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Finestrat

Martes, 2 de diciembre 2025, 00:19

Empecemos por el principio: ni es broma ser alcalde, ni mucho menos haberlo sido, diez años seguidos, de Finestrat. Que no es, como algunos arrogantes ... se creen, un «pueblecito» morisco perdido en las montañas de la Marina. Si Valencia tiene la suerte de caminar junto a Torrent y Paterna; si el cielo le dio a Alicante un Elche para que viajaran juntas, Benidorm ha sido favorecida con Finestrat en conurbación: compañero de fatigas. Compañera te doy y no sierva, decían antes en las bodas. Compañera leal. Porque en tiempos antiguos, cuando los piratas berberiscos desembarcaban en las playas para robar bienes y personas, Finestrat pidió sufrir y colaborar como sus vecinos y le fue concedida la gracia de que su término tuviera competencia de mar. Entre Benidorm y la Vila se le otorgaron 267 metros de costa, la Cala, que han sido bien aprovechados como es de ver. Si el pueblo del que eres alcalde tiene dentro del término el Puig Campana, mucho ojo: porque tienes mucha más responsabilidad. Y en Finestrat, vecino de esa locura domesticada que es Benidorm, el alcalde Pérez Llorca ha paladeado los problemas del monte y los de la playa, la paz de los pueblos donde la llave aún se deja en la puerta, pero también las inquietudes nocturnas de la gran ciudad. Nueve mil vecinos en invierno y cinco veces más en verano. Y desde luego, veinte, treinta nacionalidades distintas en el censo, catorce o quince idiomas, muchísimos toros que lidiar...

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