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Aficionados del LLevante, durante la celebración.

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Aficionados del LLevante, durante la celebración. J. L. Bort

Una celebración histórica para el Levante

Pasión ·

Decenas de miles de levantinistas festejan el ascenso a Primera con una invasión del centro de la ciudad que acaba en la Fuente de las Cuatro Estaciones

Marc Escribano

Valencia

Lunes, 26 de mayo 2025

Había muchas ganas de celebrar. Lógico, porque aunque cerca de dos mil aficionados del Levante se desplazaron a Burgos para vivir 'in situ' ese soñado sexto ascenso a Primera División, otros muchos miles no pudieron hacer el viaje y tuvieron que ver el partido desde casa en Valencia. Y ellos también se merecían una gran celebración con los jugadores del equipo de sus vidas. Sobre todo, ese gran y esperado momento en la fuente de las Cuatro Estaciones, en pleno paseo de la Alameda. Porque en la madrugada del domingo al lunes, tras el partido, finalmente la plantilla no acudió al punto de festejo ya que su AVE había llegado mucho antes que el resto de la comitiva granota que iba en autobuses, todavía de camino regresando de El Plantío. Es por ello que el club decidió aplazar esa celebración en la fuente a la noche del lunes para no dejar fuera a nadie. En torno a las once, llegaron los jugadores, que tomaron el escenario improvisado que se había preparado y desataron la locura con la afición presente. Pero también uno de los grandes momentos del día fue sin duda el del balcón del Ayuntamiento. Miles de aficionados del Levante copaban la plaza como si de una mascletà se tratase. Iba cayendo la noche, pero allí nadie tenía ganas ni de irse a cenar ni de volver a casa. La música amenizaba la espera, hasta que se desató la locura con la aparición de las estrellas, especialmente Carlos Álvarez y Julián Calero, los más aclamados por la afición.

«Gracias infinitas por no dejarnos caer. Lo hemos conseguido juntos. Gracias a todos, os quiero», dijo un emocionado Vicente Iborra cuando tomó el micrófono en el balcón consistorial. «Dudaban de nosotros... Pues aquí estamos todos. La fuerza sois vosotros», espetaba el míster, que iniciaba un jocoso cántico: «El año que viene, Levante-Real Madrid». Calero, tras finalizar su intervención, preguntaba al respetable qué jugador querían que hablase después.

La respuesta, al unísono, fue clara. Carlos Álvarez. Al cual no le dejaron casi ni hablar, porque todos los presentes empezaron a entonar un «Carlos quédate» que el jugador agradeció con palabras bonitas, pero sin despejar las dudas diciendo algo como que no se va a ninguna parte, que seguro que hubiese desatado la euforia en la gente. Pero ya sabemos cómo es el fútbol. El momento gracioso de la celebración lo protagonizó José Luis Morales, que vaciló a todos aquellos que aún le hacen la cruz por marcharse al Villarreal con un «Morales es una rata» que recordó a aquel momento en el que Paulo Pezzolano cantó por su dimisión cuando ascendió el Valladolid el año pasado.

La imagen, en general, fue histórica. Como bien dice el acertado eslogan que eligió el Levante para esta temporada —«més del que creus»—, hay muchos más levantinistas que los 16.000 abonados oficiales que tiene registrados el club. Había camisetas del Levante por todos lados. Banderas, bufandas, carteles y pancartas dotaban de color azul y grana a los principales monumentos de la ciudad. Los botes de humo y las bengalas daban luz y brillo a la estampa, que demuestra el gran crecimiento social que ha tenido la entidad de Orriols en los últimos años. A pesar de la mala situación deportiva tras el descenso, el trabajo de crear más afición ha sido de diez por parte del club. Y es que lo más bonito de la celebración fue ver cómo había tanto niño y tanto joven orgulloso de ser del Levante. Atrás quedan esos días donde algunos escondían su afección por vergüenza a recibir comentarios jocosos de sus amigos valencianistas. Hoy en día, la afición del Levante se ha convertido en una de las mejores de España. Y con el ascenso a Primera, se espera que muchos más se suban al carro. Están a tiempo, pero no se lo piensen mucho, que el barco zarpa.

La marea granota tomó las céntricas calles de la ciudad, acompañando la rua de celebración que dio comienzo en el Ciutat de València con la salida de un destechado autobús en el que reinaba la música y la cerveza. El delantero Iván Romero destacó por encima del resto al lucir su nuevo look de pelo rubio platino, cumpliendo así alguna apuesta que habría hecho en caso de ascender. Miles de granotas les daban cariño en los aledaños al estadio, y eso que los aficionados no estaban convocados allí para nada, porque la fiesta era en otras ubicaciones. Y aún así, fueron. Porque todos querían ver a sus ídolos de cerca. Como se pueden imaginar, por otra parte, los tiempos planificados ni se cumplieron. Todo, lógicamente, fue con retraso. Una hora, aproximadamente. Las visitas institucionales, y sobre todo, los discursos, alargaron de más la hoja de ruta. Eso, no obstante, dio tiempo a muchos más aficionados a acudir a esa discomovil improvisada con la que se culminó en la Fuente de las Cuatro Estaciones. Porque sí. Ahora más que nunca. Es sent, es nota, València es... ¡GRANOTA!

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