Eventos de saldo
Paula Llobet alienta el Pokémon GO City Safari o la Liga Nacional de Grafitis
No siempre basta que digas algo para que te lleven la contraria, y menos en periodismo. A un apreciado colega se le ocurrió deslizar que ... a lo mejor el problema de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) es el nombre y, qué has dicho, a Carlos Mazón le faltó tiempo para anunciar que la va a rebautizar. Una muestra más de que está traumatizado, como precisó Feijóo, porque la gracia y el apellido de la AVL están, precisamente, en perfecta consonancia con la denominación de las instituciones que velan por la pureza de las restantes lenguas latinas. Todas, desde la Real Academia Española a la Académie Française, pasando por la Accademia della Crusca y el Instituto da Cooperação e da Língua Camoes hasta llegar a la Academia Româna, dan por supuesto su cometido y la nuestra no tiene por qué ser la excepción. ¿Cuál es el miedo que tengo yo ahora? Que se me malinterprete lo que voy a decir y que, desde luego, no guarda la menor relación con la filología. Por eso quiero dejar bien sentado desde el principio de que no tengo nada en contra de que las instituciones públicas colaboren en el patrocinio de determinados eventos, que es a lo que iba. Y cuando digo nada es nada. Considero que los millones que nos cuesta el Gran Premio de Motociclismo están bien gastados por cuanto refuerza el polo de atracción que representan el Circuito Ricardo Tormo y su Escuela de Pilotos, único deporte en el que Valencia destaca mundialmente. Entiendo las razones que inducen al Consell a continuar pagando para que la Copa del Mundo de Vela continúe saliendo desde Alicante aunque el espectáculo despierte un interés muy relativo. Y celebro que la actual alcaldesa de Valencia esté más cerca del posibilismo de Ximo Puig y de Joan Ribó en este sentido, que del caballo grande, ande o no ande de sus mayores en edad, que no en condición. Sobre todo, porque a los alcaldes y a los presidentes no los elegimos para que dejen huella, que es lo que le reprocha incomprensiblemente la oposición a la actual regidora, que no aspire a lucirse personalmente, sino para que administren el importe de los impuestos con sensatez y morigeración. Y no leguen a las generaciones futuras icnitas del tamaño de las que dejaron en las arcas valencianas brontosaurios de la talla de Zaplana, Olivas y Camps. Ahora bien, una cosa es que, afortunadamente, Catalá no nos haya salido pontonera, como otras, y otra que, aunque sea para no oírla, consienta que la concejala Paula Llobet aliente eventos del jaez del Pokémon GO City Safari, la Liga Nacional de Grafitis (eso falta), The Best Tortilla, etc. Ni tanto (F1, Copa del América) ni tan calvo.
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