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El fútbol es un deporte maravilloso que es mucho más que doce tíos dándole patadas a un balón. Mueve sentimientos y su gente recorre kilómetros, ... solo con una pequeña esperanza de alcanzar la gloria. Así se podría resumir el hecho de que cerca de dos mil aficionados del Levante se desplazaron este fin de semana -el grueso de ellos este mismo domingo- a Burgos, con motivo del partido correspondiente a la Jornada 41 de la Segunda División. Y es que no era un partido cualquiera. Siendo la penúltima jornada, el equipo granota tenía la oportunidad de sellar el ascenso directo y regresar a la elite. Un motivo de peso para recorrerse 600 kilómetros y estar presente en El Plantío, donde el conjunto dirigido por Julián Calero tenía una cita con la gloria.
Más allá de los que se fueron con coches particulares, el propio Levante organizó, junto a la Delegación de Peñas, un macroplan de viaje que trasladó a más de mil aficionados azulgranas a la capital burgalesa. A las siete menos cuarto de la mañana empezaron a salir los cinco buses que había fletado el club. Ocho horas de viaje les esperaban. Y se retrasó un poco más, porque en más de una ocasión hubo que hacer una parada técnica para que algún aficionado de avanzada edad pudiera hacer sus necesidades en una estación de servicio, lo que retrasó el trayecto e indignó a algunos seguidores: «Que hubiese hecho lo que tenía que hacer antes de salir de casa, hombre», decía Jesús explicándole a sus amigos, que habían viajado en coche, por qué había tardado tanto en llegar a Burgos.
No solo hubo coches y autobuses. También se fletó un tren AVE que marchó directo desde Joaquín Sorolla hasta Burgos Rosa Manzano. Cuatro horas de alta velocidad, en el que viajaban los dirigentes de la entidad, entre ellos el presidente Pablo Sánchez, que compartieron momentos de intimidad y de pasión con los aficionados. También estuvo presente Pau, el speaker del Ciutat de València, que con el permiso del maquinista, tomó el micrófono que hablaba por los altavoces y mandó un mensaje a todos los pasajeros emulando las épicas introducciones que realiza en Orriols antes de los partidos.
A la llegada a Burgos, ya a pleno mediodía, esperaba un magnífico día. Soleado, sin ninguna nube y con una temperatura óptima. Lejos de la humedad valenciana, los granotas desplazados aprovecharon las horas previas al partido para aparcar los nervios por el ascenso con un poco de turisteo, visitando principalmente la Catedral de Burgos, el punto más turístico de la capital castellano-leonesa. Otros disfrutaban de un cóctel en las múltiples terrazas burgalesas, que sin duda hicieron el agosto con los miles de aficionados del Levante. Muchos de ellos, se llevaban a Valencia un recuerdo: «He comprado un imán de nevera y una morcilla de Burgos», contaba Antonio en plena plaza de la Catedral
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