticas
Nada de poner trabas a estos pisos turísticos. Si no puedes vencerlos, únete a ellos
Juan Bas
Lunes, 18 de agosto 2025, 00:04
En los años 80, cuando la movida madrileña (en una emisora de extrema derecha me preguntaron hace años con risitas si realmente existió; les dije ... que sí, y también Auschwitz), solía pasar intensas temporadas en la corte de los milagros. Me daba cuartel en su casa Fernando Marías, que vivía entonces en un quinto piso sin ascensor de la pintoresca calle Fuencarral. En el cuarto piso había una pensión con nombre de sistema montañoso, el cual resultaba adecuado, ya que los tramos de escaleras para llegar a su cumbre eran largos y escarpados. La pensión acompañaba el nombre en el rótulo con el lema de «huéspedes estables». La variopinta fauna que dormía en aquella pensión de la escuela picaresca era de todo menos estable, ni por permanencia ni por equilibrio mental. Solía haber broncas monumentales, que se oían por el patio o se libraban en la escalera. Los turistas desorientados que caían en aquella trampa salían escaldados, pero en seco. Recuerdo a una sufrida pareja de extranjeros que se quejó de que la ducha del baño comunal no funcionaba. La temible dueña los despidió gritándoles por el hueco de la escalera que fueran a bañarse al canal de Isabel II.
Me he acordado de aquella lóbrega pensión a cuenta del problema actual de la proliferación de pisos turísticos legales e ilegales que resta oferta de arrendamiento de viviendas. Boberías. Nada de poner trabas. Como decía un castizo, «hay que coger al toro por los huevos», y si no puedes vencerlos, únete a ellos. Como todavía queda mes de agosto para hacer el ídem, voy a pedir una urgente reunión de comunidad, esa sañuda práctica del odio vecinal, para proponer que nos organicemos con unánime decisión. Como los descansillos de la escalera son amplios y con suelo de madera noble, ahí pueden pernoctar, en cálculo por lo bajo, lo menos media docena de turistas por planta, acomodados con saco de dormir o en jergoncillos de pago aparte.
Si ponemos literas de tres o cuatro alturas, ni les cuento los que caben. Y con turistas amantes del riesgo y la aventura, el número de alojados se puede ampliar aún más, y dando un toque de exotismo tropical, con hamacas tendidas en el hueco de la escalera, que es regular como la cuadratura del círculo. En el portal se puede meter a uno en el armarito de las escobas, de pie, como Nosferatu en su sarcófago. Todo sea por arrimar el hombro en pro de la prosperidad turística de nuestra ciudad y llevar de paso un cacho de pan a casa por cobrárselo a precio abusivo a los turistas que tengamos en régimen de hacinamiento en la cocina y el cuarto de baño. En mi vieja bañera entran dos, y holgados.
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