Llámale como quieras
Llámale genocidio, si quieres. O matanza. O acción abominable. Llámale como quieras. Pero llámale. Y haz por frenarlo. No con más violencia. Ni pensando en ... tu rédito personal. Ni en la posición política que mejor te va. Llámale como quieras pensando en lo que sientes de verdad y que sólo puede ser que repudio, dolor, angustia, indignación, tristeza... Porque, seas quien seas, presidente del Gobierno, líder de la oposición, empresario reputado, actor afamado o un ciudadano más, como quien te escribe, no se puede estar al lado ni de la muerte ni de la destrucción. Menos, cuando ambas se ejecutan con saña, sin miramientos, con frialdad. No dejemos de decir basta; pero que nuestras voces se escuchen, no perjudicando a terceros, ni generando más polarización; sino partiendo de los valores mínimos que esconde la humanidad. Llámale como quieras, e incluso llora abiertamente ante las imágenes que nos taladran la conciencia, pero hazlo fiel a ese pacifismo que hace aguas en este planeta enfermo de crueldad. De un sorbo y sin azucarillo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión