Directo a la posteridad
La transformación de la AP-7 impedirá que nos olvidemos de él
Lo siento por los cuatro valencianos que figuran en la clasificación mundial de científicos de referencia -Avelino Corma, D. Chiralt, Hermenegildo Gª y Luis Guanter-, ... pero aquí el único que tiene un puesto asegurado en la posteridad es el exministro de Fomento J.L. Ábalos. Se le regatearán honores. No dará nombre a calles o a escuelas como Navarro Reverter, Villar Palasí, ¡Abril Martorell! y Carmen Alborch. Con toda seguridad, sufrirá paulinamente tribulación, angustia, persecución y desnudez; no, desnudez, no, porque el nudismo jamás ha representado un tormento para él. Pero tiene asegurado algo tan inalcanzable para el común de los humanos como la perdurabilidad. Esa trascendencia que sólo alcanzan personajes como Garró, que pasó más hambre que Carracuca; Pinet, que cometió la villanía de dejarse a su novia con «la cara neta i el monyo fet», o el terrorífico Saginer. Se la garantiza esa embalsamadora de la verdad que para Alejo Carpentier es la palabra impresa. El relato de sus andanzas, de cómo formó con Koldo Gª y Santos Cerdán un penoso trío e incluso de cómo creó escuela e influyó de algún modo en otros desahogados, como el recientemente detenido presidente de la Diputación de Almería. Un granuja que no se inspiró en sus camaradas Zaplana, Carlos Fabra, Grau, etc. a la hora de romper mano, sino en el entonces secretario del PSOE. El Ábalos que empezó por lo seguro, por asegurarse un buen pasar granjeándose una administración de lotería y que continuará dando que hablar por su concupiscencia e inmoralidad. Aunque será la transformación de la AP-7, el verdadero corredor mediterráneo, en una senda de elefantes de cinco ejes donde cualquier percance provoca mayores trastornos y daños económicos que una avería en una línea de AVE, lo que impida que nos olvidemos de él. Una medida que su antiguo ministerio continúa considerando positiva, a pesar de que el Servicio Catalán de Tránsito adelantaba días atrás su intención de pedirle que reduzca el límite de velocidad de los camiones y turismos que circulen por esta «calle Mayor» (Lluch) en dirección a Castellón a 80 y 100 km/h, respectivamente, entre el Baix Ebre y el Montsià durante los meses de mayor trasiego comercial, de octubre a abril. Una precaución que quizá debería extenderse también, esto ya lo digo yo, al trecho comprendido entre Castellón y Oropesa en dirección norte. Siempre será mejor desplazarse en fila india que sufrir directa o indirectamente un tijeretazo en la saturada E-15, mientras el número de vehículos que utiliza la CV-10 o la mismísima N-340 se reduce a la mínima expresión. Al ministerio le trae sin cuidado que el mantenimiento de las autopistas lo paguemos entre todos, las utilicemos o no. Ahora sólo quiere rebajar congestiones secundarias, como la de la A-70 en Alicante.
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